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¿Qué es jugar bien al fútbol?

Partamos de una base: hay solo dos maneras de jugar al fútbol. Se juega bien o se juega mal. No hay escapatoria. Hay mil estilos y millones de estrategias, pero se juega correctamente o no. Así de sencillo.

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Me recuerda Alex Couto Lago (@AlexCoutoLago), autor de un maravilloso libro llamado Grandes Escuelas del Fútbol Moderno (editorial Fútbol del Libro), que la cuestión no es tan sencilla:

“La pregunta (¿Qué es jugar bien?) no tiene respuesta… Definir si se hace bien o mal no es más que una apreciación subjetiva. Es la típica pregunta sin respuesta porque en 150 años, el fútbol como tal no ha tenido capacidad de aclarar esa cuestión”.

Asumiendo que el debate es tan viejo como el viento, y aceptando que lo que concluyamos tras estas líneas no es más que una visión personal, influenciada por los gustos y la atracción a ciertas formas, intentaré, aprovechando lo visto en la UEFA Champions League y los octavos de final de la Copa Libertadores, sumarme a esa controversia, sin mayor pretensión que la discusión ideas.

Jugar bien es aprovechar la mayor cantidad de virtudes de nuestro equipo para que de esa manera sean menos influyentes nuestros defectos. Por ejemplo, a Johan Cruyff le cuestionaban la alineación de jugadores de poca estatura, ya que según los especialistas, el rival de turno podía sacar ventaja a través de jugadas de táctica fija. La respuesta del neerlandés era tan simple como brillante: no hay que cometer infracciones ni regalar saques de esquina. En definitiva, hacer aún más potentes las fortalezas para que no se noten las debilidades.

Para jugar bien primero hay que identificar los valores futbolísticos con los que se va a contar, no sea que la idea se convierta en caprichol. Luego debe promoverse un contexto en el que tanto los intérpretes como quienes ocupan la dirección técnica se comuniquen y se comprometan mutuamente a buscar soluciones y nuevas emociones. Por ejemplo, si el lateral derecho cuenta con un buen remate de media distancia, el equipo debe intentar que esa posibilidad se convierta en probabilidad. Eso es jugar bien; eso es potenciar jugadores y sus virtudes.

Es válido aclarar que esto que señalo no es más que un ideal, ya que en este deporte no hay recetas mágicas, mucho menos fórmulas matemáticas que garanticen llegar al principal objetivo, que no es otro que competir.

¿Se puede ganar jugando mal? Sí, hay mil ejemplos que así lo demuestran, sólo que pocas veces se toma en cuenta la otra cara de esa realidad: el perdedor jugó peor. También existe la posibilidad de hacer todo correctamente y no lograr el triunfo final, justamente porque el rival fue superior. No, no se trata de la efectividad, esa manoseada cualidad que es más hija de la casualidad que de la causalidad; la referencia es para la maximización de los recursos propios para favorecer las aptitudes propias.

Llegados a este punto, es necesario recordar que quizá la única verdad de este juego es aquella que invoca que no hay camino más corto hacia la victoria que jugar bien. Pensando en la actualidad, la duda pasa por si lo hace mejor el Bayern Múnich o el Atlético de Madrid, o si la eliminación del primero fue justa. La primera respuesta es no. Ambos conjuntos han explotado superlativamente sus virtudes, hasta el punto de convertirse en referencias para el mundo futbolístico; el contexto ha potenciado a sus jugadores y ellos al equipo, y sin duda alguna, han alcanzado el principal objetivo de cualquier deportista: ser competitivo. Y en cuanto a la justicia, pues nada, esto es una actividad humana, así que hablar de ecuanimidad es poco menos que perder el tiempo en debates banales que a ningún lugar conducen, a menos que su objetivo sea sumar seguidores en las redes sociales.

De poco sirve, para definir la cuestión acá planteada, establecer si para jugar se adopta el Juego de Posición, el Catenaccio o elegir transiciones rápidas tras la recuperación del balón; el plan, el modelo de juego, es una cosa totalmente distinta a la posibilidad de un conjunto de lograr eso que llamamos jugar bien al fútbol.

Cuánta razón tiene Couto Lago. No hay respuestas pero no solo a esa cuestión sino a casi todo lo que rodea a este juego. Lo que hoy vale mañana nos condena, y es que el fútbol es mucho más que un juego de futbolistas, es un juego que depende de qué futbolistas lo juegan, contra quienes y en que contexto.

Olas de complejidad que están para ser surfeadas en otra oportunidad.

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