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Rafael Dudamel: El triunfo de la coherencia

El mundo de la información no deja de impresionarme. Los años que equivocadamente dediqué al aprendizaje de las Relaciones Internacionales en la Universidad Central de Venezuela no me advirtieron que en la comunicación, donde me ocupo actualmente, los hechos noticiosos son tan numerosos como fugaces. Y es que el nombramiento de un nuevo seleccionador nacional mandó al cuarto de los corotos el trascendental momento histórico en la Vinotinto, que significó la salida de Noel Sanvicente.

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Por más que las declaraciones incendiarias de Laureano González hayan querido asumir protagonismo, hoy hay un nuevo técnico al frente. Se llama Rafael Dudamel y asume el rol en el peor momento deportivo, institucional y financiero de la historia reciente de la selección nacional. Un saco lleno de piedras en el hombro para arrancar en su nuevo camino.
Si bien en las declaraciones emanadas del presidente de la Federación Venezolana de Fútbol se dejó entrever que la del ex arquero era una de las vías más “económicas” (“No van a tener problemas de dinero conmigo”, habría dicho Dudamel, según las polémicas palabras del federativo), lo cierto es que no existía una alternativa más coherente que la del actual técnico de la Sub 20 nacional. Candidateado en su momento por Rafael Esquivel, su nombramiento puede considerarse como parte del status quo del seno federativo. Pero hay otras razones que lo hacía la más lógica de las opciones.
Formando ya parte del sistema de selecciones nacionales, más allá de los descollantes méritos (con Sanvicente quedó demostrado que los títulos no son garantía de éxito en los pagos de selección) que lo muestran como un ex futbolista exitoso y uno de los dos técnicos que llevaron a un mundial a Venezuela, existen otros aspectos relevantes que se ajustan al salvavidas que deberá ser lanzado al mar desde el banquillo Vinotinto.
De entrada, la ascendencia que de sobrada manera expone con cada grupo que dirige es notable. En un caldeado ambiente, donde el irrespeto en la relación técnico – jugador fue un centro magnético que absorbió la personalidad de un combinado que centró sus fuerzas en las disputas internas y no en mejorar un desempeño deportivo bochornoso, un líder con autoridad, retórica, carácter y prestigio innegable (dentro y fuera del país) como Rafael Dudamel, deberá restituir el orden en el camerino Vinotinto como primer objetivo a corto plazo.
Habilidad en el trato y en la transmisión del mensaje a sus dirigidos, discurso claro para explicar a los medios sus conceptos y el sobrado reconocimiento y respeto por su figura a nivel continental, son sus cartas credenciales. Sus métodos son estrictos y disciplinados. Muestra sin falsas modestias su capacidad de liderazgo para cumplir metas y alcanzar objetivos, además que destaca en una faceta muy poco conocida: desarrolla en sus dirigidos la capacidad de ser inteligentes.
Le ha sido encomendada, entre tantas expuestas en las tablas de la ley federativa, una cosa: recuperar el sentimiento de pertenencia de los jugadores para con la Selección. Laureano quiere que los muchachos jueguen por la patria y entendido así, sin solucionar los problemas estructurales que rodean a la FVF, ni un Gandhi de la dirección técnica lo logrará.
Conociendo el trabajo de Dudamel, se sabe que desde su trinchera no hará énfasis (ni perderá el tiempo) en mejorar la riqueza del talento con el que cuentan sus dirigidos, sino que tatuará en la frente de cada uno la importancia de lo que significa defender  a la nación, por encima de todo. Lo dice un arquero que se cansó de recibir goleadas atendiendo al llamado de su país, mientras jugaba una final de Copa Libertadores. Patriotismo demagógico para algunos, pero innegablemente necesario en tiempos de premios, dólares, acusaciones de “camas” y “mercenarios”.
Dudamel tendrá la dura tarea de retractar a los escépticos que perdieron toda confianza en las capacidades de los  técnicos venezolanos para alcanzar las más altas cotas, como la autoimpuesta clasificación a un Mundial. Es lógico que después del fracaso del estratega más ganador del país al frente de la Selección, la calle ya no quiera saber más nada de los entrenadores criollos, pero la realidad ha hecho que las aspiraciones sean más modestas, cosa que le cuesta entender al fanático, ese mismo al que no hay manera de explicarle que la nefasta gestión administrativa llevó al caos financiero a la FVF y no hay divisas para que un técnico extranjero pueda ser contratado.
A César Farías y a Sanvicente se les pidió asistir a un mundial de fútbol y hoy, con un vínculo hasta el final de la presente eliminatoria mundialista, la meta del ex arquero será recomponer la quebrada autoconfianza de la selección e impulsar una idea de juego que devuelva a Venezuela la capacidad que tenía otrora de competir. Sin conocer aún de su boca cuáles serán sus objetivos (se anunció una pronta rueda de prensa en la que presentará su cuerpo técnico y plan de trabajo), la Copa América Centenario, con dos meses para preparar la participación, será el tubo de ensayo para devolver las emociones y alegrías que la gente perdió, como lo fue la Copa América de Chile para Noel.

Así juegan sus equipos
En el campo, Dudamel cumple con la premisa de evaluar las características de los jugadores que dispone como punto de partida para diseñar su forma de juego. En sus experiencias pasadas no impuso ideas tácticas preconcebidas, sino construyó colectivos en los que era difícil encontrar puntos débiles, precisamente porque los que estaban sabían asumir su rol.
Cuando clasificó al mundial con la selección Sub 17, se atrevió a disponer de tres centrales y dos carrileros, una novedad táctica en selecciones formativas de nuestro país. Lo hizo porque los mejores hombres que podía tener cumplían su mejor papel en un esquema poco común en Venezuela, pero le valió para meter por segunda vez en la historia una Vinotinto en un Mundial. Así pasó con el modestísimo Lara que dirigió en el Torneo Adecuación: el plantel más modesto en nombres de  la historia reciente de los rojinegros se metió a pelear entre los mejores ocho del campeonato y clasificó a una final de Copa Venezuela. Equipo sin aspavientos, sin nombres, pero con una solvencia general de alta nota.
Dudamel contará con la paciencia federativa, misma que tuvo Sanvicente. Laureano González declaró que no le exigirá resultados, pero sí una “renovación”. Aunque no veo en los planes del nuevo seleccionador aplicar un relevo generacional, sé que por su personalidad no le temblará el pulso para deshacerse de quien verdaderamente no muestre “compromiso”; cacareado, subjetivo y vil término que solamente pueden entender y comprobar quienes comparten un mismo grupo.
Tajantemente, el mero arribo de Rafael Dudamel no asegura la resolución de los innumerables problemas que atraviesa la selección nacional y su entorno,  pero por más que el sueño mundialista ya esté enterrado, abre la posibilidad de superar el desencuentro entre los jugadores y el cuerpo técnico, factor que innegablemente incidió en los resultados deportivos recientes.
Rafael Dudamel tiene 43 años y los logros en su carrera después de las canchas van a pasos agigantados. Siempre ha manifestado que sus grandes metas son triunfar como técnico en el extranjero y ser seleccionador nacional. La segunda ya la cumplió. Venezuela espera que triunfe primero aquí.]]>

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