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Cable a tierra: El análisis individual de los Vinotinto ante Argentina

Venezuela recobró la confianza, la moral y la competitividad en la Copa América Centenario. Un colectivo que supo responder para levantarse de entre las ruinas en un momento crucial, también falló como grupo en el punto más alto de la exigencia: el duelo ante Argentina en Cuartos de Final. Y es que hasta eso es una virtud: el equipo no anduvo bien en lo grupal, más allá que los errores puntuales e individuales terminaron por dilapidar los sueños de trascender.

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Repito: todo lo positivo que en juego y resultados se obtenía es un saldo a favor enorme para progresar en el crecimiento y recuperación de la identidad perdida. La ausencia obligada de Adalberto Peñaranda en el partido final pareció haber trastocado la activación de la bomba para explotar la solidez argentina. Claro o sin explicar, el ingreso de Luis Manuel Seijas en su lugar cambió todo el dibujo táctico previo y Venezuela se vio incómoda y tempranamente superada. Hasta para un mal desempeño, el grupo se entona en el mismo andar.

Dani Hernández: En algún momento dijo de él Sanvicente que había perdido el ángel. Habiéndolo recuperado bajo la confianza de Dudamel, hoy se extravió de nuevo en Boston. Cómplice en los dos últimos goles, mostró una floja capacidad de reacción en el mano a mano con Lamela y Messi. Un punto aparte muy gris no nubla el desempeño de un seleccionado que recuperó su lugar entre los llamados.

Alexander González: Terminó siendo el hombre de la banda derecha en la Copa por la lesión de Rosales y cumplió con creces. Batalló contra tres (Banega, Gaitán y Rojo) y mantuvo el tipo durante el partido. Ante semejante triple exigencia, es poco probable pensar que tuviera espacios para irse al ataque y sin embargo, lo intentó. Partido correcto.

Wilker Ángel: Su crecimiento es constante y partido a partido se asienta en el puesto titular de defensor central. Aunque le ganaron las espaldas un par de veces, su trabajo particular fue aceptable. Erradicó las opciones aéreas de ataque del rival y se replegó rápido en el retroceso en la retaguardia. Nadie discutirá su titularidad.

Oswaldo Vizcarrondo: Alarma lo reiterativo de sus imprecisiones. Su jerarquía sigue imponiendo respeto en la zaga, pero los fallos individuales siguen comprometiendo el desempeño del colectivo. “Don Regalón” reapareció esta vez en la persona del central del Nantes en una pelota mal entregada a Rincón en la salida desde el fondo. Se mostró más seguro en su zona a lo largo de la Copa pero en el duelo más trascendental, se mostró dubitativo. Tiene en Sema Velázquez una alternativa seria que pide paso pronto.

Rolf Felstcher: De los mejores del partido. Hizo lo que pudo para aguantar las oleadas de ataques que comenzaron con Messi y terminaron con Augusto Fernández y Gabriel Mercado. Una de las notas más resaltantes de la Copa para Venezuela es haber encontrado un lateral izquierdo entre una gama que estaba guardada en el diván. Sin aspavientos, su regularidad resaltó porque no se complicó.

Tomás Rincón: Unas de cal y otras de arena. Fue a pegarle a Messi cuando merodeaba su zona y en unas quitó, pero en otras se vio desbordado. Su doble función (recuperar y entregar limpio) tuvo altibajos a lo largo de todo el partido. Le costó tapar a Banega, pero se atrevió a trasladar la pelota como un futbolista de características netamente ofensivas.

Arquímedes Figuera: El tiempo dirá si de una vez pone freno a su ansiedad en la cancha. No se discute su titularidad porque es un perro de presa a lo Arévalo Ríos en Uruguay, pero abusa de la vehemencia en la recuperación. Cubrió grandes espacios y se desgastó menos que otros porque es un tractor diésel, pero entregó una cómica pelota a Gonzalo Higuaín para que marcara el segundo y con suerte, evitó que le pitaran un claro penal a Messi. Madurar y entender los riesgos del juego será la materia pendiente del indiscutible “5” de la Vinotinto.

Alejandro Guerra: Pelota colgada de gol a Salomón Rondón y no más, pero es que la movilidad de los mediocampistas contrarios lo concentró en labores más de resguardo que de creación. No pudo conducir en ese rol de responsable de llevar las pelotas con desequilibrio a los delanteros, por el mérito rival de desarticularle con simples marcas escalonadas. Se limitó a batallar contra Rojo y en las ocasiones que logró generar fútbol por el centro, se diluía su intento en un mar de piernas blancas y celestes.

Luis Manuel Seijas: El mejor volante zurdo de América en 2015 tomó la decisión errada que lo arrastró al desprecio popular. Advertido sobre la forma particular que tiene el valenciano de ejecutar los penales, a Romero le bastó con no moverse para dejar en ridículo una temeraria acción de cobro por parte del nuevo jugador del Inter de Porto Alegre. Como los suicidas, hay que tener valentía para cobrar de la forma como lo hizo, pero también debe asumir que estaba más que referenciado por los rivales. Con un 2-0 abajo en el marcador y ante la todopoderosa Argentina, el intento fue una trastada. El público le tomará como chivo expiatorio de la eliminación con el agravio del affaire Bousejour en Barinas.

Josef Martínez: Ganó un penal y como siempre, se desgastó en la batalla contra el muro rival. Con un rol más ajustado a tapar las salidas del rival por la izquierda, como un delantero abierto, naufragó en el sentido del juego hasta que se acomodó a su puesto de mediapunta. Maduró con la competencia como para ser calificado como indiscutible en la titularidad.

Salomón Rondón: El mejor ante Argentina. Un gol, una pelota al poste y un remate ajustadito fue el saldo de un gladiador que se batió en cruenta guerra con Otamendi. Recobró su importancia dentro de la Selección y su jerarquía vuelve a estar intacta.

Juanpi Añor: Un par de muy buenas pelotas filtradas dejaron constancia de lo que había mostrado en los amistosos previos a la Copa. Lo usaron de bombero cuando ya la casa estaba destruida por el incendio pero le bastó para poner carácter a pesar de su corta edad. Tendrá más minutos en el proceso eliminatorio.

Yonathan Del Valle: Poco tiempo para ser evaluado.

Sema Velázquez: Poco tiempo para ser evaluado.

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