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Vinotinto: ¿Y ahora qué viene?

Las aguas serenas que provocó la alegría de la victoria, la renovación en el cargo del seleccionador por otro proceso mundialista más y la esperanza de lo posible en el nuevo largo camino, marcó el cierre de la participación de Venezuela en el tortuoso premundial de Rusia. La reacción final de la Vinotinto en cuanto a resultados y con nuevos protagonistas, evidencia una posible luz en el oscuro túnel en el que se volvió a entrar después de vivir jornadas en las que el poder competitivo nos hacía sentir más cerca de una evolución real.

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FOTOGRAFÍA DE PORTADA: EFE/Archivo

Venezuela no tendrá más presentaciones oficiales hasta 2019 en selección de mayores. Casi dos años de parón oficial cuentan con una programación mostrada a la FVF por Rafael Dudamel, en la que la actividad preparativa será intensa. Ha dicho a los medios que un mínimo de cinco partidos amistosos en ese tramo es lo que se ha planteado, más allá de las habituales concentraciones en módulos con los jugadores del campeonato local. No dejar que el calor del momento se pierda, consolidar una idea de juego y mantener vivo el hambre de los futbolistas que se han ganado a pulso esas sensaciones, es vital para que no se extravíe este halo de buen momento y se sostenga en el tiempo, en un futuro impredecible, pero perfectamente planificable.
La actividad con las selecciones menores se asegura que será intensa y eso es muy buen augurio. Así como 2016 fue el año clave para los éxitos posteriores de la Sub 20 con tantos módulos, viajes y partidos, el 2018 pinta igual para la generación que recoge el testigo de los subcampeones del mundo. Antes, en noviembre de este año, los Juegos Bolivarianos de Santa Marta serán la próxima parada de la generación Sub 17 del pasado sudamericano, herederos de esa alta cota dejada por los Fariñez, Herrera, Soteldo y compañía, quienes estuvieron cerca de una clasificación mundialista. Y tan importante como la preparación de la selección absoluta es ésta de las menores, que ha puesto en evidencia que mientras más atención se brinde a las formativas, mejores resultados tendrán en las categorías superiores. La pirámide invertida en el crecimiento, debe erradicarse.
Los partidos de preparación deben servir más que para hacer pruebas, para consolidar un estilo, ese que se extravió en el transcurso del tiempo reciente. Una declaración de principios se pudo apreciar en estos últimos cuatro encuentros eliminatorios, donde el saberse fuera de carrera por los objetivos permitió que el grupo se centrara en otros aspectos necesarios de atender para luego darle paso al criterio de competir. Un equipo pragmático, reaccionario, con el orden y el equilibrio como premisa, debe fortalecer ahora las capacidades innegables que tiene de generar fútbol ofensivo.
La materia pendiente para el trabajo preparatorio sigue siendo encontrar la fórmula que permita que el grupo pase más allá del convencimiento de saber atacar a la práctica. Que no se quede solo en intenciones sino que el volcán en erupción de talento que hay de tres cuartos de cancha hacia adelante termine de explotar. Habrá momentos en que la tarea no será aprovechar los espacios para contragolpear sino generar opciones con la tenencia del balón. Ahí es donde Venezuela aún se nota estéril, tanto como el aprovechamiento de las jugadas a balón parado, otrora arma letal y que se antoja imprescindible perfeccionarla a sabiendas de las enormes capacidades que tienen los futbolistas criollos en esta faceta.
Será responsabilidad también de Dudamel alcanzar un acercamiento con aquellos futbolistas que por alguna razón no son parte de las convocatorias, pero cuya presencia si bien no es indispensable, su aporte puede ser importante. Caso específico de Roberto Rosales. El lateral derecho del Málaga ha generado una polémica inconclusa en la que no se conoce a ciencia cierta cuál es su postura sobre su ausencia en la Vinotinto. Sería prudente aclarar un punto en el que solo falta saber de boca del caraqueño por qué no es de su interés estar con la selección. Mientras menos oscuridad exista en la órbita, menor posibilidad de desviar la atención a lo extrafutbolístico se tendrá sobre lo que respecta a la selección.
2018 además significará el año del añorado cambio en la competición del fútbol rentado. Los clubes asumirán, por medio de la Asociación que los junta, las riendas de la organización de la competición, lo que no puede dejar de ser una noticia positiva que sean los mismos protagonistas del espectáculo quienes en adelante monten su fiesta. A pesar de la advertida e indetenible inflación, ha quedado claro que el fútbol parece sobrevivir sin salvavidas en ese picado mar de la economía nacional. Desde esa burbuja, cuya crisis difícilmente se avisora en un país donde los ricos son cada vez más ricos, la nueva Liga deberá atender los adelantos necesarios e imperiosos en comercialización, la mejora inminente en los criterios de toma de decisiones y abocarse a fomentar el real crecimiento de la competitividad de los clubes y sus torneos. Es innegable el surgimiento de nuevos gerentes y presidentes visionarios, pero la consolidación de las ideas y el trabajo mancomunado para lograr el crecimiento del fútbol será el mayor reto a cumplir.

En las oportunidades está la clave del crecimiento. En saber aprovecharlas, sin despistes. El tiempo, el trabajo y la consolidación de las ideas mantendrán despierto el gen de que se puede recuperar el prestigio. Esa será la tarea de Dudamel en este tiempo “muerto” que se avecina.]]>

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