El peligro continúa latente y la apariencia es que ninguna de las partes continúa sin darle el debido interés a un caso que pudiera causar un apocalipsis en la actualidad Vinotinto. Estamos ante la posibilidad de que diecisiete futbolistas habituales en las convocatorias ya no estén más y se tenga que armar una brigada de emergencia para encarar nada menos que a Perú en su imponente Estadio Nacional y una Chile que, con o sin Sampaoli al mando, de solo mencionarla, genera pánico. Una realidad aún no asimilada.
“Todavía estamos esperando una respuesta. No tenemos nada más que decir. En ese tema, los jugadores expresamos lo que se dijo en la carta y cuando haya respuesta los capitanes intentarán responder y se buscará una solución. Veremos a ver qué pasa. Lo expresado en la carta se mantiene y a ver qué pasa de aquí a la próxima convocatoria. Tenemos las ganas y el sacrificio, pero esto es un trabajo de todos”, ha dicho a la prensa española Roberto Rosales, evidenciando con sus condicionantes palabras que poco o nada se ha adelantado en este tiempo transcurrido desde que los “sublevados” divulgaran la carta por sus redes sociales (ciertamente no se sabe si la FVF acusó recibo de dicha misiva).
El “todavía estamos esperando una respuesta” dice que todo sigue estando en un sombrío punto neutro.
Sanvicente emprendió rumbo a Europa. En el comunicado enviado por la FVF no se expresan los motivos más trascendentales de dicho viaje, manteniendo la ruda realidad detrás de una máscara de aparente normalidad. Tomás Rincón, el capitán que vive el mejor momento de su carrera en el Genoa, será el primero en encontrarse con el DT para intercambiar pareceres. Luego Oswaldo Vizcarrondo y después Salomón Rondón, los pesos pesados. El resto de legionarios, esperará atento para tomar decisiones en conjunto.
La claridad en la transmisión del mensaje, ese aspecto que tanto problema causado en la relación jugadores – cuerpo técnico de la Selección, se torna ahora, fuera de lo futbolístico, en fundamental.
El que Sanvicente le reitere a Rincón y compañía que sigue contando con ellos para la lucha no será suficiente para desatar el nudo. Ahora, cuando ya no basta un grito, un gesto o una palmada en el hombro, debe convencerlos que sus diferencias con los federativos se diriman fuera de la cancha y no poniendo en riesgo el prestigio del combinado, que ya bien maltratado está. El “mandó a decir Laureano” no tendrá validez, por lo que el Noel tendrá que disponer de un discurso con varios recursos y alternativas.
Ha viajado con él Ignacio Benedetti, Jefe de Prensa de la Selección y hombre de confianza del técnico. Su compañía es necesariamente importante en este momento donde su conocimiento y experiencia comunicacional puede prestar enorme ayuda en la transmisión de mensajes a los futbolistas.
Además, el periodista ha servido de puente para que Sanvicente acceda al intercambio de ideas con los cuerpos técnicos de Atlético de Madrid, Barcelona y Celta de Vigo, asesoría por demás necesaria en el manejo de las relaciones entre directores – dirigidos, aspecto que fue el caldo de cultivo para el desarrollo de la enfermedad que hoy padece la Selección.
Entre lo más relevante de lo que pueda aprender, conocer o descubrir el entrenador de otros técnicos, está la forma de cómo poder hacer entendible sus conceptos al grupo de jugadores, un elemento que sorprendentemente ha sido una debilidad que contrasta con el carácter ganador del guayanés.
La necesidad de resolver el pleito ha dejado de lado en el debate algo tan importante como es el juego de la Selección. ¿Cómo hacerlo si ni siquiera se sabe a ciencia cierta quiénes serán los que se vistan de Vinotinto para los próximos compromisos eliminatorios? Eso hace entender la enorme magnitud de la complicación y que una solución al enfrentamiento sin resultados positivos en la cancha por la doble fecha de marzo, con lo contundente que pueda sonar, no servirá absolutamente de nada. El caso es más grave de lo que se cree. Créalo.
Así como muchos cristianos se unieron a las cruzadas medievales por obtener la salvación espiritual, buena parte del futuro del propio Sanvicente y de la Vinotinto depende de lo que el técnico pueda concretar en este periplo. Solo la fe en que la sensatez de las partes triunfe es la esperanza de reencontrar un camino perdido.
La fe es la convicción en lo que no se ve, pero muchas veces es también un salto al vacío.