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Noel Sanvicente y la absurda teoría del mundo justo

La derrota contra Bolivia deja a la selección sin puntos, pero sobre todo, sin esperanzas. El golpe es duro. Como si el recorrido de Noel Sanvicente se haya acortado a pasos agigantados y solo una victoria ante Ecuador podría generar algún cambio.

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Tal vez no conozca la “hipótesis del mundo justo”. Para resumirlo, se trata de creer que los actos buenos tienen consecuencias positivas, mientras que los malos tienen consecuencias negativas. Ergo, las cosas buenas le suceden a las buenas personas y las malas a las malvadas. Fue el sicólogo Melvin Lerner quien desarrolló todo un trabajo en base a esta teoría, de la cual se desprende miles de tuits que seguramente usted ha leído a diario, como “El tiempo de Dios es perfecto” o “Cuando quieres realmente una cosa, todo el universo conspira para ayudarte a conseguirla”.

Lerner acumuló su trabajo en una monografía llamada “La creencia en el Mundo Justo; un error fundamental”. En algunos experimentos pudo comprobar que las personas despreciaban a las víctimas (de cualquier tipo de violencia) aplicando el viejo “se lo merecían”. Las razones de este comportamiento se basan en el principio de no aceptar que nuestra vida está plagada de situaciones en las que no existe el control. Con algo tan sencillo se puede llegar a explicar casos más profundos, como los individuos que aceptan normas sociales que pueden producir miseria y sufrimiento o a nivel macro, los regimenes crueles que tienen apoyo social.

Pero no nos compliquemos. Vamos a quedarnos con aquello de “si obro bien, me irá bien”. Cuando se escogió a Noel Sanvicente como técnico de Venezuela no solo se estaba contratando a un estratega probado y exitoso. También a un hombre con unos principios éticos inquebrantables, con un compromiso de trabajo riguroso y con un conocimiento del futbolista nacional único. La teoría rezaba que si con Richard Páez y César Farías, dos buenos estrategas pero no tan ganadores como Sanvicente, se habían dado pasos importantes, con el nuevo DT llegaría la consolidación. Que después de tres jornadas la selección nacional no sume puntos, demuestra que la conclusión no era tan fácil como creíamos.

Muchos de los que crecimos en la fuente futbolística mientras Sanvicente se consolidada como estratega, coincidíamos en describirlo como “una buena persona”. Y en efecto lo es, posee una linda familia. Es un padre preocupado y a la vez un obseso del trabajo.  Para una serie de reportajes y minidocumental para tv, pude comprobar como todos, de familiares a rivales, se referían a él como metódico. Cotejamos también la importancia que le daba a la tecnología para blindar el aprendizaje práctico. Todo eso que profesaba no era verso. Allí estaban los títulos con el Caracas y Zamora para demostrarlo; las victorias ante otros equipos de gran cartel como River Plate  y en situaciones adversas como aquel viaje a Cúcuta.

¿Qué ha sucedido? ¿Por qué Sanvicente no ha podido trasladar lo conseguido con sus equipos en la selección nacional? Si se le preguntara a un fanático, se escucharían cosas como “Porque hay técnicos de selecciones y de equipos”. “Porque le quedó grande la selección”… y un montón de sentencias que forman parte del imaginario popular futbolístico, que pese a su uso, no poseen una base científica que responda realmente la cuestión. Sinceramente no creo que exista una respuesta absoluta. Ni siquiera satisfactoria para quien lee este post.

Podemos inferir cosas, claro está, de acuerdo a lo sucedido desde que el estratega nacional asumió, incluida la pobre imagen dejada en La Paz. Son conclusiones a las que les falta el enriquecimiento de testimonios directos que podrían dar muchas más pistas sobre lo acontecido. ¿Por qué Vizcarrondo cometió un error pueril contra Paraguay? ¿Por qué Alejandro Guerra fue tan frágil y descuidado en la marca para que Brasil anotara a los 15 segundos? ¿Por qué Franklin Lucena realiza una pifia que se corrige en las escuelas? ¿Por qué Wilker Ángel, el jugador que pasó más días entrenando con Sanvicente, fue superado tan fácilmente? ¿Estas equivocaciones son producto de deficiencias propias, resultado de fallas en la formación? O, por el contrario, ¿son el reflejo de un plan mal ejecutado por el propio estratega?

