No sé trata de una habilidad menor. Richard Páez supo cómo hacer del discurso un argumento futbolístico, al igual que César Farías. Ambos con estilos contrarios, frente al micrófono y en el camerino. A los dos les une el haber conseguido resultados históricos; Dudamel cuenta con una oportunidad de oro, este martes, para ingresar a ese selecto grupo.
El salón de prensa del hermoso estadio Metropolitano de Mérida se quedó corto ante la cantidad de cámaras y redactores que asistieron a la rueda de prensa. Tuve que quedarme detrás del asistente del recoge cables para poder escuchar el acostumbrado ping pong con los periodistas.
Si Dudamel tiene alguna duda, la discutirá con la almohada. Otra cosa es que no soltara nombres. No obstante, hubo un detalle, para nada menor: el primero que pronunció, al hablar de posibles sustitutos de Arquímedes Figuera, fue el de Yangel Herrera. Los nombró a todos e insistió que cualquiera de los convocados podía hacer el trabajo. Sin embargo, fue al jovencito del Atlético de Venezuela, al que enumeró primero.
Rafael, que bien podría haberse dedicado a la locución, por su perfecta dicción y entonación, sacó pecho al recordar la Copa América Centenario. «Todavía tenemos crédito» y también soltó pildoritas, como «Peñaranda no debe jugar para el público sino para el colectivo». Esto por el rendimiento del peliteñido ante Colombia.
Además de pedirle a un comunicador que fuera más conciso con una pregunta, el estratega le solicitó a Alfredo Coronis, corresponsal de Meridiano, que le «ayudara» a conformar un 11 alternativo, con módulo táctico incluído.
Aunque fue un momento jocoso, fue una respuesta que evidencia la capacidad de Dudamel para salir con humor de un tema que realmente luce complicado.
Porque el país quiere saber quién será el lateral izquierdo, el segundo central y el volante que acompañe a Rincón, ante las ausencias de Rolf Felstcher, Wilker Ángel y el mencionado Figuera. O si tales circunstancias obligarán a reformular el dibujo técnico para que ingrese Rómulo Otero (ojalá y así sea). Y, no olvidemos, es el periodismo el vaso comunicante con ese país.
Las preguntas en una rueda de prensa no son caprichos, aunque nunca falta el comunicador-estratega que divaga 10 minutos sin llegar al punto. Ahora bien, es posible que el técnico de la Vinotinto se dé un chance; es posible que crea -como lo hacía Farías y muchos mas- que adelantar una alineación es darle ventaja al rival. O que haya una lesión por descartar de última hora. Tal vez.
Puede, sí, que Dudamel tenga una gran duda. Quién sabe. Al final es un humano que ejerce una profesión muy ingrata. Si el resultado le es favorable, le dirán genio. Por el contrario, si falla, le reprocaharán tanta reserva.
El comunicador también tiene una labor agria: cuestionar a ver si el entrevistado responde. Si no lo hace, le toca especular con los nombres existentes. Igual: si acierta, es un iluminado. Si yerra, es un «mal informado». Afortunadamente, ninguno de los dos desenlaces son de vida o muerte.
Esto es fútbol y nada más, nunca lo olvidemos.