Economía

Sicad, Simadi, Dicom: el gobierno no aprende la lección

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Los recientes anuncios en materia cambiaria no representan ningún paso de avance en la erradicación de los incentivos perversos que ofrece un régimen de cambios múltiple. Mantener una tasa protegida (Dipro) de solo 10 Bs/$ mientras la flexible (Dicom) cuesta 20 veces más es mantener un incentivo perverso a los especuladores cambiarios y corruptos que saben cómo capturar los dólares baratos para después venderlos caros. Sobre todo si se tiene en cuenta que el paralelo está dispuesto a pagar por los dólares Dipro 100 veces más. Incluso, como la diferencia entre el paralelo y la tasa Dicom que rige para cupo electrónico y viajes al exterior es de cinco veces, este margen mantendrá el incentivo para la reventa del cupo electrónico y los raspacupos de TDC en el exterior.

El gobierno no aprende la lección

Hace un año, Miguel Pérez Abad, en su condición de Comisionado del Estado Mayor Económico, planteó que “Se acabaron los dólares baratos para el sector productivo” y advirtió que ya no habrá más divisas a las tasas Cencoex-Sicad para el sector privado, el cual tendrá que acudir al Simadi. Pero la adquisición de divisas a través de ese sistema fracasó debido a que no se crearon las condiciones macroeconómicas, seguridad jurídica ni estabilidad laboral para estimular la repatriación de capitales, la inversión extranjera y las exportaciones privadas no petroleras.

En aquel tiempo, el presidente del BCV, Nelson Merentes, informó que “el Simadi es un sistema entre privados”, por lo que el Gobierno no debería ser un oferente permanente sino ocasional. Sin embargo, al igual que Sicad 2 -que fue lanzado como un sistema regido por la libre oferta y demanda y desde un comienzo se le impuso la barrera psicológica de 50 Bs/$-, al Simadi también se le impuso un techo de 200 Bs/$ que truncó la oferta de divisas privadas. Así, la demanda de dólares que tampoco pudo ser cubierta por el Simadi inmediatamente se trasladó a un mercado paralelo atizado por las desmesuradas emisiones de dinero sin respaldo que hace el BCV para financiar el déficit de Pdvsa y otras empresas del Estado. A pesar de los intentos del gobierno por activar sistemas cambiarios que estimulen la oferta de divisas privadas, lo cierto es que hasta ahora han sido intentos fallidos que no se han reflejado en una mayor oferta de divisas privadas que compense la menguada renta petrolera.

El 95% de las divisas que entran a Venezuela siguen siendo generadas por Pdvsa. Con el colapso de los precios del petróleo de 100 a 25 $/b este ingreso se desplomó a solo 25%. Y mientras exista control de cambios y demanda insatisfecha, el mercado paralelo se mantendrá. Si no se crean las condiciones para estimular nuevas fuentes de divisas no petroleras, el mercado cambiario seguirá dependiendo de las divisas que vendan Pdvsa y el BCV. Si realmente se quiere incentivar una oferta de divisas de origen privado, el Dicom tiene que ser un sistema de flotación libre, sin la obstinación oficial de frenarlo para que no se aleje de la nueva barrera psicológica de 206 Bs/$ con la que comienza.

La unificación cambiaria como solución

En un contexto inflacionario -con un INPC de 56%, 68 % y 180,9% en los últimos tres años-, el freno cambiario a la supuesta tasa flexible obliga a los inversionistas extranjeros a traer más divisas para poder cubrir los crecientes costos nacionales, y eso castiga la inversión. Pero con una tasa de cambio flotante que les permita obtener suficientes bolívares para cubrir los encarecidos costos domésticos, los inversionistas y exportadores se verán estimulados. Si bien es cierto que una tasa flexible mejorará el flujo de caja en bolívares de los inversionistas extranjeros, esto no es suficiente para aumentar el ingreso en divisas del país, a menos que se creen adecuadas condiciones para que aumente la inversión extranjera.

Buscar nuevos ingresos en divisas a través de la repatriación de capitales, la inversión extranjera o las exportaciones no petroleras comienza por asegurar una única tasa de cambio que no ofrezca la alternativa de una mayor cotización en el mercado paralelo.

Siendo la tasa de cambio una relación entre dos monedas –en este caso entre el bolívar y el dólar-, un criterio técnico para sustentar la unificación cambiaria sería la división de la liquidez monetaria entre las reservas internacionales (LM/RI), lo cual arroja una cifra de aproximadamente 250 Bs/$. A medida que se erradique la emisión de dinero sin respaldo y, a su vez, aumente la oferta de divisas no petroleras, este resultado mejorará y la tasa única de cambio tenderá a bajar y estabilizarse en un nivel que exprese la verdadera productividad y competitividad del aparato productivo nacional.

Una tasa de cambio flexible, que permita corregir el efecto inflacionario, es necesaria más no suficiente. La repatriación de capitales, la inversión extranjera y las exportaciones no petroleras no crecerán a la velocidad y montos que el país necesita mientras no se logre estabilidad macroeconómica, seguridad jurídica, transparencia y flexibilidad en los controles, paz laboral, así como disponibilidad de insumos básicos, infraestructura y servicios de calidad para la inversión productiva.

Aún quedan muchos asuntos importantes por aclarar. Entre estos el referido a la tasa de cambio a la cual los inversionistas extranjeros podrán convertir los dividendos que tienen pendientes remitir a sus casas matrices. Para las nuevas inversiones debería ser a la tasa Dicom, pero si esta tasa se aplica a los dividendos pendientes de inversiones anteriores, las pérdidas cambiarias serían considerables, toda vez que al entrar al país los inversionistas convirtieron sus divisas a tasa Cadivi-Cencoex, mientras que para salir o remitir dividendos tendrían que comprar las divisas 100 veces más caras. Y ante tal falta de claridad e inseguridad cambiaria nadie va a invertir en Venezuela

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