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El naufragio más grande de la historia se encuentra en aguas venezolanas

Al menos 12 embarcaciones pertenecientes a la flota del rey Luis XIV de Francia están en aguas venezolanas. El arqueólogo José Miguel Pérez-Gómez fue el encargado de liderar la investigación y de verificar que se trata del naufragio más grande del mundo y aquí explica y contextualiza las razones

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No se trata de la embarcación más grande ni del evento que más muertos haya dejado, pero es un hecho que el naufragio de la Flota Francesa del rey Luis XIV de Francia, ocurrido en lo que hoy conocemos como el Archipiélago Las Aves durante el año 1678, es el naufragio más grande del que se tenga registro en términos de cantidad de barcos hundidos durante un mismo evento, y fue descubierto por científicos venezolanos.

La investigación empezó en el año 1998 y estuvo liderada por el arqueólogo José Miguel Pérez-Gómez, un destacado científico venezolano adscrito a la Universidad Simón Bolívar (USB) y al Museo Marino de Margarita, cuyos descubrimientos en el Parque Nacional Canaima fueron reseñados recientemente en El Estímulo, ha dado sus frutos más contundentes y confirman un hecho inédito para la arqueología subacuática latinoamericana y para la ciencia venezolana.

Se trata del hallazgo de una enorme flota conformada por al menos 12 embarcaciones pertenecientes a las reservas navales de Luis XIV, cuyo reinado no solo es el más longevo de Francia, sino del mundo.

El archipiélago Las Aves es uno de los cuerpos insulares caribeños que conforman las Dependencias Federales venezolanas. Se trata de una congregación de pequeñas islas situadas entre La Guaira, Bonaire y Los Roques. Fue allí donde se produjo el hallazgo, específicamente en la isla Aves de Sotavento.

Los hallazgos preliminares fueron divulgados apenas hace tres meses atrás en una publicación académica titulada “Underwater and Coastal Archeology in Latin America”, donde figuran más de 80 investigadores latinoamericanos y editada por los científicos Dolores Elkin y Christophe Delaere, en la Universidad de Florida.

Portada del libro de la Universidad de Florida donde en diciembre de 2023 se publicaron los hallazgos preliminares. Fuente: Dolores Elkin y Christophe Delaere.

En este título, Venezuela figura y existe un capítulo dedicado a este importante hallazgo del arqueólogo Jose Miguel Pérez-Gómez, el cual resulta valioso para el país y el mundo debido a las dimensiones del naufragio y su implicación histórica en la región caribeña a finales del siglo XVII. Además es necesario conocerlo porque, en palabras de Pérez-Gómez, «si la arqueología no es pública, no es nada».

El naufragio más grande en su tipo

Según el hallazgo, doce de los treinta barcos que conformaban la flota francesa encallaron en la isla Aves de Sotavento la noche del 11 de mayo de 1678 cuando se disponían a atacar a los holandeses en el marco de la Guerra Franco-Holandesa.

Aunque el conflicto se produjo principalmente en Europa, también tuvo focos en el Atlántico y el Caribe debido a las disputas por las rutas marítimas comerciales.

Estas embarcaciones estaban tripuladas por centenares de hombres, entre oficiales franceses y piratas mercenarios, y aunque la mayoría logró nadar hasta la isla, cerca de unos 200 marineros se ahogaron.

Si el número de muertes fue tan bajo, ¿por qué se considera el naufragio más grande del mundo? El arqueólogo Pérez-Gómez lo explica:

«En lo que respecta a cantidad de embarcaciones encalladas y hundidas al mismo tiempo, y contextualizadas en un mismo lugar, no hay otro naufragio en el mundo más grande que el de la Flota Francesa de Luis XIV, también conocido como el Rey Sol, producido en la isla Aves de Sotavento en Venezuela. Este episodio involucró a importantes barcos de línea que no solo resumían la máxima tecnología de su tiempo, sino que portaban centenares de cañones y un gran número de marineros a bordo».

Según el arqueólogo, el único episodio similar al de isla de Aves de Sotavento fue el de una flota española que se hundió en las costas de Florida cuando navegaba de regreso al Viejo Continente.

Esta flota estaba conformada por 11 embarcaciones y el hecho ocurrió en el año 1715, pero el hallazgo en territorio venezolano se considera de mayor envergadura por tratarse de una flota militar considerablemente más grande, por trasladar más tripulantes y armamento y porque los restos hallados han sido contextualizados arqueológicamente a lo largo de casi 3 kilómetros de arrecife, lo que no ha sido posible lograr con otros hundimientos de semejantes magnitudes en el mundo.

