Espectáculos

La aventura plástica de Caramelos de Cianuro

Cinco años han pasado desde el último disco publicado de Caramelos de Cianuro. Un lustro con apenas dos canciones inéditas, un par de Lados B que colaron en 2011 ("Espuma" y "Mr. Baby Sister") y una tragedia: el asesinato de Líbero Iazzo. Así llegaron a 2015, estrenando el disco 8, el octavo disco de larga duración de la banda, con 10 temas nuevos.

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De entrada, 8 muestra aventuras sonoras que buscan darle una nueva dimensión a Caramelos de Cianuro. Cuando se lanzó el primer sencillo, la estética de «Secreto» levantó más de una ceja. Sus matices electrónicos cuestionan la característica de «banda de rock» de los Caramelos, que se inscriben de lleno en el pop electrificado, sin solo de guitarra y con ritmos de bajo plastificados.

La canción funciona con público con ganas de canciones energizadas, pero reabre el típico debate que rodea al grupo de Asier Cazalis: «se vendieron», «eso no es rock». Un debate tan viejo como estéril.

Pero escuchar el disco completo, da cuenta de otra variedad de formatos. El listado de 10 piezas pudiera dividirse en dos grupos: las canciones que conectan con los estilos más habituales, los que hacen menos ruido a la primera oída, y las canciones más arriesgadas. Aunque la electrónica, los añadidos sintetizados, son permanentes, omnipresentes, es claro cuándo son un condimento y cuándo el ingrediente principal.

En el primer grupo se inscribe la primera canción que dieron a conocer de este disco, antes de su lanzamiento oficial cuando la presentaron en directo: «Tú eres de esas», un bocado al Caramelos más conocido de la última década, con mensaje de corazón roto y de un protagonista que se muestra hambriento por los labios de una mujer.

«Tú eres de esas que besa y se va, para qué empiezas si es el final. Bésame con calma, con alma, con furia, con exceso, con lujuria…». Pero igual se va. También allí se inscriben piezas como «Suerte de principiante», con su relato de amor y desengaño en medio de una contante guitarra costera, como de Telecaster, y con pinceladas electrónicas.

Con «Tocado por un ángel» seguimos en la carretera conocida, retomando elementos ya probados como el fraseo de los versos (con todo y sus comienzos en tonos bajos) para ir in crescendo hasta llegar al coro. Allí también se inscribe la balada «El instante pasó», que destaca más por ser la única en cantar escenas en tercera persona.

En el segundo grupo destaca, por lejos, «Jazz». Una pieza con ritmo de película burlesque de temática negra, a lo Moulin Rouge, que incluye hasta saxofón. «Yo soy el rock, tú eres el jazz», canta Asier sobre una combinación de solo de guitarra y metales en la aventura sonora más atractiva de todo el material. Con esta canción se salen de sus límites, arriesgan, se exponen.

En «Adiós a las armas» los coros para estadios repletos se combinan con pistas a lo David Guetta con Usher pero ralentizadas, para adornar el final de un tema que fija posición, donde el amor se traduce no en corazones rotos sino en llamados a parar la violencia, a que llegue la luz, a levantar la voz, a que el mundo se entienda. Unos Caramelos con un cable a tierra, a pesar de mostrarse con trajes de astronautas.

En «Euforia» la electrónica da forma a una construcción que recuerda a los años 90, mientras en «Abismo», oscura y con un protagonista -por fin- marcando la milla en vez de lamentarse de ser la víctima, el riesgo se asume en los últimos 30 segundos, entre guitarrazos y teclados. El cierre es con «Bailerock», una fiesta discotequera con la letra más básica de todo el disco: «Quiero ver a las nenas, batiéndome la melena…», como si quisieran concluir diciendo «no busquen poesía, es Caramelos de Cianuro».

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