De Interés

La felicidad: sobre el índice mundial de la ONU

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FOTOGRAFÍA: LEO CORREA | AP

“La felicidad, ja, ja, ja, ja,

de sentir amor, jo,,jo, jo, jor,

hoy hacen cantar, ja, ja, ja, jar,

a mi corazón, jo,,jo, jo, jon,.”

(Palito Ortega)

El índice de Felicidad en el mundo, se publica desde el año 2012 por la Organización de Naciones Unidas (ONU). La utilidad del índice no solo está dirigida a la sociedad civil, sino especialmente a los gobiernos, para servir como herramienta de redirección de las políticas públicas, porque al final lo que cuenta, es que los gobernados sean las personas más felices posibles y los gobiernos les ayuden a lograrlo.

En términos generales, el estudio se basa en evaluaciones sobre algunos aspectos fundamentales de la vida, compuesto por experiencias emocionales positivas y negativas que incluyen: los sentimientos o emociones medidas en referencia a un momento especifico en el tiempo, aderezado con “Eudaimonia” (no es una planta natural), sino un término griego que define un sentimiento de significado y propósito en la vida, de estabilidad psicológica. ¿Felicidad?, quizás es el término más cercano a la misma.

Los indicadores del estudio incluyen: El Producto Interno Bruto (PIB) per cápita, apoyo social (medido por la media nacional de las respuestas a la pregunta de la encuesta de la empresa Gallup: ¿si usted estuviera en problemas, contaría con parientes o amigos que los pudieran ayudar cuando los necesite, o no?, expectativa de vida, libertad para tomar decisiones de vida (media nacional de respuestas a la pregunta: ¿está usted satisfecho con la libertad de elección que tiene en su vida?, generosidad (media nacional de las respuestas a la pregunta:¿cuánto dinero dio usted para caridad en el último mes con respecto al PIB per cápita), percepción sobre la corrupción (¿qué tanto está extendida la corrupción en su país?, afecto positivo (promedio de risa y disfrute) y afecto negativo (promedio de preocupación, tristeza y rabia)

 De 155 países, Venezuela ocupó la posición 82. No es una mala posición, ni tampoco implica que estamos en un modo Zen Básico. Lo preocupante es que en la lista de países que más variaron sus posiciones, Venezuela ocupó la última posición. Es decir, que en la comparación de los resultados que van del periodo 2005/2007 con el del periodo 2014/2016, Venezuela fue el país que reportó mayor variación en las posiciones previas. Para la medición del año 2012, estábamos entre las 20 naciones más felices del mundo. (Por cierto, una felicidad que aún me cuesta comprender)

Con independencia de las variables utilizadas en el estudio, el tema de la felicidad da para mucha investigación. Medir la felicidad, puede ser una tarea harto difícil y hacer comparaciones entre países, mucho más. Señalaba en un artículo previo publicado en El Estímulo las reflexiones que hace Yuval Noah Harari en su libro Homo Deus, sobre si la felicidad es una condición biológica, psicológica o las dos al mismo tiempo; y sobre si la felicidad puede ser programada en el futuro como un simple algoritmo.

Lo que parece ser una realidad es que la mayoría de los investigadores del tema consideran que la felicidad tiene que ver en un 50% con la carga genética (entre otros, con la mayor o menor producción del neurotransmisor conocido como dopamina), un 10% con circunstancias tales como: ingresos, estatus social, edad, lugar donde se vive, etc), y el restante 40% con lo que se denomina: “actividad intencional”, es decir, las acciones que decidimos tomar, para siempre buscarnos opciones de bienestar. En tal sentido, un alto porcentaje de la felicidad estaría sujeto a nuestra decisión de ser feliz. (inclusive el tomar la decisión de incrementar los bajos niveles de dopamina, si fuera el caso).

El terreno ha dado para muchas elaboraciones de tesis psicológicas como la del Psicólogo Mihaly Csikszentmihalvi reflejada en su libro “Fluir” que cubre las investigaciones sobre lo que se conoce como “experiencia óptima”. Aquella que se hace satisfactoria porque el sujeto que la experimenta lo hace bajo el estado de “fluidez”, (disfrute profundo, creatividad e involucramiento total con la vida). Este modo de fluir no implica un dejar hacer, y dejar pasar, sino más bien un hacer y un pasar sin complicaciones. Viviendo la experiencia, disfrutándola, sin tratar de entenderla, si no es posible hacerlo.

La mayoría de las personas cuando se les pregunta que quieren de la vida responden: ser feliz y tener mucho dinero. Aunque éste último es bien sabido que no compra la felicidad. Inclusive en exceso podría ser un obstáculo para alcanzarla. Para los estudiosos del tema, es válido que queramos ser felices, siempre y cuando no implique desarrollar ansiedad e infelicidad en la búsqueda de la misma.  También los estudiosos del tema, gurús, y líderes religiosos, sobre todo en el mundo oriental, afirman que el problema de la felicidad es que la buscamos siempre afuera, cuando en realidad la tenemos que buscar dentro de nosotros mismos.

Pero volviendo al Indice de Felicidad y el papel de los gobiernos en la mejora de ésta, lo esencial es determinar en primer lugar: ¿Qué tanto les importa a los gobiernos la felicidad de sus pueblos? (más allá de la creación de inservibles estructuras burocráticas y lemas pasados de moda), y, en segundo lugar: ¿Qué medidas efectivas toman para crear un ambiente que les permita a sus poblaciones perseguir la felicidad sin morir en el intento?

Toda la evidencia sobre este tema muestra que la felicidad tiende a darse con más frecuencia, con las respectivas excepciones, en los entornos de países desarrollados en donde el acceso y la distribución de alimentos, el acceso al sistema de salud, la educación de calidad, la seguridad, la disposición de espacios públicos para la recreación y el esparcimiento, entre muchas otras variables, son óptimas y en donde los niveles de capital social son altos y los niveles de corrupción son bajos (me da un respirito saber que los corruptos pueden ser las personas más infelices del mundo después que pasa su shock inicial de alborozo, regocijo, entusiasmo, algazara, exultación y  alegría de hacerse de los dineros públicos)

Para el Lama Yongey Mingyur Rinpoche, considerado inclusive científicamente, como uno de los hombres más felices del mundo “lo más problemático es que la mayoría de la gente no tiene una idea clara de qué es la felicidad, y en consecuencia se la pasa creando condiciones que la llevan de nuevo a la insatisfacción que tan desesperadamente tratan de eliminar.” Esas palabras son aplicables a nosotros como nación. Repetimos incansablemente los mismos errores a todos los niveles confiados en que nuestras tradicionales reservas de felicidad son una válvula de escape que durará eternamente. Ya vemos que no es así.

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