Otro elemento que permite poner en perspectiva la magnitud de este naufragio son los restos armamentísticos que se hallaron sumergidos.

Hasta ahora, se han contabilizado más de 130 cañones en Aves de Sotavento, así como una importante cantidad de anclas de gran tamaño y otros artefactos que, con el paso del tiempo, ya se incorporaron al ecosistema del arrecife. Todo ello pertenece a esta flota.

El hecho de que no existan más cañones bajo el agua obedece a que un año después del naufragio los franceses enviaron una misión de rescate para recuperar la mayor parte de la artillería.

Este archipiélago es un conjunto de islas oceánicas, es decir, que desde su origen nunca estuvieron conectadas a la plataforma continental. La conforman pequeños cayos y arrecifes de barrera.

Ancla de almirantazgo hallada en Aves de Sotavento, muy probablemente perteneciente a la Flota Francesa. Fotografía: Federico Mayoral

Por diversos factores, Aves de Sotavento es una suerte de trampa para embarcaciones. Si es un lugar difícil de sortear incluso en la actualidad, que las embarcaciones cuentan con tecnología de primera línea para enfrentar los impases de altamar, en siglos pasados era más difícil evitar el encallamiento.

El estudio arqueológico de espacios como Aves de Sotavento resulta complejo por el hecho de haberse producido en ellos varios eventos similares en distintas épocas. Esto requiere de mucha minuciosidad, pues dilucidar y describir acontecimientos del pasado en este lugar es comparable a una labor detectivesca, cuando hay tantas evidencias atemporales por diferenciar, especialmente por tratarse de espacios subacuáticos en los que la degradación es mayor que en ambientes terrestres.

El éxito que tengan los expertos que se aboquen a realizar estudios desde un enfoque arqueológico en lugares como este va a depender, entonces, de la rigurosidad metodológica aplicada.

Una metodología de vanguardia

Para verificar la autenticidad de los relictos de este naufragio, Pérez-Gómez y el equipo de profesionales combinaron distintas técnicas que van desde la documentación histórica, el uso de imágenes satelitales, hasta la exploración subacuática utilizando equipos de buceo. Todo el despliegue data de 1998, año en que empezó el estudio.

Uno de los momentos cumbre de la investigación fue el hallazgo en tierra de uno de los cañones pertenecientes a la flota hundida, que fue removido y trasladado a La Guaira. El descubrimiento lo hizo el profesor José Miguel Pérez-Gómez, y le cuenta a El Estímulo sobre la experiencia:

Cañón perteneciente a la Flota Francesa, hallado en Aves de Sotavento y trasladado al club Playa Grande en 1973, en La Guaira. Foto: José Miguel Pérez-Gómez.

«Resulta que un ciudadano francés residenciado en Venezuela, el Sr. Gilbert Cuenod, tenía conocimiento sobre un cañón de hierro que fue trasladado desde Aves de Sotavento hasta un club de playa en el litoral central. Yo me entero de esto y me pongo en contacto inmediatamente con el Sr. Cuenod, quien me contó cómo fue recuperado el cañón en el año 1973 y llevado hasta el club Playa Grande en La Guaira. Esto amerita que los arqueólogos no solo debamos documentar, sino también explicarle a la gente la importancia de no remover este tipo de objetos antiguos de sus contextos originales, pues estudiarlos en sus sitios de origen nos permite a los arqueólogos dibujar el pasado con más precisión«.

Otras técnicas también fueron aplicadas por el profesor Pérez-Gómez y su equipo de investigadores para alcanzar un mayor nivel de detalle en este estudio.

Una de ellas fue el proceso de digitalización y análisis computarizado de un mapa desconocido, encontrado en un libro raro durante la investigación por el profesor Perez-Gomez en la biblioteca de Huntington, en San Marino (California), el cual no solo le dio espacialidad al hecho, sino que ofreció otros datos clave, que hasta ese momento no eran bien conocidos, como los nombres de los navíos que se hundieron y de sus capitanes, su posición en el arrecife, la cantidad de hombres a bordo, el número de cañones de cada barco y hasta el número de víctimas del naufragio.

Pérez-Gómez cree que es de suma importancia que se produzcan más hallazgos como este, pues la evidencia in situ es la que le imprime mayor autenticidad al relato histórico.

