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Griezmann le roba el martillo de Thor a Alemania

La selección local aprovechó un error de Bastian Schweinsteiger para establecer, desde el punto penal, una diferencia que no conseguía en todo el campo. El mediocampista Antonio Griezmann y  el portero Hugo Lloris impiden la resurrección alemana.

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Algunos partidos de fútbol se convierten en retos para el redactor. Es el caso del Francia-Alemania, que definía al retador de Portugal en la final de la Eurocopa 2016. El choque terminó como empezó: con Griezmann vestido de héroe y Lloris de escudero. En el medio del juego debemos hablar de una Alemania que no pudo o no supo aprovechar el increíble volumen de juego que salió de su zona de volantes.

Sorprendieron los locales al querer imponer sus condiciones desde los minutos iniciales. La máxima representación del dominio fue una gran jugada colectiva que terminó con un remate de Griezmann. Lamentablemente, para su equipo, fue con el pie derecho y ahí se perdió la oportunidad de escribir una historia muy diferente a la que siguió a continuación. Porque Alemania comenzó a girar las cosas a partir del cabalístico ’13. Primero fue Muller, quien llegó tarde y calculó mal un buen centro y después fue Emre Can, el alineado sorpresa de Löw, quien puso a volar a Lloris.

Dimitri Payet intentó responder con un tiro libre a la paliza que Schweinsteiger, Özil, Kroos y Draxler daban en la mitad, sufriéndola especialmente Pogba y Matuidi. Pero el disparo fue tan inocente como el resto de la propuesta que ofrecía el equipo de Didier Deschamps. «Schweini» volvió a exigir a Lloris y el portero respondía como el gran defensor de la NBA, Dikembe Mutombo,: «No, no». Y no tuvo otra vía Francia que encomendarse a los contragolpes. Así asustaron Griezmann y Giroud, sobre todo este último, tras robar un balón en la mitad del campo aunque resolvió con la pobreza del cansancio. No fue una buena tarde para él.

Cuando la mejor noticia para Francia era que se acercaba el descanso, apareció Schweinsteiger. O, mejor dicho, su puño. El juez de línea estaba tan atento como puede estarlo un árbitro cuando el país organizador se juega una final. La jugada se explica por la exigencia del fútbol actual, que trata de imponer, como sea, el físico sobre la inteligencia. También podía fue una respuesta nerviosa a una presión extra. El estrés que llaman. En todo caso, mano fue y Griezmann no repitió la escena de Lisboa con el Atlético de Madrid. Esta vez fue efectivo.

El segundo tiempo comenzó igual que el primero. Giroud tuvo el 2-0 apenas sonó el silbato, sin embargo su resolución fue apática, como desentiéndose de la jugada con un disparo irrelevante. Después de eso empezó de nuevo a martillar Alemania, aunque no era con la herramienta preferida de Thor, sino más bien con la incredulidad del que nunca se imaginó estar en desventaja. Una amarilla de Draxler, tras una falta alocada a Sissoko, ejemplifica el comentario.

Nada le salía a Alemania. Los cabezazos que regularmente perforan paredes, se iban por milímetros por arriba, abajo, los lados… o pegaban en alguna pierna. En este sentido, los fanáticos del Barcelona deben estar contentos con su nuevo fichaje, Samuel Umtiti (22 años), quien firmó un gran partido. El panorama empeoró con la lesión de Jerome Boateng en el minuto 62. Ingresó Mustafi y casi de inmediato Göetz, en un intento desesperado por encontrarle la vuelta a un partido que lucía maldito, para el delirio de los presentes en el Velodrome de Marsella.

Tan maldito estaba, que Francia encuentra el 2-0 en el ’72 y tras un error infantil de esos que uno nunca piensa que puedan suceder en Alemania. El fútbol siempre nos pone en el camino correcto; de esto sabemos mucho y nada. Una pelota perdida en salida, en propia área, deriva en dos genialidades. La primera, un endemoniado recorte de Pogba que dejó sentado a Mustafi y se convirtió en una asistencia para Griezmann. La segunda: el remate del jugador del Atético, que debe verse mil veces. Donde muchos responden con un «balazo» para escudarse ante cualquier crítica, el francés prefirió definir casi con el talón para dirigir suavemente la pelota entre las piernas de Neuer. Allí se acabó el juego.

Y se acabó a pesar de que Alemania siguió tirando centros y algunos balones besaron los postes, e incluso Lloris tuvo otra para lucirse, ya con el tiempo agotado. Francia, contra todo pronóstico, derrumbó al favorito de todas las quinielas. Es un equipo que ha crecido en la adversidad y que necesitaba responder a la gran pregunta de si era capaz contra un rival menos cómodo que los anteriores, incluyendo a la romántica Islandia. Ahora la incógnita es si con este performance Griezmann puede ser un legítimo ganador del Balón de Oro. El título podría colocarlo de primero en carrera, pero de nuevo, como en la Champions League, Cristiano Ronaldo le espera para entorpecerlo.

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