Ganador del Premio Príncipe de Asturias a las Ciencias Sociales en 2005, fue una pluma prolija en temas relacionados con la democracia, los partidos políticos, la ingeniería constitucional, el pluralismo y el inadecuado uso de los medios de comunicación masivos para la política y los ciudadanos.
Como homenaje quise hacerle una entrevista imaginaria, contextualizada en Venezuela, basada en el contenido de algunos de sus libros.
Venezuela se encuentra absolutamente polarizada. La situación política y económica no mejora y la comprensión de los problemas y la búsqueda de soluciones se hace cuesta arriba.
– ¿Necesitamos ser más pragmáticos?
“El pragmatismo es un estado del sistema de creencias. Contraponer ideología y pragmatismo como una presencia frente a una ausencia de creencias ante las cosas políticas, equivale a decapitar el problema en su inicio”
-¿Pero se puede abusar de las ideologías?
“Bueno, cuanto más abstracto es un sistema de creencias tanto mayor la manipulación y libertad de maniobra permiten a las elites. También, cuanto más trasciende un sistema de creencias los limites espaciales y temporales accesibles al sentido común, y por lo tanto está caracterizado por una inclusividad de tipo global, requiere en mayor medida ser interpretado por las elites y les facilita el control sobre las masas.”
-Las relaciones entre el parlamento y el poder ejecutivo en Venezuela son claramente conflictivas. ¿Cómo ve usted el papel del parlamento en un país como Venezuela?
«Bueno no solo en Venezuela, en cualquier país del mundo. “El papel del parlamento se hace, poco a poco, cada vez menos claro y cada vez menos unívoco. A partir de este punto el parlamento se transforma cada vez más, inevitablemente, en un órgano bifronte que debe ser muy diestro en una posición de equilibrio nada fácil. Los parlamentos deben representar siempre a los representados, de acuerdo; pero también deben representar y tutelar las exigencias del Estado.
«Una vez que parlamento y gobierno se disputan una misma ubicación, y por consiguiente intentan conseguir funciones y atribuciones no bien diferenciadas, de ello se deriva, o de hecho se han derivado, extrañas mezclas de ideas, sobre todo la extraña y confusa idea de que gobernar equivale, grosso modo, a legislar.”
-Profesor, ¿Puede definir la democracia?
“Definir la democracia es importante porque establece qué esperamos de la democracia. Si optamos por definir la democracia de forma irreal, nunca encontraremos realidades democráticas. Y cada vez que afirmamos “esto es democracia” o esto “no lo es”, está claro que el juicio depende de la definición o de nuestra idea acerca de qué es, qué puede ser o qué deber ser la democracia.
Es importante distinguir el ser, del deber ser en la democracia. Si se enreda y trampea el ser con el deber ser se confunden las cosas. La demostración seria de la existencia de la democracia exige dos formas de confrontación: una vez entre los ideales y otra, por separado, entre los hechos. En cambio, la falsa demostración junta y entrecruza los emparejamientos de la siguiente manera: comparando los ideales (no realizados), con los hechos y las fechorías.”
-Pero profesor Sartori, a veces los ideales no son realizados porque no están bien sustentados y cualquier disenso activa una cacería de brujas?
«Si, y así “hemos puesto en marcha una caza de brujas circular, donde el cazador y cazados son todos igualmente brujas. Si lo mío es ideología, también lo de mi oponente es ideología. Si yo tengo sólo dos ojos, tampoco es que mi oponente tenga tres. Falsa conciencia la mía, falsa conciencia la suya. De este modo no sólo invertimos tiempo y energía en vano, sino que retrocedemos cada vez más en el saber. Y lo que es peor, de esa forma sólo conseguimos poner bajo acusación cualquier argumento sin argumentos. Es un verdadero paraíso para la subcultura, pero un auténtico desastre para la cultura verdadera.”
-¿Cómo se determina la utilidad o no de las ideas en el ejercicio político? Pareciera que en varias latitudes escasean, especialmente en la nuestra.
“Que quede claro: una idea no es cualquier cosa que nos pasa por la mente. Estas “ideítas” ciertamente no escasean. Pero en el significado serio e importante de la noción de las ideas son el producto terminado de la razón, el fruto de pensar razonando. Por lo tanto, una crisis de ideas es una crisis de la comprensión, crisis del saber y también, de paso, del saber hacer. Mientras nosotros estamos cazando brujas (y nos empeñamos en cruzadas fútiles), los hechos, los verdaderos y grandes problemas del mundo real van a la deriva, mal comprendidos y peor afrontados. La otra cara de la crisis de las ideas es el triunfo de la estupidez.”
-Profesor: ¿Qué es para usted la libertad?
“El concepto de libertad es un concepto complejo. En realidad, la libertad no significa el derecho de hacer cualquier cosa. En las democracias modernas la libertad es más bien de carácter negativo que positivo. Es decir, la libertad es el derecho a no ser impedido de realizar cualquier acción que perjudique a terceros o sea ilegal».
-Uno de sus trabajos más difundidos fue Homo Videns, allí usted se posiciona en contra de la televisión, por considerarla mala para la política y la ciudadanía. ¿Es malo estar informado?
«No, de ninguna manera. “Para tener poder, un pueblo necesita estar informado. En la actualidad, podemos decir que el conocimiento que los ciudadanos tienen acerca de los problemas públicos de su país es muy pobre».
«Creemos que es necesario establecer una distinción entre información y competencia cognoscitiva. Si nos atenemos a la política, existe una diferencia entre estar informado y ser cognoscitivamente competente. Un ciudadano puede poseer información sobre los hechos políticos y sobre la política en general, un ciudadano competente no sólo está informado, sino que conoce el modo de resolver los problemas políticos de un país.”
-¿Está la democracia en peligro?
“La democracia es una gran generosidad, por lo tanto, siempre está en peligro. Sin embargo, tenemos que distinguir entre la máquina y el maquinista. Los maquinistas son ciudadanos, y no son nada del otro mundo. Pero la maquina es buena. Es más, en sí misma, es la mejor máquina que se ha inventado nunca para permitir al hombre ser libre, y no estar sometido a la voluntad arbitraria y tiránica de otros hombres. Construir esa máquina nos ha llevado casi dos mil años. Intentemos no perderla. Me preocupan los maquinistas. Nos queda la esperanza de que nuevas generaciones de jóvenes me desmientan. Yo he terminado. Ahora les toca a ustedes. Buena suerte.”