De Interés

Carloz Ruiz Zafón: “Somos lo que podemos comprender”

Carlos Ruiz Zafón terminó su saga. Esa metáfora que subyace en el cementerio de los libros olvidados, esa que habla sobre el significado de la palabra y el mundo de las ideas, llegó a su última resolución con El laberinto de los espíritus (Editorial Planeta).

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ruiz safón
Fotografía: David Ramos|Cortesía

Precedido por La sombra del viento (2001), El juego del ángel (2008) y El prisionero del cielo (2011), el libro, que salió a la venta en España a mediados de noviembre del año pasado con un tiraje inicial de 700.000 ejemplares, pone fin a esas obsesiones literarias y emocionales de los distintos personajes que confluyen en una enigmática Barcelona.

—Entre tantas sagas en la literatura y en el cine, ¿dónde queda la intención de su tetralogía?

— La intención no es otra que contar una buena historia del mejor modo en que soy capaz de hacerlo, de crear un universo literario y unos personajes que interesen y estimulen al lector. La idea original, el desafío, era crear también ese laberinto de historias interconectadas que permitiese explorar un mundo de ficción a modo de experiencia caleidoscópica, con múltiples perspectivas y ángulos. Ese era el proyecto inicial y de ahí su estructura.

—¿A qué respondió la estructuración de la historia?

— Ya que el cuarteto de libros aspiraba a ser, entre muchas cosas, un gran homenaje a la literatura y también una reflexión sobre su proceso, me pareció interesante el poder crear un registro nuevo en el que se combinasen todos los géneros clásicos y se experimentase en su mestizaje.

—Con El laberinto de los espíritus se despide de 15 años de trabajo, ¿cómo fue ese adiós?

—Placentero. Porque me deja con la sensación del trabajo hecho y con la certeza de haber podido completar un proyecto complejo exactamente del modo en que lo había soñado.

—Buscó los temas clásicos de la literatura, ¿considera que lo ha logrado?

—Estos libros abordan los temas clásicos en los que, claro está, se incluye la condición humana en toda su complejidad. Si lo he logrado o no deberán decirlo los lectores.

—La memoria y la identidad son elementos presentes en su obra, ¿cómo las define en esta época de éxodo e inmediatez?

—La identidad viene definida por la memoria, de lo aprendido, de lo experimentado y lo conocido. Somos lo que recordamos, lo que aprendemos y lo que podemos de comprender. Cuanto menos avanzamos en esos tres frentes, menos somos.

—¿Ser un autor leído por más de 25 millones de personas en el mundo modifica su responsabilidad como escritor?

— La responsabilidad es la misma le lean a uno 25 millones de personas o 25. Hacer el mejor trabajo del que uno es capaz y esforzarse al máximo para merecer la atención y el tiempo del lector.

—Ha mantenido desde hace años una relación íntima con la figura del dragón, ¿se ha convertido en un refugio?

— No es un refugio de nada. Simplemente me gustan los dragones y los colecciono desde que era niño. Barcelona, donde nací y crecí, es ciudad de dragones y quizás por eso siempre me han despertado la simpatía. Pruébelo. Ponga un dragón en su vida…

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