De Interés

¿Son Frágiles los Estados?

Una de las formas que tienen los seres humanos de mirar hacia su interior o de interactuar con el ambiente, es clasificando todo los elementos perceptibles, y por supuesto, los imperceptibles, que no escapan tampoco de los encasillamientos. Los Estados también forman parte de esta tendencia y por consiguiente, son clasificados en Estados débiles y fuertes, desarrollados o en vías de desarrollo, Estados en Transición, Menos Adelantados, Forajidos, hasta llegar a los Estados Frágiles.

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Por Eduardo Porcarelli @PorcarelliE

Desde el año 2005, la “Fund For Peace” (Organización No Gubernamental que trabaja para prevenir los conflictos violentos y promover la seguridad sustentable) publica el Indicé de Estados Fallidos, denominación, que suavizaría en los dos últimos años con la de fragilidad; algo así como cuando años atrás se cambió la calificación de países subdesarrollados, por la de países en desarrollo, por ser esta última mas políticamente correcta.

Para comprender el concepto de fragilidad en los Estados tenemos que recordar que un Estado contiene los elementos de territorio, población y gobierno, y en los términos del Max Weber, tiene el “monopolio del uso legítimo de la fuerza”. Aunque no hay acuerdo entre los expertos en cuanto a todos los elementos que determinan la fragilidad del Estado, en mi opinión, se podría inferir que cuando disminuye la capacidad del mismo para atender las demandas básicas de la población, la fragilidad aumenta.

El Indice de Fragilidad de los Estados, toma en consideración parámetros tales como: presiones demográficas, movimientos de refugiados, deseo de venganza entre facciones, fuga de talentos, desigualdad económica, pobreza, legitimidad del Estado, funcionamiento de los servicios públicos, seguridad, derechos humanos, imperio de la ley, etc. Las situaciones de fragilidad de los 178 Estados medidos en el estudio oscilan en rangos de: Alerta muy alta, hasta alta sostenibilidad, pasando por mucha estabilidad, estabilidad, menos estabilidad, advertencia baja, media y alta, y finalmente los distintos grados de alerta. Los 4 países que están en situación de alerta máxima son: Sudán del Sur, Somalia, República Centroafricana y Sudán.

Solo imagine que la esperanza de vida en estos países ronda entre los 48 y 55 años de edad, y que otros indicadores socio económicos, parecen ser sacados del mismo infierno. Los países menos frágiles del mundo, que ocupan las posiciones más privilegiadas en el estudio son: Finlandia (178), Suecia (177), Noruega (176) y Dinamarca (175), “paraísos” éstos, en donde algunos señalan que las tasas de suicidio son altas, porque no hay problemas y todo está resuelto, sin embargo, la gente tiene la opción de decidir si vive o no, y no como sucede en otros lugares del mundo, en donde el hampa toma esa decisión por usted (En este estudio las posiciones más cercanas al 1 son las menos privilegiadas, y las más alejadas del 1, las más beneficiadas)

El estudio también presenta series a diez años en donde se determinan en distintos niveles de intensidad los Estados que han mejorado y los que han empeorado. Es decir, que ningún Estado está condenado a ser inviable por siempre, y ningún Estado tampoco podría mantener eternamente óptimos sus niveles de viabilidad, si sus gobernantes y pobladores se echan a dormir. Países como República Dominicana, Bosnia Herzegovina, Croacia, Macedonia o Barbados han mejorado significativamente en 10 años, otros como Senegal, Malí, Siria y Líbano se han hecho críticamente más frágiles. Años atrás Colombia estaba entre los 20 países más frágiles del mundo, ocupando la posición 14, hoy ocupa la posición 64. Venezuela siempre se mantuvo en posiciones intermedias con algunas mejoras, pero comparando el año 2014, con el 2015, pasamos de la posición 83 a la 75.

¿Cómo mejoran los Estados? Cuando toda su población trabaja junta por las mejoras, mirando al futuro bajo una visión pragmática, tomando lo mejor del mundo, aprendiendo del pasado, aprovechando y valorando al máximo los recursos, sobre todo los humanos, en un entorno de búsqueda obsesiva de consensos, en donde se respete la ley, los derechos humanos, se mejoren los servicios públicos y la calidad de vida, disminuyendo la brecha de desigualdad hacia arriba, y no hacia abajo y sobre todo generando un entorno para que los negocios prosperen, los capitales nacionales y extranjeros fluyan y la economía se diversifique para generar ingresos que permitan invertir en el desarrollo sustentable ¿Suena a un sueño? Sí, pero muchos ya lo han logrado.

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