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Los salvadores de Noel

 La nueva hornada de futbolistas que triunfa en el extranjero ha hecho su aparición en el lapso en que más los necesita Noel. Suertudo.

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No son súper héroes de Marvel ni tampoco los escasamente reconocidos miembros de un cuerpo de bomberos. Ellos no vienen a redimir el mundo de lo perdido ni mucho menos son un grupo rescatista que desciende a rapel por un farallón para levantar un vehículo accidentado. Son simples futbolistas venezolanos que, coincidencialmente, han explotado sus virtudes al mismo momento en sus carreras, justo en el que más es necesitado por el seleccionador Sanvicente.

Y es que el entrenador sigue contando con algo de suerte, esa que le ha permitido, entre otra circunstancias, mantenerse en su cargo a pesar de la debacle de resultados al comienzo de una eliminatoria de la que difícilmente pueda saldar el objetivo para el que fue contratado: acudir al Mundial de Rusia en 2018. La nueva hornada de futbolistas que triunfa en el extranjero ha hecho su aparición en el lapso en que más los necesita Noel. Suertudo.

Aún retumba en los oídos del mundillo futbolístico las palabras predicadas por el técnico nacional cuando reveló horas antes del compromiso amistoso ante Costa Rica, que no sabía aún con qué jugadores iba a contar para la próxima doble fecha del premundial, una que está al caer, en marzo. Es por eso que los goles de Juan Pablo Añor, Adalberto Peñaranda, Jaime Moreno, Gelmín Rivas, Darwin Machís, Rómulo Otero y las buenas actuaciones de otros más son de perlas, justo cuando la carpeta de la convocatoria está llena de asteriscos.

Rompiendo récords vienen: uno quebró la marca de goles en partidos consecutivos para un venezolano en España, otro se convirtió en el extranjero más joven en anidar un tanto en La Liga. El fin de semana pasado, la manada de legionarios hizo la friolera de 13 goles en conjunto, particular cifra que solamente pueden presumir mercados futboleros como el argentino, brasileño y uruguayo. Ese buen momento por el que también atraviesan gran parte de los “firmantes” de la carta que condiciona su presencia en la Selección y este nuevo grupo que pide paso por una oportunidad, es el mejor bálsamo que puede recibir un fútbol como el venezolano tan golpeado en los últimos días.

Justo cuando los tiempos de erradicación del tan abominable y humillante término “cenicienta” estaban viviéndose en una Vinotinto que, aunque siga sin haber ganado nada, al menos era competitiva y deparaba alegrías, apareció el mazo de los resultados para retrotraer las sensaciones a los tiempos del oscurantismo del balompié local. Por eso, cuando muchos implicados en esto se jactan de pregonar que el progreso ha sido equitativo entre todas las partes involucradas (selección, dirigencia, federativos, futbolistas, clubes y técnicos), aparecen los titulares de prestigiosos diarios europeos a deshacerse en elogios por lo que alcanzan jugadores nacidos en la tierra del pabellón (casi extinto) y las colas en los supermercados (cada vez más grandes), contraste enorme con la realidad estructural de un fútbol (el criollo) que hoy por hoy camina por el filo de la desafiliación FIFA causada por la ligereza y los vacíos con los que se adoptaron los reglamentos de competición del pasado Torneo Adecuación.

Los #VenEX de nuevo cuño están comiéndose las uñas por venir a echar una mano. Su hambre de gloria, naturalmente y con marcado dejo de inocencia, aún no está contaminada por los recelos que genera la distribución de los premios que se reparten los futbolistas habitualmente seleccionados. “Quiero hacer algo histórico con mi país”, dijo Añor, quien sin evadir toda la crisis que atraviesa la Selección, no tiene más interés que formar parte de todo ese proceso que alguna vez levantara tanta emotividad para el jugador venezolano. Y así el resto de no “contagiados” con el virus del condicionamiento para acudir a un próximo llamado.

Para ellos ya no habrá vuelos charters desde Europa ni un importante fajo de dólares por acudir a las citas. La crisis galopante golpea a la FVF, que derrochó cuando las vacas gordas (cualquier comparación con la situación país es coincidencia y también, consecuencia) y ahora no sabe cómo dar con los números que garanticen las excursiones de toda la estructura de selecciones en un tiempo mediato. En un marco tan deprimente, aún obviando lo estrictamente deportivo para no hundir más el dedo en la herida, este grupo de imberbes (y otros no tanto), vienen con las ganas de devorarse el mundo.

Ojalá que el papel protagónico que cumplirán muchos de ellos sirva de caja de cambios para lo que ya agotadoramente se ha convertido el juego Vinotinto y que esos titulares que hoy acaparan fuera de nuestras fronteras, sean también reproducidos por sus actuaciones con el seleccionado patrio. En ellos, y en más nadie, están puestas las esperanzas de un resurgimiento. Son los salvadores de Noel.

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