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Entre el apoyo imposible para Zseremeta y la Vinotinto del exilio

El fútbol en Venezuela se mueve por inercia. Por eso, en un mismo día escuchamos al director técnico (DT) de la selección femenina solicitar una liga femenina porque sus dirigidas consiguen mejores resultados que los hombres y al presidente de la Federación Venezolana de Fútbol soltar que la selección masculina podría jugar fuera de casa, los partidos que le tocan de local en las eliminatorias, para recaudar el dinero que hace falta en moneda extranjera.

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FOTO: CARLOS CELIS | CORTESÍA

Si la selección de mayores, que en teoría recibe la mayor cantidad de recursos por patrocinio, no puede subsistir en Venezuela, Kenneth Zseremeta debe hacer sus maletas y marcharse porque lo suyo es un sueño y los sueños, sueños son, como diría Calderón de la Barca. No se trata de merecimiento. Aunque las  chicas hayan clasificado a mundiales y tengan un nivel competitivo,  hoy en día el fútbol femenino no es sustentable. Se entiende que el estratega habla con pasión, pero es inobjetable que los combinados masculinos cuentan con una empatía que no depende de los éxitos sino del negocio propio que impulsa FIFA.

Ya lo hemos analizado con anterioridad, no obstante vamos a repetirlo: las selecciones que participan en las eliminatorias no son realmente equipos que pertenezcan a los países. De la manera que está confeccionada la competencia, las representaciones nacionales son símbolos que gerentes de mercadotecnia saben vender.

Víctor Manuel Mora Mesén escribe en el diario La Nación de Argentina: “La pasión por el fútbol no determina la definición de nuestra cultura o ser nacional. Sin embargo, lo que se dice del fútbol, en particular cómo se verbaliza y se representa (incluso, a nivel de la imagen), y cómo se incluyen otras expresiones culturales en sus ritos y la forma se inserta en el sistema económico actual, tiene que ver directamente  con nuestra manera de entender el mundo y los anhelos personales y colectivos”.

Alejandro Martínez Gallardo, del blog Pijama Surf, firma un interesante artículo titulado “¿A qué se refería Borges cuando dijo que el “fútbol era estúpido” y era el deporte más popular porque “la estupidez es popular”?”. En él, desarrolla la siguiente idea: “El fútbol es uno de los más grandes negocios que existen, tan redondo como el balón. Participan organismos como la FIFA, comités organizadores, federaciones locales, televisoras, agencias de marketing y de promoción de los jugadores, apostadores, equipos y jugadores (que, aunque disfrutan brevemente del endiosamiento de la imagen son, a fin de cuentas, sólo instrumentos para la diseminación de una propaganda aspiracional, similar a lo que ocurre con los modelos de artículos de consumo: en México incluso son vendidos a equipos en un «draft» que se apoda «mercado de piernas», sin que los jugadores puedan decidir si quieren ir o no a tal equipo)”.

Continúa Gallardo: “Indirectamente, uso político, también participan los países con sus gobiernos y las grandes corporaciones alineadas que dictan el sistema financiero global. Los países se sirven del aglutinamiento de identidades que el fútbol genera y de la distracción masiva que les permite manipular la agenda de noticias, desactivar conflictos, diluir críticas o llegar a acuerdos y pasar leyes fast-track. Las corporaciones y el sistema capitalista tienen evidentemente el usufructo del frenesí de consumo que generan eventos como el Mundial, pero además también basan de manera sustancial su estrategia de branding en este evento, que es percibido como el culmen de las asociaciones positivas y profundas en la psique del consumidor: es el momento de bombardear con el fin de invadir tautológicamente el inconsciente del sujeto programable y congraciarse con él. (Los que no se benefician de esto son las comunidades locales, como ocurre con el pueblo brasileño ante los gatos excesivos del Mundial 2014: es un deporte del pueblo, pero un negocio elitista)”.

Miles de kilómetros más arriba, el columnista y político mexicano Carlos Arce Macías ahonda en el tema: “A su vez, la FMF (Federación Mexicana de Fútbol), es miembro, como muchísimas otras federaciones, de una organización privada, la poderosísima FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociación), fundada en 1904, que cuenta con más federaciones afiliadas (209), que países incorporados a la ONU (193). La FIFA es la organizadora del Campeonato Mundial de Fútbol. Se trata pues, de un negocio particular, diseñado y confeccionado entre privados”.

