Opinión

Bitácora electoral: Cuando la palabra transición está en boca de un aliado del chavismo

La palabra transición ha estado en uso y desuso en los últimos años en Venezuela. Lo que parecía una transición inminente con un Juan Guaidó respaldado por “la presión máxima” de Donald Trump entre 2019-2020, convirtió la palabra en anatema para quienes ocupan el poder. Hoy de nuevo está en palestra, pero provino de un aliado del chavismo para sorpresa de unos y otros

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Si el 18 de abril los presidentes Gustavo Petro (Colombia) y Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil) habían marcado el terreno, al pedir garantías para el candidato que resulte derrotado el 28 de julio, resaltando la necesidad de un pacto para que se le respeten sus derechos humanos y que pueda permanecer en el país, el 8 de mayo asistimos a la más nítida señal de lo que lo espera un gobierno aliado del chavismo, tras las próximas elecciones presidenciales.

El 8 de mayo de 2024, en un evento público, de forma pausada y pensada, el canciller de Colombia dijo que su país viene trabajando junto a Brasil de cara a contar con “una transición tranquila” en Venezuela, como resultado de las elecciones del #28J. Si en abril cabían dudas, para algunos, de que se hablaba de Maduro cuando se decía “candidato derrotado”, en mayo se transparentó la postura de Bogotá y Brasilia.

No es exagerado sostener, después de lo expresado por el canciller Luis Gilberto Murillo, que ambos presidentes, aliados internacionales del chavismo, están jugando en este momento a favor de que se respeten los resultados de las elecciones, en un escenario que apunta a un triunfo de la coalición opositora que tiene en Edmundo González Urrutia al candidato y en María Corina Machado a la líder popular.

La de Murillo ha sido la primera declaración explicita de un funcionario de alto nivel del gobierno de Petro, de quien nadie duda de sus posturas de izquierdas, en relación a un cambio político en Venezuela en las elecciones presidenciales del 28 de julio, en las que el gobernante Nicolás Maduro busca extender su permanencia en el poder por otros seis años más, hasta 2030.

Murillo, también es figura de la izquierda y de la defensa de derechos humanos en Colombia, con formación universitaria en los años finales de la extinta Unión Soviética. No ha sido el conservador y ahora ex canciller Álvaro Leyva quien ha hablado y este detalle forma parte de lo simbólico de la declaración. Indicó Murillo que la vía para garantizar tal transición está en la aprobación previa de “un acuerdo de garantías democráticas”, antes de la votación del 28 de julio.

Este acuerdo, según interpretan diplomáticos, debería suscribirse entre el chavismo y la oposición democrática que tiene como principal referente a María Corina Machado, quien fue inhabilitada para impedir su candidatura presidencial y que actualmente realiza una intensa campaña, con concurridos actos políticos dentro de Venezuela, en favor del ex embajador Edmundo González Urrutia, una figura moderada vinculada a la otrora Mesa de la Unidad Democrática (MUD). Un mensaje de González Urrutia en una entrevista reciente parece apuntar en esa dirección, en darle garantías a Maduro de que no habrá una persecución en su contra.

“El hecho que la palabra ´transición´ esté apareciendo con mucha fuerza tanto en la agenda pública venezolana como en la de la región es algo demasiado emblemático en materia de comunicación política. Las palabras nunca son neutrales en su sentido y tienen consecuencias políticas”, apuntó el politólogo Piero Trepiccione en su cuenta en X.

Trepiccione, sub director del Centro Gumilla, una fundación de análisis sociopolítico de la Compañía de Jesús, había sostenido con insistencia de forma previa que una eventual transición en Venezuela, pactada para que el chavismo deje el poder, sería más factible de construir con la participación de “gobiernos aliados” de Maduro, como Colombia y Brasil, más que con Estados Unidos en la mesa de negociación.

Este 15 de mayo el gobierno de Petro designó plenamente a Murillo como canciller, tras tres meses de interinato, supliendo a Leyva quien enfrenta un proceso legal acusado de abuso de poder en un proceso para licitar la elaboración de pasaportes colombianos. Murillo será canciller de Colombia, con plenas facultades, durante toda la campaña y durante y después de las elecciones de Venezuela. Y esto es un asunto no menor.

De esa forma, Murillo proseguirá en estos meses cruciales para Venezuela siendo el canciller y tras ejercer como embajador de Colombia ante Estados Unidos, su posición original en el gobierno de Petro desde que éste asumió el poder en agosto de 2022.

Es conocida la cercanía del otrora activista medioambiental con la administración demócrata de Joe Biden. Este canal de comunicación directa con Washington, sin que funcionarios estadounidenses estén dando la cara en relación con el chavismo, en una triangulación que tenga a Murillo como pivote, podría jugar a favor de este proceso que comienza a despejarse con una actuación en tándem de Bogotá y Brasilia.

El gobierno de Maduro guardó silencio. La cancillería de Caracas no acusó de injerencista a Murillo, una reacción típica si esas mismas palabras las hubiese pronunciado un funcionario del Departamento de Estado. El único que cuestionó, en solitario desde el chavismo, fue Diosdado Cabello. También hay silencios sumamente elocuentes, sin duda.

Murillo fue uno de los invitados centrales en el foro anual organizado por The Americas Society, un espacio fundado por David Rockefeller a mediados de los 1960 para fortalecer el diálogo entre Estados Unidos y América Latina. En este mismo foro, este 8 de mayo, pero de manera remota participaron la líder opositora Machado y el candidato González Urrutia.

¿Cómo interpretar este giro de Bogotá y Brasilia? No debe leerse solamente bajo el prisma de la defensa de valores democráticos. Es muy posible que ambos países, fronterizos con Venezuela, uno con la migración más numerosa de venezolanos y el otro con la población migrante más empobrecida, incluyendo pueblos indígenas, hayan evaluado el costo que tendría internamente para ellos la no resolución por vía democrática de la crisis venezolana.

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