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Ensayos vinotinto para crecer y competir

La derrota criolla 3 a 0 ante Uruguay hizo revivir a los fantasmas de siempre, aquellos que impulsan la urgencia en un equipo que no ha ganado nada, y que aúpan el rechazo a la construcción de juego en favor de un estilo más primitivo como sinónimo de éxito. En tiempos en que el apellido Clinton está en la palestra, bien vale la pena recordar y adaptar una de las frases del ex presidente norteamericano para encontrar la respuesta a todos los males: es el juego, estúpido.

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FOTO: EFE

Desde la idiotez se propone un debate superficial, ese que intenta aislar o distanciar la eficacia de lo estético; una discusión estéril porque el resultado es analizado a partir de la estadística, y aquello que tiene que ver con los gustos, no es más que un valor subjetivo que depende del espíritu de cada quien.

Hay que tener cuidado con el discurso, porque decir que la selección fue goleada por Uruguay como consecuencia de adoptar un modelo de juego originado en la pensada y paciente construcción es extremadamente equivocado y ventajista. La vinotinto cayó porque, entre otras cosas, no supo resolver situaciones típicas del juego como la definición de los partidos, y también porque tuvo errores puntuales, equivocaciones que se repiten aún cuando con el paso de los partidos.

Este equipo todavía siente dudas a la hora de poner en práctica esa manera de jugar que le exige pelear el protagonismo del encuentro. Se equivocan –o mienten, vaya usted a saber- quienes acusan al estilo; no es el modelo, no es la teoría, es la puesta en práctica la que por momentos cuesta. La solución a estos inconvenientes no es lo que plantea la guerrilla twittera, que sería básicamente volver al pelotazo como escudo; el remedio es entrenar, trabajar y seguir proponiendo la evolución futbolística de este grupo.

Una de las conclusiones que queda tras la dura derrota ante Uruguay es que el equipo está intentando encontrar otras vías, similares a la que mostró ante Jamaica en la Copa América Centenario. La motivación detrás de estos experimentos es convertirse en un equipo que maneje y se sienta cómodo con los distintos registros que nacen en un partido de fútbol, es decir, saber adecuarse a cada emergencia.

Observemos el siguiente video:

Rápidamente se podría concluir que por lo mostrado ante Uruguay, tanto Tomás Rincón como Alexander González no están capacitados para jugar a lo que está probando Rafael Dudamel, cuando lo verdaderamente importante es comprender que es en el entrenamiento, en las horas y en la dedicación en donde un equipo, llámese como se llame, podrá mejorar esas capacidades. Tomás y Alexander pueden brillar en ese y otros estilos, sólo se necesitan horas ensayo para desarrollar conductas y la confianza necesaria.

Por ello un análisis profundo no está para determinar culpabilidades. Es cierto que ante Uruguay fue Rincón y ante Argentina fueron otros, pero esos errores o esas confusiones no deben debilitar la voluntad de intentar nuevas soluciones a los escenarios que anteriormente no fueron resueltos. Esto hará de la vinotinto un grupo competitivo, capaz de resolver y sobreponerse a los distintos escenarios que plantea cada partido.

Si algo nos ha enseñado la experiencia es que un equipo o una selección que únicamente maneje cierto registros le permitirá al rival explotar esa vulnerabilidad, mientras que un conjunto que se sepa mover en distintas corrientes puede ser justamente un grupo competitivo, sin que esto se entienda exclusivamente como la capacidad de ganar; es la posibilidad de competir y hacerse fuerte en distintos escenarios lo que debe promover este cuerpo técnico.

Observemos el origen del primer gol en el siguiente video:

Lo que aparentemente es un error de Mikel Villanueva no lo es, ya que la maniobra tiene su génesis en un saque largo del arquero cuando, por la lejanía de los rivales, se podía intentar la construcción con jugadores más cercanos. Es decir, hay una serie de conductas que son producto de un pelotazo innecesario y no de la construcción del juego que algunos señalan como culpable de la derrota. Ese saque largo tampoco es un señalamiento al portero sino una muestra más de cuánto queda por hacer si se desea inculcar en este grupo nuevas herramientas que se complementen con las que ya sienten como propias.

Dudamel parece estar enfocado en que el equipo maneje esas variantes, pero para ello debe mantenerse firme en su figura de líder y ser consecuente con sus ideas. No hay que dejarse llevar por las urgencias -ya Venezuela está fuera del próximo mundial- y mantener la calma necesaria para seguir ensayando, aunque esto suponga tomar decisiones antipáticas o se traduzca en el alejamiento de algunos alcahuetes, esos que  confunden liderazgo con los gritos, con la grosería, con la injuria, e incluso con la violencia. Liderar es tomar decisiones y ganarse el respeto a partir de ellas. Liderar es acción. Y Dudamel en estos momentos tiene la oportunidad de hacerse líder de este grupo, siempre y cuando no ceda ante los escenarios y las urgencias.

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