Llama entonces la atención, como los pueblos han caído en la engañifa brutal, de equiparar a la representación de un grupo de empresas que se dedican al negocio del fútbol, con los símbolos nacionales del país. La Selección Nacional, que acaba de perder frente a los Países Bajos, no Holanda, no representa a México, no se dejen engañar, sino a las organizaciones privadas que se dedican al negocio de las patadas. Así partiendo de esa premisa, podrán ver con mayor tranquilidad los innumerables juegos de la selección tricolor, que al cabo no irá de por medio el honor de la patria. No hagan drama.”.

El negocio es tan grande que todos los directivos latinoamericanos metieron, literalmente, la pata. Robert Capers, fiscal norteamericano que sigue el caso del FIFAgate y por el cual Rafael Esquivel fue extraditado a Estados Unidos, señaló el año pasado en un informe que “todos los federativos de FIFA tienen contratos tan lucrativos con organizaciones y transmisión de los derechos de televisión. Hay millones de dólares en pagos anuales que no conocemos de dónde vienen”. El foco de la investigación se centra en la compra de derechos de transmisión en torneos en los que participa Conmebol y Concacaf, como Copa Libertadores y partidos de eliminatorias, incluso del mundial del 2022.

“De 1991 hasta el presente, dos generaciones de dirigentes de fútbol conspiraron para solicitar y recibir más de 200 billones de dólares, a menudo en alianza con dirigentes deportivos y de marketing, que buscaban contratos lucrativos”, señaló la fiscal general de Estados Unidos, Loreta Lynch, luego de las 16 detenciones de personalidades que trabajaban directa o indirectamente en el balompié.

A pesar de que la lista la conforman nombres de expresidentes o representantes de Honduras, Panamá, Guatemala, Paraguay, Perú, Bolivia, Argentina, Brasil y recientemente se han sumado dirigentes de Colombia y Chile, solo la Federación Venezolana de Fútbol (FVF) presenta un déficit económico después de la detención de su presidente. La encarcelación de Esquivel y la congelación de sus cuentas devino en la famosa renegociación de premios con los jugadores –previa carta de inconformidad y pedido de renuncia del G15-.

Como consecuencia de esa insolvencia, Laureano González, heredero del trono en la FVF, le dijo al periodista Manuel Todea que la selección venezolana podría jugar algunos partidos de la eliminatoria afuera del país, para cobrar en dólares. La necesidad de ingreso de divisas también se debe a que PDVSA no ha honrado su compromiso. Y en este contexto, Zseremeta pide mayor apoyo. Si esto no es una comedia absurda, se parece bastante.

El fútbol femenino no da dinero

No le faltan argumentos al entrenador de la sub-17 femenina, que viene cosechando elogios y resultados en el Suramericano. Venezuela goleó 4-0 a Colombia y prácticamente tienen su presencia asegurada en el mundial de la categoría que se jugará en Jordania. Zseremeta ha hecho una labor titánica desde hace ocho años. Sin mayor apoyo, clasificó a dos mundiales (Trinidad y Tobago 2010 y Costa Rica 2014). Cualquier cumplido se queda corto, sin embargo comete un autogol cuando declara que su selección ha sacado la cara por los hombres.

Antes de profundizar en el anterior punto, debemos revisar el contexto en el que el entrenador de las criollas dio su polémica declaración. A su lado tiene a la prometedora estrella Deyna Castellano, quien lleva en el pecho el logo de PDVSA, la empresa que Esquivel decidió, de manera unilateral, sería el principal patrocinante de todas las selecciones. Luego, bajo la administración de González, se amplió el contrato hasta 2019. Técnico y jugadora toman agua Minalba, marca que pertenece a Empresas Polar, la única que no ha dejado de responder a sus obligaciones.

