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Táchira 0 - Caracas 0: hay buenos partidos sin goles

El Clásico fue interesante: no falló la logística a pesar de ser un duelo de alto riesgo y ambos equipos tuvieron un desempeño que los mantuvo alertas. En esta nota Carlos Domingues analiza el partido desde todos sus ángulos

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Fue un buen partido. El duelo de los máximos rivales del fútbol venezolano tenía tintes interesantes en la previa, sobre todo por lo que se jugaba Caracas: a cuatro puntos de Táchira, cuarto en la tabla, cerrando los puestos de clasificación a Libertadores y la zona que da opción a título, era un “no hay mañana” para los dirigidos por Francesco Stifano.

Porque si ganaba Táchira eran siete los puntos de ventaja que sacaría el aurinegro, demasiado lastre para Caracas en sus aspiraciones de meterse en el G4, cuando restan ocho fechas para la culminación del calendario regular. Por eso, si había presión, la tenían los capitalinos, sin duda.

San Cristóbal respondió. Hace mucho rato que aspirar a un llenazo en el templo sagrado es utopía, sabiendo que el aficionado promedio de Táchira tiene el mismo perfil del que emigró de esa tierra. Sin embargo, unas quince mil personas alentaron con fuerza al aurinegro e hicieron que las emociones del clásico se incrementaran, con cada sonoro “¡huy!” cada vez que un remate atigrado pasaba cerca del arco de Alain Baroja.

Nada falló en la logística: 20 puntos para la organización. Ningún desmán. La afición de Caracas viajó sin inconvenientes y disfrutó del choque en la tribuna norte sin problemas. Hubo un comportamiento ejemplar del que fue a la cancha. Ese fue el saldo de haber tenido un plan de seguridad muy bien preparado para un duelo siempre calificado de alto riesgo. 

En el terreno, Táchira fue más. El exceso de prudencia de Stifano coincidió con no poder disponer de su once tipo. Con Guarirapa y Bonsu aún con molestias, Añor volviendo de una crisis renal y sin Notaroberto (suspendido), ganar era necesario, pero salir vivo también. Ese respiro lo da el empate, gracias al excelso trabajo de sus centrales, Quijada y Rivero, los bomberos del atardecer rojo, bastiones para hacer que Baroja no tuviera una noche muy exigente (solo un globo de Chacón lo hizo apurarse).

Un reconocimiento a Stifano por la arriesgada apuesta de poner a un joven volante ofensivo como Bryant Ortega en el lateral derecho. El muchacho respondió con altísima nota ante la responsabilidad de anular a Robert Hernández, quien tuvo que dar paso a Arace porque no pudo nunca superar la buena marca del muchacho.

Pese al 0-0, el aficionado aurinegro se fue contento a casa porque el equipo mostró el mismo ritmo internacional que trae hace rato y generó múltiples y claras ocasiones para ganar el partido. Cova dos veces, Ariano una, Uribe otra, un centro que paseó el área chica, fueron las que tuvo el atigrado en el duelo para ganarlo.

Sin embargo, las figuras fueron su dupla de centrales, Ariano y Gutiérrez, dos murallas que impidieron que Akinyoola y toda la batería ofensiva roja pudiera tan siquiera generar algo de peligro.

A Táchira le toca ahora un trascendental partido en casa por los Cuartos de Final de la Copa Sudamericana. Esa afrenta, sumada a la molestia por la deuda que arrastran jugadores y cuerpo técnico, quizá puedan distraer al atigrado del torneo local.

Ganar también hubiera sido necesario desde ese punto de vista para los de Pallarés, porque sacaban de carrera a su archirrival, se enfocaban netamente en la Copa con un cómodo colchón de ventaja sobre el quinto y el próximo duelo ante Zamora se podía encarar con menos presión.

El 0-0 fue bueno para ambos.

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