Deportes

¿Por qué Caracas Fútbol Club quedó fuera de la Copa Suramericana?

¿Por qué quedó eliminado Caracas? El saber popular advierte que la victoria tiene muchos padres mientras que la derrota es huérfana, bastarda. Pero el pueblo se equivoca y mucho, más de lo que los demagogos quisieran aceptar. Por ello, para encontrar los orígenes de la catástrofe del Caracas FC ante uno de los equipos más underground de la Copa Sudamericana, no hay que caer en la tentación de quedarnos sólo con que fue un mal partido. Claro que lo fue. Pero hay mucho por revisar.

Publicidad
por: jován pulgarín e Ignacio Benedetti | fotos: EFE

Primero aclaremos que este fútbol no ha ganado nunca nada. Digo, porque ya basta de hablar de rivales sin tradición. Nosotros, nuestros clubes, son justamente los que carecen de medallas y linaje. Capiatá, con toda la liviandad que supone su corto recorrido, forma parte de una sociedad futbolera que es, que existe, y que merece el respeto de aquellos que aún luchamos por existir, por ser. El carácter de tragedia no viene entonces por la entidad del equipo paraguayo sino por nuestras propias miserias, que sí que existen y pesan. El horror no es consecuencia del resultado sino de situaciones que se repiten sin que tomemos nota. Y ahí se nos va la vida, que es lo mismo que el fútbol. Seguimos tropezando con la misma piedra.

¿Cuantas veces más debemos señalar que los defensores criollos se equivocan al querer defender SIEMPRE corriendo hacia su propia área. El primer gol del equipo paraguayo es un claro ejemplo de ello: los jugadores corrían a proteger a su arquero mientras que los paraguayos manejaban la pelota sin mayor oposición. Y ya sabemos como ea esto: jugador que recibe libre de marca podrá pensar más y mejor.

¿Cual es la alternativa? Defender corriendo hacia adelante. Esto quiere decir que una vez que el equipo se ordene en determinada zona del campo, ahí saldrá en búsqueda del rival. El esfuerzo debe ser colectivo y demanda una fuerte carga cognitiva, pero si un jugador falla o se desvincula de la dinámica grupal, el experimento se viene abajo, se rompe la telaraña.

caracas2

Alguien me decía que no estamos preparados para ejecutar una presión en zona defensiva, pero basta con repasar al Zamora de Noel Sanvicente para darnos cuenta que para triunfar no es necesario que el pressing sea «alto», sino que se haga y sea acorde a los jugadores. Si poseo galgos estilo aquel Zamora o el Madrid de Mourinho, la presión baja seguramente será nuestra mejor arma.

Hay que acotar algo: se presiona al rival con la intención de robarle la pelota y atacar. ¿Usted recuerda alguna imagen similar en el partido ante Capiatá? No, y eso pasa porque Caracas prefirió ser un agente reactivo, que respondiera. Por eso esperaba y respondía.

Caracas eligió refugiarse cerca de su portero sin que eso supusiera una rápida reacción a las intenciones paraguayas, y peor aún, fue víctima de esa equivocada formación que lleva a los futbolistas a defender corriendo hacia atrás, movimiento contrario al pressing.

¿Entonces no hay responsabilidad del entrenador? Sí la hay. La elección de los jugadores y de la idea de juego es su área de influencia. Para el partido más importante del año, Eduardo Saragó decidió modificar el esquema, pasando de una sociedad de volantes mixtos integrada por Mea Vitali, Andreutti y Di Giorgi, dejando fuera a Andreutti, en favor de una con mayores posibilidades ofensivas. Pero a pesar de lo que la primera imagen sugería, el equipo no jugó bien ni superó los registros anteriores.

caracas4

Cholo Simeone, cuando dirigía River Plate, contaba que en sus días de jugador de la Lazio de Italia, y previo a un derby frente a la Roma, su técnico, Sven Goran Ericksson, decidió hacer cuatro o cinco cambios con la intención de minimizar el rendimiento de su rival. La Lazio perdió aquel partido por goleada y el hoy técnico del Atlético de Madrid se juró a sí mismo que si algun día le tocara dirigir partidos de esa magnitud, no haría cambios tan profundos.