Hoy el nombre de Pep Guardiola suena en todo el mundo. Su Bayern de Múnich es una aplanadora, pero pocos recuerdan que en el Barcelona, en cuatro años, directamente fichó 17 jugadores de los cuales 6 resultaron terribles. Al club le costaron 124  millones de euros. La lista incluye nombres como Martín Cáceres, Alexander Hleb, Henrique, Keirrison da Silva y Chigrinski. Por supuesto que el legado del estratega es invalorable, solo pretendo, con este simple ejemplo, demostrar que por más talento que tengas y exitoso que seas, puedes equivocarte.

El recorrido

Luego de cuatro derrotas seguidas y tras haber perdido el primer lugar, Marcelo Bielsa, entonces entrenador del Olympique de Marsella, respondió esto sobre la posibilidad de que sus jugadores sufrieran de fatiga mental: “La referencia que hace al hastío mental no puedo descartarla. Pero también todos los que trabajamos en esto sabemos que luchar por objetivos y no poder conseguirlos desgasta la mente de todos los jugadores. Lo que hay que saber es si la fatiga mental es la que produce los malos resultados o si son los malos resultados los que van degenerando en fatiga mental”. Y luego añadió: “Ahora, si usted me dice que están hastiados de su procedimiento, es muy probable que sí. Porque les ofrezco un recorrido que nos los hace exitosos”.

¿Cuál es el recorrido que le ofrece Sanvicente a sus dirigidos? Luego de tres derrotas en las eliminatorias ante Paraguay, Brasil y Bolivia, tampoco existe una respuesta categórica. Muy lejos queda la Copa América para tomar el partido contra Colombia como un ejemplo. Venezuela no se ha hecho fuerte con la pelota ni defendiendo. Su mediocampo es intrascendente. Ni roba ni cede. Ni circula ni ataca. No presiona, ni marca en zona. Entonces, es estéril hablar de un “estilo Chita”. Hay avisos, pinceladas. Como sumar volantes creativos con llegada ante Paraguay. O el tímido intento de jugar corto contra Brasil. No obstante, al igual que contra Bolivia, se repiten las deficiencias: goles en contra en los primeros o últimos minutos. Coincidencia no puede ser.

Algunos experimentos resultan tan rocambolescos que cuesta creer que sean improvisados, como se puede leer en algunos análisis de las Redes Sociales. El de Alexander González en el lateral izquierdo, por ejemplo, o el de Francisco Carabalí como volante. No obstante, son las formas, desde aquel cambio de Christian Santos en el amistoso contra Panamá y que se han repetido con Ronald Vargas, Alejandro Guerra y ahora con Ángel en Bolivia, las que generan lecturas que -creo-  no eran propias de un estratega del recorrido de  Sanvicente. El capítulo de Manuel Arteaga tampoco fue útil.

Decía Bielsa en aquella rueda de prensa, que es un tratado de filosofía: “Tengo claramente visualizado que en los procesos negativos todos te abandonan. Los medios de comunicación, el público y los futbolistas. Y eso es natural, es propio de la condición humana. Nos acercamos al que huele bien y el éxito siempre mejora el aroma del que protagoniza. Y nos alejamos del que huele mal y en la derrota hace que seamos mal olientes”.

La Vinotinto hoy no huele bien. El amor con Sanvicente languidece como un verano entre adolescentes. Todos aquellos que lo pidieron (que lo pedimos) estamos desorientados. El partido contra Ecuador luce -en una copia cruel de lo sucedido con Farías- como la última oportunidad para revertir las estadísticas. La culpa, claro está, no es completamente del estratega. Muchos creíamos que por su calidad como ser humano podría convertir el sueño en realidad, obviando las precariedades de una liga pobre y de un recurso humano que se queda corto con respecto a lo que pueden utilizar los rivales. Nos dejamos llevar por la hipótesis del mundo justo. Y nos dimos de frente contra la pared.

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