Mapa del naufragio de la Flota Francesa en Aves de Sotavento. Fuente: The Huntington Library

Sobre ello comenta: «Es importante registrar cada hallazgo y hacer los estudios correspondientes para luego poder divulgarlos y que esta información arqueológica se correlacione con las fuentes verificadas. Si bien es cierto que tenemos una amplia narrativa histórica sobre casi todos los naufragios que existen en aguas caribeñas y venezolanas, los registros arqueológicos son prácticamente nulos. Cada naufragio tiene una historia que contar y los hallazgos arqueológicos están llenos de contenido patrimonial. Casos como el del naufragio de la Flota Francesa prácticamente cambiaron la historia, pues si los holandeses hubiesen sido atacados con éxito, muy posiblemente hoy lo que es Aruba, Curazao y Bonaire serían provincias francesas y no holandesas”.

A este trabajo le da mucha más fuerza y criterio el haber contemplado una etapa de levantamiento de información in situ.

A lo largo de las dos décadas que abarca el estudio, el profesor Pérez-Gómez tuvo la oportunidad de llevar a cabo distintas jornadas de buceo en el lugar del naufragio. En el proceso, se pudo constatar la cantidad de barcos hundidos a partir del conteo y localización de los “balastros”, que eran piedras colocadas en el fondo de los navíos para servir de contrapeso y de estabilizadores durante la navegación.

Pérez-Gómez señala que el estudio de los balastros es clave en la arqueología moderna, pues a estas alturas ya no quedan vestigios de la madera de las embarcaciones hundidas, y son estas piedras agrupadas las que permiten identificar el sitio de naufragio con exactitud, así como otros datos de interés, como el tamaño del barco o el lugar de manufactura de cada barco, a través de estudios petrográficos que son capaces de determinar el origen geológico de estas piedras.

Balastros sumergidos en el arrecife de Aves de Sotavento que indican el lugar del hundimiento de una de las embarcaciones. Fotografía: José Miguel Pérez-Gómez

La arqueología como oportunidad de desarrollo para Venezuela

El arqueólogo Jose Miguel Pérez-Gómez es optimista en cuanto a lo que representan los descubrimientos arqueológicos para el país y considera que debe constituirse como una invitación a los jóvenes venezolanos para que vean en el mundo de la arqueología una oportunidad de trabajo y crecimiento profesional.

“Para Venezuela este hallazgo es fundamental, pues ayuda a consolidar el conocimiento de los acontecimientos históricos producidos a lo largo y ancho de nuestras costas. Esto debe estimular nuestro sentido de identidad y de pertenencia como nación, pues nos hace partícipes directos de hitos históricos relevantes. El naufragio de la Flota Francesa en Aves de Sotavento involucra protagonistas de otras naciones, pero que esté en aguas venezolanas nos convierte en custodios de un fragmento de la historia del mundo y eso es algo que como venezolanos debemos valorar positivamente”.

Explica José Miguel Pérez-Gómez.

Actualmente las universidades atraviesan una crisis sin precedentes y algunas ciencias, como la arqueología o la geografía, van a tener preocupantes déficits de profesionales que desempeñen el necesario estudio de sus respectivos campos en el futuro.

Es por ello que este descubrimiento arqueológico forma parte de una amalgama de investigaciones que deben ser capitalizadas por el Estado venezolano como una invitación efectiva a las nuevas generaciones para integrar las filas de arqueólogos, antropólogos, geógrafos e historiadores y demás perfiles arraigados en las ciencias sociales que contribuyan a comprender los contextos históricos, el espacio geográfico y los procesos sociales que han definido a la humanidad a lo largo del tiempo.

«En cuanto al futuro, definitivamente este descubrimiento no solo es significativo, sino que marca una pauta y envía un mensaje a las venideras generaciones de arqueólogos venezolanos, a quienes desde la Universidad Simón Bolívar y el Museo Marino de Margarita les comunicamos que aquí en Venezuela hay mucho trabajo por hacer y que el campo de la arqueología subacuática aún no ha sido desarrollado»

Comenta el investigador.

«Todo el patrimonio cultural sumergido en nuestras aguas territoriales debe servir para la motivación y formación de nuevos arqueólogos, técnicos en el manejo del patrimonio cultural, investigadores, restauradores, museólogos y expertos en tecnología de avanzada que en general contribuyan al estudio, divulgación y protección de estos importantes legados culturales de Venezuela y el mundo», expresa.

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