Espectáculos

Quiénes son los Cuatro Fantásticos del gobierno

Hasta una película nefasta puede servir para analizar los grandes arquetipos universales. Quizás Maduro prende candela en todo lo que toca, Diosdado es un injerto de la Mole con Thor, Arreaza estira sus influencias más de lo que se piensa y Cilia es una combatiente no tan invisible.

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La nueva película de Los Cuatro Fantásticos pertenece a la categoría “no-es-tan-mala-como-dicen-pero…”. Luego viene un argumento diplomático al estilo: “Tiene problemas”. No funciona el villano, no funciona la escena culminante. Es un extraño caso de una franquicia basada en cómics de Marvel que ha fracasado con dos repartos distintos.

De una película mediocre siempre se puede salvar algo. Miles Teller (Whiplash) es un actor convincente, que seguramente Francis Ford Coppola reclutaría para una cuarta parte de El Padrino, si es que alguna vez se vuelven a filmar sagas semejantes. Kate Mara es una anti-mami interesante, ojalá le hubieran dado un papel ídem. Por encima de todo, Los cuatro fantásticos me interesa para repasar los arquetipos universales y cómo se integran en una narrativa pop que, en este caso, carece de un gran héroe solitario (un hiperliderazgo, diríamos), y se diluye en un protagonismo compartido.

El siquiatra suizo Carl Jung estableció 12 grandes arquetipos: el héroe, el protector, el ingenuo, el cínico, el explorador, el rebelde, el creador, el amante, el sabio, el burlón, el mago, el jefe. Por supuesto, es solo una clasificación más. Los arquetipos están en todas partes: en las películas, en el grupito de amigos que teníamos en el liceo, en unas elecciones primarias.

En Los cuatro fantásticos, aunque todos tienen algo de nerds, hay un nerd de nerds, el alma que mantiene la cohesión del equipo (El Hombre de Goma), un bruto confiable (La Mole), un impulsivo-irreflexivo (la Antorcha) y el arquetipo un poco predecible de la protectora maternal (la Mujer Invisible), que de paso sirve de transporte uterino para los fantásticos que no pueden volar y, como suele ocurrir  cuando no hay paridad de géneros, genera contratiempos hormonales.

En The Avengers también hay arquetipos universales: el genio prepotente, el forzudo vulnerable y todavía no he entendido demasiado bien cómo cuadran el Capitán América y Thor en ese asunto. En Star Wars, el héroe (Luke), el aventurero (Han), la protectora (Leia), la fuerza de la naturaleza (Chewbacca). En el original Star Trek, el líder (Kirk), el analítico (Spock), el intuitivo (Bones), etcétera. Una vez leí, no sé si es cierto, que una obra partidora de aguas de la cultura pop, en este sentido, fue Viaje al centro de la Tierra (1864) de Verne, con sus grandes representaciones del apuesto tonto, el erudito y el silencioso.

Los arquetipos, por supuesto, también están en la política. Piense en las primarias de la oposición de 2012: Capriles, Pablo Pérez, Maria Corina y Diego Arria, que incluso a sus setenta y pico de años, era algo así como la Mole, el encargado de dar los coñazos (verbales, se entiende).

Con la especie de gobierno colegiado que ha seguido al hiperliderazgo de Hugo Chávez (todavía un holograma al estilo de Jor-El), comienzan las confusiones. A principios de 2014, parecía más o menos claro que había tres grandes figuras que compartían responsabilidades en los ámbitos político (Nicolás Maduro), militar (Diosdado Cabello) y económico (Rafael Ramírez).

Para septiembre de 2015, Cabello, especie de injerto de La Mole con el mazo de Thor, ha ido ganando un protagonismo cada vez mayor y no pocos sostienen que es el verdadero hombre fuerte. Maduro, como Antorcha (hijo del jefe muerto), parece ir prendiendo la candela en todo lo que toca, especialmente en la economía y la política exterior.

El periodista y analista político Pedro Pablo Peñaloza recomienda no olvidar en estas especulaciones al vicepresidente (y nerd) Jorge Arreaza: “Es más importante de lo que todos pensamos. Todos los que tienen años sacándolo del Gobierno se quedaron esperando a Godot”. Aunque nunca queda oficialmente designado como encargado cuando Maduro viaja, el ex Ministro de Ciencia estira sus extremidades aquí y allá como un Hombre de Goma que, sin elevar la voz, introduce un verbo racionalizador en un universo construido a carajazos. ¿Y Cilia? Aunque no es tan Invisible (tiene un programa de TV, Cilia en Familia), quizás su influencia como pieza reina en este tablero de ajedrez es erróneamente subvalorada.

Peñaloza y el politólogo Luis Salamanca, con quién también conversé del tema, recomiendan estar atentos también la gravitación de operadores como Jorge Rodríguez (¿el cínico?), José Vicente Rangel (¿el viejo sabio?) …

En todas las películas, hasta en las más espantosas, siempre hay algo por analizar.

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