Deportes

Vinotinto: Las notas individuales de un grupo eximido

Rafael Dudamel sigue cumpliendo su cometido. La reconstrucción de la confianza dentro y hacia la Selección Nacional avanza y el progreso es notorio en plena competición. Ante Uruguay, Venezuela jugó uno de los partidos más completos de su historia reciente. Esa descomposición que llevó a la Vinotinto a retrotraerse a sus épocas más oscuras, reflorece con el rocío de un buen juego que demuestra que lo emocional influye en demasía en el desempeño en la cancha del grupo.

Publicidad

La noche de este jueves, Venezuela planteó un partido casi perfecto, como aquel ante Colombia en la Copa América de Chile. Dudamel supo explotar el desespero oculto de Uruguay y la arropó con sus mismas ideas. Resalto el derroche de ganas y sacrificio de todos los elementos que vistieron de Vinotinto en el terreno del Lincoln Financial Field de Filadelfia. Una muestra de cooperativismo que devino en la más alta demostración de sentido común (lo que se interpreta de “jugar bien”).

Con la ilusión ya renovada y con todo el grupo comprometido, este primer aspecto ya lleva el check de “cumplido”. Sobre la búsqueda de identidad, las muestras siguen siendo de dar a entender que esta será una Selección que junte el sacrificio con la explosividad, que en la cancha tendrá lucha y brega con orden y buen pie. Queda mucho trayecto para que esto se alcance pero la muestra del prototipo es muy buena y los resultados terminan por darle el aval más convincente. La prédica del seleccionador cuando asumió el mando de mezclar la irreverencia de Páez con el “cuchillo entre los dientes” de Farías, cada vez toma más forma.

En el uno por uno, resalta el colectivo. Nadie desentonó, nadie desencajó. Un partido jugado a altas revoluciones por un grupo que estuvo a la altura de lo que el duelo exigía. Un partido tan redondo que hasta la amonestación de Arquímedes Figuera resultó provechosa para tenerlo limpio en los Cuartos de Final. La ilusión crece y crece.

Dani Hernández: El aspecto en el que más destaca es un intangible: la tranquilidad. Su sobriedad bajo los tres palos, su don de mando en el área que declara suya en cada pelota colgada y el responder en los momentos más apremiantes (un duelo suicida en el piso con Edison Cavani lo resolvió para tranquilidad de todo un país) demuestra con creces que la elección de Dudamel para custodiar el arco es irreprochable.

Alexander González: Cumplió a la perfección el mismo rol que un Roberto Rosales que salió lesionado tenía previsto efectuar. Lo del lateral del Huesca tiene un doble mérito porque saltó del banco sin ningún tipo de dudas a adueñarse del carril derecho de Venezuela. Ganó los duelos contra Ramírez, Silva y “Tata” González y se animó a comandar un par de galopadas de los numerosos contrataques que elaboró el combinado nacional. Esperando los resultados de los exámenes de Rosales, Alexander demostró que no habrá nada que temer si no está sano el lateral del Málaga.

Wilker Ángel: El mejor partido de la era Vinotinto para el valerano. Sobriedad, poder de anticipación, atención al juego y sentido de ubicación, fueron las características que más resaltaron en un partido casi perfecto del jugador del Deportivo Táchira. Con cantos de sirena del fútbol de México (Pumas haría una oferta por él), en Filadelfia se disipó la incógnita sobre quien debe acompañar a Vizcarrondo en el eje de la zaga.

Oswaldo Vizcarrondo: Decíamos el fin de semana que el central del Nantes necesita un partner de confianza en el eje de la zaga para elevar sus prestaciones y ante Uruguay recuperó el pico más alto de su fútbol. Salvo un pequeño parpadeo al comienzo del partido, su presencia en la batalla aérea le permitió ganarla, repeliendo los intentos de una desdibujada Uruguay en faceta de balón parado.

Rolf Felstcher: Se ganó el puesto y nadie se atreverá a asegurar que la apuesta de Dudamel por el rocoso defensor ha sido un total acierto. Bien ubicado, sabe que lo suyo no es de aspavientos y no se complica al momento de tener que espichar una pelota que merodee su zona con peligro. Con menos presencia en ataque que ante Jamaica, impidió que dos monstruos como Carlos Sánchez y Maxi Pereira aprovecharan la banda para centrar con comodidad.

Arquímedes Figuera: La vehemencia con la que va a la marca es el lunar de su desempeño. Una amarilla que lo excluirá del duelo ante México dejó de ser decisiva con el marcador final, pero la amonestación no fue óbice de un destajo de sabiduría de ubicación en la marca. Junto con Rincón armaron un doble pivote que amargó todo el peso de traslado de los medios uruguayos.

Tomás Rincón: Tiró del carro para meterse entre los centrales cuando las urgencias lo ameritaban y por sus botas partían los contrataques criollos que se desmenuzaban en las botas de los atacantes. Su nivel actual está en el punto más alto de su carrera y la Selección lo está aprovechando de una buena vez. Hizo rápida la circulación y se impone en la cancha con la autoridad que un jugador de jerarquía.

Alejandro Guerra: Partido perfecto. Su estado de forma es pletórico y no debe quedar duda de que, hoy por hoy, debe ser uno de los tres futbolistas en mejor forma que actúa en el continente. Comandó con su fino talento los embates ofensivos de Venezuela en el segundo tiempo y su pegada generó el gol criollo. Resta asociarse más con los delanteros para tener en el plantel un mediocampista top.

Adalberto Peñaranda: La apuesta de Dudamel desde el vamos fue justificando su presencia en la cancha a medida que pasaba el partido. Desperdició un mano a mano, sí, que puedo haber liquidado la victoria más temprano, ¡pero es que es un imberbe de 19 años! Desparpajo puro para ganar los duelos contra Maxi Pereira y hacerse notar en el ataque nacional. Terminó exhausto porque su rol fue agotar a los volantes y defensores en perseguirlo.

Josef Martínez: Sin ser decisivo como en los últimos partidos, su juego es desquiciante. Sus movimientos son impredecibles y potencia la labor de romper que cumple Salomón Rondón. Su desgaste preocupa porque no le acompañan ocasiones generadas, pero es que esta Venezuela no es un ramillete de oportunidades en ataque.

Salomón Rondón: El gol es el premio a la insistencia, al permanecer metido en el juego cada segundo. Sigue siendo un nueve sacrificado pero sirvió mucho para desubicar a nada menos que una de las mejores duplas centrales del mundo. Su intervención en el juego va más allá de ser el hombre gol y sin embargo, los goles regresaron a su casillero.

Luis Manuel Seijas: Será el compañero de Rincón contra México en la primera línea de volantes y cumplió con lo justo su rol. Sabía que no podía disminuir la intensidad con la que el colectivo afrontaba el partido y entró para luchar en la recuperación en la zona media.

Rómulo Otero: En el cúmulo de tiempo que ha sumado entre el duelo contra Jamaica y Uruguay, el de Huachipato genera siempre extremo peligro por su desequilibrio natural. Volvió añicos a Maxi Pereira y sigue quedando en deuda con la pelota parada, quizá por lo ansioso que se le nota cunado está en cancha. De ser protagonista en el ocaso del ciclo Sanvicente y comienzos del de Dudamel, hoy está convertido en un arma de choque para buscar cerrar partidos.

Publicidad
Publicidad