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Táchira: el eterno "casi" del fútbol venezolano

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FOTOGRAFÍA: AFP

El lector puede quedarse con la versión que desee: la del Táchira, que tuvo al menos tres opciones claras para dar el golpe en México o la de Pumas, que se encontró con un José Contreras del tamaño de José Gregorio Hernández.

El 2-0 dice que el aurinegro estuvo cerca, muy cerca, de pasar a cuartos de final de Copa Libertadores, pero lo que se vio en la cancha establece realmente muchas diferencias. Pumas fue un equipo, desplegó todos los argumentos futbolísticos que las normas dictan: llegada por las bandas, centros al área, disparos de media distancia, balones a espaldas de los centrales y ese largo etcétera que componen las variantes ofensivas de un rival necesitado de goles. Sin embargo, las buenas decisiones chocaban con un Contreras que parecía Buffon, con 20 años menos.

El arquero venezolano, que fue llevado a la selección por Noel Sanvicente, se convirtió en la figura luego del minuto 13, cuando llegó el gol de Eduardo Herrera, después de un brillante centro de Ismael Sosa.

Antes, Yúber Mosquera tuvo una gran oportunidad. A punto estuvo de igualar lo que realizó en San Cristóbal. Sin embargo, el portero mexicano, Pikolín Palacios, reaccionó y sacó el cabezazo con las uñas. No fue, sin embargo, una constante. La jugada fue esporádica. Después de ella, todo el primer tiempo fue para el local.

No fue un gran partido para Wilker Ángel, ni tampoco para el propio Mosquera. Pero donde más resintió Táchira su juego fue en la ausencia de volantes creativos que retuvieran la pelota, para evitar las rápidas transiciones del enemigo. El Zurdo Rojas apareció en el inicio del segundo tiempo, con un buen disparo que supo controlar Palacios. De resto, el cansancio y el propio ritmo del conjunto mexicano nublaron la claridad mental del 10. Tampoco fue el partido de Sergio Herrera y José Miguel Reyes. El primero demuestra que puede ser una opción en el torneo local, pero su influencia decae en la competencia internacional. Del segundo, más que hoy, se recordarán las oportunidades pérdidas en Pueblo Nuevo.

Por Reyes ingresó Juan Carlos Azócar, un jugador que posee una gran velocidad y estupendo remate. Con estas dos armas generó la más clara. Regateó en el área y con un compañero al lado y el portero de frente, pareció impactar a la grama y al balón. Cómo fuere, allí se fue la oportunidad de complicar al local.

Porque Táchira se aferró a la esperanza de los penaltis. La ausencia de ideas y piernas lo justifican. Cuando faltaban 10 minutos, Sosa, uno de los más claros en conceptos en la cancha, fusiló desde la frontera del área grande para sentenciar la llave.

Un contragolpe frustrado por Juan Carlos Mora resultó en expulsión. Faltaban dos minutos para los 90 y los aurinegros estaban fundidos. Los minutos extras no añadieron mayor emoción. Habrá quien se quede con el análisis de lo cerca que estuvo Táchira, al menos en estadística, de trascender. Sin embargo, basta revisar la hemeroteca para encontrar que la historia del fútbol venezolano siempre se conjuga con el «casi».

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