Según González, PDVSA mantiene una deuda desde 2015 (y aun así, se extendió el patrocinio). De tal manera que la ausencia de recursos para apoyar al fútbol femenino o desarrollar un plan de medios (en esa rueda de prensa sólo está un micrófono de Globovisión) no es culpa de los hombres, sino del administrador. De hecho, si echamos un ojo a la historia, encontraremos que la selección masculina comenzó a trabajar con todos los recursos necesarios apenas en 2008, luego de que César Farías sucediera en diciembre de 2007 a Richard Páez. Cuando Noel Sanvicente parecía que heredaría ese proceder, todo se vino abajo tras la detención de Esquivel.

En conclusión, en el país solo se ha competido sin dar ventaja al resto de rivales de Suramérica en los últimos ocho años. En ese tiempo, Venezuela clasificó por primera vez a un Mundial de cualquier categoría (sub-20, en 2009) y consiguió un cuarto lugar en la Copa América de 2011.

Entonces, el problema del fútbol venezolano no es solo en una categoría, es integral. ¿Sería más atractivo, como plantea Szeremeta, una liga femenina que la actual primera división? Lo dudo. Y no tiene nada que ver con la calidad o con prejuicios. La única manera de que el apoyo a las chicas crezca es que los problemas de lo que hoy existe sean sean solucionados. Sin una selección de mayores competitiva; sin un torneo profesional de calidad (que no de cantidad); sin una segunda división fuerte y sin la implicación de universidades y colegios en la formación de jugadores, difícilmente encontraremos espacio para que un campeonato de mujeres sea exitoso y se mantenga en el tiempo.

La FIFA no se preocupa realmente por el fútbol femenino. Se nota, por ejemplo, en que la campaña Live Your Goals, que anima a niñas y mujeres a participar en la actividad, apenas se inició en 2011 y solo en 2014 se establecieron los diez principios clave para el desarrollo del fútbol femenino. En consecuencia, los programas se generaron para el período 2015-2018.

Kelly O’Mara, de Vice Sports, realizó un artículo que reúne de manera muy didáctica la triste realidad. “Las cifras que mueve el fútbol femenino, no obstante, son relativas incluso en los países donde la disciplina goza de mejor salud. El Mundial de Brasil generó unos 4.000 millones de euros para la FIFA; el último Mundial femenino, disputado en 2011, se consideró un “éxito financiero” cuando apenas había generado 10 millones de euros. Lo único bueno que puede decirse de esta falta de interés e inversión es que de momento ha dado poco margen a la corrupción”.

“De cómo la FIFA ha dañado el fútbol femenino” es un trabajo desgarrador, que no solo deja en evidencia el sexismo de Sepp Blatter (deseaba que las mujeres jugaran con ropa diminuta, como en el voleibol) sino también el desinterés de la misma empresa: los directivos desconocen los nombres de profesionales consagradas como Álex Morgan o Marta, ganadora cinco veces, entre 2006 y 2010, del premio a la Mejor Jugadora del mundo.

O’Mara da unos números que deprimen: “El equipo de Alemania, campeón del mundo en el Mundial de 2014, recibió 31 millones de euros como premio a su gesta, un dinero que fue a parar a la federación germana. Argentina, subcampeona, recibió 22 millones de euros. Solo por pasar de la fase de grupos, los 16 clasificados recibieron 7 millones de euros cada uno. ¿Cuánto ganan las mujeres? El premio total para todos los participantes del Mundial de este año (2015) se estima en unos 13 millones de euros, un aumento de casi 9 millones respecto a 2011. (Julie) Foudy estima que un 75% de las jugadoras, exceptuando las internacionales por equipos poderosos como Alemania y los EEUU, no reciben salario alguno. «Les toca rascar», asegura la ex futbolista”.

Del dinero total que la FIFA le entrega a cada federación, 15% se dedica al fútbol femenino. Esos ingresos no son suficientes, pero serían aprovechados y complementados con recursos propios si La FVF estuviera preparada, mas está a años luz de ello. Solo un cambio total de su estructura podría generar un impacto que permita a los venezolanos ver más jugadoras como Deyna Castellano o Dianuska Rodríguez. Por lo tanto, lo relevante no es qué género representa mejor al fútbol nacional sino cómo se derriba la actual cúpula que dejó Rafael Esquivel. Cuando ello suceda se puede pensar en mejorar las condiciones de cada categoría y en escuchar ideas más brillantes que jugar fuera del país, lo que por derecho le toca a Venezuela en una eliminatoria.

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