“Yo soy Janine, nada más que Janine”. Así responde a las primeras de cambio, pero suave, serena, sonriente, dulce. “Mamá no me dio otros nombres, ni mi papá tampoco; así que solo Janine Castès de Vigas”. Y lo hace aquí en Los Dos Caminos, Caracas, Venezuela, a pocos días de su regreso de Francia, donde al fin esta conversación se consumó. “Estimado amigo, Dilia Hernández, directora de la Fundación Oswaldo Vigas, acaba de transmitirme su mensaje. En primer lugar, gracias por no haberme olvidado porque llevo casi un año entero fuera de Venezuela por problemas de salud que, por la situación actual del país, me aconsejaron tratar en Francia. Si no me retraso mucho, pienso que estaré de nuevo en el país en marzo. Pero supongo que no desean esperar tanto tiempo para entrevistarme. La solución sería por escrito o por teléfono. Encantada estaría de conversar sobre el tema que propone. Très amicalement à vous, Janine Vigas”.