De Interés

¡Irresponsable!

La responsabilidad es definitivamente un valor indispensable para construir y fortalecer a las sociedades.  No solo tiene una dimensión moral, sino también ética. También tiene su alter, el millón de excusas ridículas para evadirla.

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El avión llega a medianoche al aeropuerto. Nadie aparece para conectar el puente a la compuerta de salida. Pasan 20 minutos. El piloto apenado informa que se comunicó con la terminal, pero que nadie contesta. Pasan otros 15 minutos, aparece alguien adormilado y molesto con cara de ¿A quién se le ocurre despertarme a esta hora?

La señora va saliendo feliz de un acto en la Universidad. La barra de aluminio que fija la alfombra está despegada. Cae. Se fractura la rodilla. Nadie se explica por qué cayó.

Los obreros se retiran. La zona donde está una “boca de visita” no está asegurada. El niño va caminando por allí con su madre, ella trata de salvarlo. Ambos caen en un hueco, casi sin fondo. Lamentablemente pierden la vida. Nadie responde.

El paciente espera su medicina. La cadena de culpas pasa por oficinas públicas y engorrosos trámites, transnacionales, petróleo, guerra económica, hasta llegar a los dictámenes del destino, el paciente muere, nadie responde.

El sujeto con ánimo de Casanova, deja embarazada a una nueva mujer. Ni siquiera reconoce al hijo, nadie responde.

Estos casos, y miles más suceden todos los días en incontables ámbitos. A veces generan pérdidas materiales, otras veces, se roban vidas. El trasfondo, la irresponsabilidad. Cuando es compartida, se hace difusa y deviene en mortal.

Recuerdo haber conversado con un diplomático extranjero quien sirvió en Venezuela hace 25 años y regresó 20 años después. Me decía que uno de los principales problemas que encontraba invariable en el país, era que mucha gente eludía su responsabilidad y rápidamente se la atribuía, sumergida en un mar de excusas, a otras personas o situaciones.

La responsabilidad es definitivamente un valor indispensable para construir y fortalecer a las sociedades.  No solo tiene una dimensión moral, sino también ética. También tiene su alter, el millón de excusas ridículas para evadirla.

Ser responsable implica no solamente tomar las decisiones de forma consciente, sino que una vez que éstas son tomadas, responder por las consecuencias que generen, no necesariamente para justificarlas, sino para hacer los correctivos en caso que hubiesen ocasionado algún daño.

En todos los ámbitos encontramos gente irresponsable, pero cuando los propios árbitros que deben fijarla, también lo son, el resultado es la inviabilidad y el caos permanente. No hay ningún ejemplo histórico de una sociedad que progresa si las responsabilidades no están perfectamente delineadas y no son exigibles.

Hasta que no concienticemos esto, estaremos dándole a la piñata con una venda en los ojos y preguntándonos porque las fiestas son tan dolorosas.

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