Economía

Error fatal

Ante la escasez y los precios altos, la respuesta del gobierno ha sido crear los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). La idea no es nueva ni original. Ignoro si quienes la recomendaron fueron esos presuntos asesores españoles de los que se dice reciben jugosa remuneración, pero uno no sabe, porque la transparencia esencial al control presupuestario en democracia está severamente limitada, cuando no abolida. Pero sea quien sea su proponente, se lo copió de una experiencia que sus propios autores preferirían no haber tenido. Habría bastado que antes de ponerla en práctica, la burocracia roja hubiera pedido opinión a los chilenos.

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Por Ramón Guillermo Aveledo @aveledounidad

Los CLAP son una copia de las Juntas de Abastecimiento y Precios (JAP) que mediante resolución 118 de abril de 1972, hace 48 años, creó la Dirección de Industria y Comercio (DIRINCO) del gobierno de la Unidad Popular presidido por Allende, en cuyo seno se procuraba fortalecer la estructura estatal de distribución y la participación de la comunidad organizada.

“Contra la mafia el pueblo vigila” decían las pancartas.

Las JAP eran definidas como “Agrupación de trabajadores que luchan por mejorar las condiciones de vida del pueblo dentro de cada Unidad Vecinal”, y lo harían “De preferencia esforzándose por lograr un adecuado abastecimiento, velando por el eficaz control de precios y luchando contra la especulación y el monopolio”.

El Partido Comunista se centró en su organización al margen de las Juntas de Vecinos, mientras el MIR y los socialistas formaron Comités de Abastecimiento Directo. Carabineros, equivalente austral de nuestra GN, desconfiaba del mecanismo. En febrero de 1973, un nuevo Instructivo General las reorganizó.

El gobierno debía entregar los productos a cada unidad vecinal y la JAP encargarse de que llegaran a todos. Se empadronó a los vecinos para asignarlos por negocio y evitar las colas. En seguida, hubo cargos de sectarismo. Reclamos de preferencia y señalamientos de corrupción. No siempre fue igual, claro, pero el sistema no funcionó. Los productos eran escasos, y las tentaciones abundaron: favoritismo, ventajismo, aprovechamiento, corrupción.

El gobierno concentró la responsabilidad en sus manos y, por lo tanto, fue blanco de todos los reclamos. Las JAP contribuyeron a su deterioro veloz y al trágico desenlace de septiembre de ese año. Fueron un error. En vez de producir más, distribuir lo escaso a través de la burocracia y el partido. Sería un error fatal.

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