Ningún entrenador cambia para perder, pero en el caso de Saragó la propuesta salió contraria a sus intenciones. No pudo potenciar el rendimiento de su mejor futbolista – Rómulo Otero – y otros como Cure y Farías parecían no comprender la intensidad del encuentro.

¿El árbitro tuvo peso? No. Su actuación fue como la de todos los jueces en el continente: de regular a mala, pero no se perdió la clasificación gracias a su mediocridad. Caracas quedó eliminado porque no supo jugar, no quiso jugar y no pudo nunca comprender que la superioridad futbolística se ejerce en el terreno y no en los perfiles de wikipedia.

El análisis de @elpulgarín

Las razones por las que un equipo pierde o gana son tantas como subjetivas. Por lo tanto, numerarlas realmente es un capricho del analista. Sin embargo, hay errores puntuales que, sumados, conspiran en la búsqueda de un resultado positivo. He aquí pues, los más resaltantes de la derrota de Caracas, 3-1, ante Capiatá, que significó su eliminación de la Copa Suramericana.

1- Cambiar la idea. Eduardo Saragó, con la llegada de Miguel Mea Vitali y Giácomo Di Giorgi, impuso un nuevo modelo de juego en el Caracas. El «trivote» en el mediocampo, que cobraba movilidad con Ricardo Andreutti, parte de la idea de controlar los espacios y evitar que el rival los encuentre cuando está en fase de ataque. En el partido más importante de la temporada, el director técnico decidió variar, dejando afuera a la pieza clave: Andreutti. Como resultado, el equipo se vio fuera de guión; los volantes corrían detrás de jugadores y balón como pollos sin cabeza.

2- Adelantarse a la realidad. En correspondencia con lo anterior, Saragó preveía que después del empate 1-1 en Paraguay, la visita buscaría el partido en el estadio Olímpico desde el inicio. En esa apuesta, la presencia de Rómulo Otero, Dani Cure y Edder Farías, teóricamente, serviría para superar a una defensa fuera de posición o «jugada», después de la recuperación. Sucedió todo lo contrario. Capiatá fue un equipo inteligente, serio y concentrado. Arriesgó muy poco en los primeros 45 minutos. Sabía que solo necesitaría un gol para clasificar, así sucediese en el descuento. Lo consiguió en el 26.

caracas3

3- La soledad de Rómulo Otero. Fue sencillo para el rival aislar a una presa en extinción. La constante presión sobre el mejor jugador del Caracas incidió en la frustración colectiva del equipo local. Verlo buscar balones en la primera zona de volantes resume la tarde del Caracas. Capiatá sabía que lejos del área su aporte es mínimo. De hecho, la mejor contribución del volante en el primer tiempo fue un disparo libre muy centrado.

4- Los cambios. O Saragó no confiaba en la banca o simplemente erró en la lectura del partido. No se entiende que, con la necesidad de darle vuelta al partido, Vitali y Di Giorgi siguieran en el campo. Después de la expulsión, ya sí era lógica la presencia del segundo, que también puede servir de lateral o central. Allí terminó jugando, de hecho. El ingreso de Luis «Cariaco» González fue tan tardía que sus buenos movimientos, cuando ya estaba todo perdido, son simplemente anecdóticos.

5- Las dudas. Defensa y volantes de contención se transformaban en un acordeón cuando rivales como Carlos Ruiz Peralta o Fabio Escobar intentaban pisar su área. O veían al jugador o a la pelota, nunca cerraban el espacio. De esa indecisión llegó el primer gol y la jugada que termina en un centro para el segundo. Como en un examen final, cuando las dudas inician, se nubla la mente y se contagia la irremediable incertidumbre. Esa incertidumbre acabó con el equipo Rojo, de Alain Baroja, su portero, al cuerpo técnico.

Publicidad
Publicidad