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Cristiano tampoco será eterno

Es insólito que Lionel Messi tenga 27 años y sea el máximo goleador histórico de la liga española. Es insólito que Cristiano Ronaldo ha hecho todo lo que ha hecho y no haya cumplido todavía los 30 (lo hará el 5 de febrero). Cristiano tuvo un mejor 2014, pero el domingo, con la pelotica imanada al pie ante el Atlético de Madrid, Messi dejó unos cuantos recuerditos para que no olviden cuál es su lugar.

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Estoy convencido de que Cristiano es el futbolista atléticamente mejor dotado y preparado de la historia del fútbol. Lo más asombroso de la manera como terminó el año con el Madrid fueron las enormes dudas que dejó su estado físico antes y durante el Mundial Brasil 2014. Hubo rumores sobre una rodilla en muy mal estado. Son un recordatorio de que Cristiano parece una máquina perfecta, pero solo eso: parece. Cristiano tampoco será eterno. Es finito. Es un ser humano. A partir de los 30 años, no será mejor de lo que ha sido hasta ahora. Tarde o temprano, no le espera otra cosa si no el declive. A menos que me tape la boca y lo alargue hasta los 40, sobre la base de su excepcional condición física, pero habrá una curva de descenso y un final.

En el juego de ida de la Copa del Rey, Carlo Ancelotti lo dejó en el banquillo, lo que para mí es un mal síntoma. En condiciones normales, en 31 de 32 partidos ante el Atlético, Cristiano debió haber salido titular. ¿Está al 100 por ciento en este momento? Cristiano ha desafiado tan prometeicamente los límites de lo humano, y tiene tantos minutos jugados encima, que cada vez que salga a la cancha hay que recordar que también ese recurso se desgasta inexorablemente día tras día y se agotará. Igual hay mérito en plantearle la batalla al deterioro.
El físico típico del futbolista es similar al de un atleta de mediofondo, resistente pero visualmente discreto. Cristiano es el único futbolista que yo recuerde que se ha sacado la camisa y luce unos pectorales y una musculatura de una definición digna de otro deporte más explosivo. Mi familia es de origen portugués, de la misma islita de Madeira de donde es Cristiano, y Cristiano es el portugués menos portugués que conozco, porque en él nunca ha habido espacio para una falsa humildad en una cultura donde la modestia es un valor central. Hay gente que no tiene ninguna necesidad de ser humilde, como Cristiano o el pelotero Alex Cabrera. Quizás el ego fantástico y colosal (y para mí admirable, lo admito) de Cristiano es una reacción a su propio entorno cultural.

La discusión sobre si Cristiano es mejor que Messi, o viceversa, resulta mezquina. Siempre he preferido a Cristiano como representación del superhombre de Nietzche, aunque entiendo perfectamente a los que no. Ambos han sido jugadores de videojuego, y por supuesto, miles lo han pensado antes que yo. Cuál de los dos prefieres depende un poco de la visión que tengas de la vida. Messi responde un poco al discurso romántico, reivindicativo e izquierdista del fútbol: el chiquitico que puede triunfar por encima de sus limitaciones, la victoria de la técnica y la inspiración genial sobre la fuerza bruta. Cristiano complace un gusto más pragmático e integral. Sin ir más lejos, compare a Cristiano como producto comercial con Messi como producto comercial (le coloco un montaje fotográfico como ejemplo). Puedo admirar su magnífica técnica como futbolista (ahora regatea menos… ¿da más flojera regatear a medida que uno envejece?), pero también valores físicos menos idealizados que me parecen igualmente admirables, como la potencia, la velocidad y la disciplina (en el fondo, un placer) para cultivar cotidianamente la anatomía propia. Cristiano, desenterraré esto en 2025 y anhelo que hayas llegado, pero sé que lo harás primero muerto que arrastrado.

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