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Equipos de Deyna y diez más

Recientemente vi la película Luisa  y, con el perdón de Luisa Cáceres de Arismendi, cuando el bolívar vuelva a valer algo, quiero ver en el billete de veinte a Deyna Castellanos, con todo y sus uñitas pintadas de negro. Ver a Deyna sobrada, llevando a la Vinotinto a las semifinales del Mundial sub-17 de fútbol en Jordania, me hizo pensar: “Esto le he visto yo antes, ¿pero cuándo?”.

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Foto: AVN | Archivo

La última vez que jugué el videojuego FIFA de EA Sports, antes de que mis dedos se atrofiaran, creo que fue cuando la versión de 2006 o algo por el estilo. Mi diversión principal consistía en crear al futbolista favorito de mi infancia, el holandés Ruud Gullit, colocarle todos los valores máximos posibles (velocidad, disparo, regate, potencia, juego de cabeza, etcétera), luego ficharlo por un equipo de tercera división en España y llevarlo hasta ganar la Liga prácticamente él solo con diez jugadores más.

Por supuesto, esto no es un comentario contra las otras jugadoras de la Vinotinto sub-17. La fajada mediocampista de marca Hilary Vergara estoy seguro de que se luciría mucho más que Hillary Clinton en un debate contra Trump: por esta Hilary sí que votaría yo. La camiseta 10, Yerliane Moreno, hace unas asistencias de lujo. María Cazorla (lamentablemente suspendida para la semifinal) y Heliamar Alvarado son muy disciplinadas en las bandas. Verónica Herrera es tremenda central. Pero vamos a estar claros: Deyna está demasiado por encima no solo de sus compañeras, sino de casi cualquier jugadora de su edad. Deyna es como cuando Wisin y Yandel vendían veinte millones de copias y decían: “Pa’ usted hacer una canción como esta, tiene que volver a nacer”. Deyna es como cuando invitabas al malo del salón a pelear y te respondía: “¿Tú y cuántos más?”. Deyna es como Kelly Leek, el chamo que llegaba en moto y con lentes oscuros al campo de beisbol en la serie infantil Los Osos Revoltosos (1979-1980) y la sacaba de jonrón en casi cada turno al bate.

En un fútbol femenino sub-17 que, con toda la sinceridad del mundo, con frecuencia tiene mucho de querer y no poder, Deyna quiere y casi siempre puede. En la transmisión de Venevisión la compararon con Cristiano Ronaldo, Messi y Neymar (mi comentarista favorita, por cierto del mundial, por cierto, es Milena Gimón de Directv Sports, que con más apoyo también pudo haber sido en su época una crack de la Vinotinto). Por supuesto, eso no le resta méritos a la Venezuela de Zseremeta: si en tu territorio nace un talento fuera de lote, tienes que sacarle la chicha.

¿Cuántas veces se ha visto en un terreno de fútbol una superioridad tan grande como la de Deyna con respecto al resto? ¿Qué otros equipos famosos de la historia se han armado al estilo “Deyna y diez más”? Son fenómenos típicos de las categorías inferiores, de las caimaneras, de las comiquitas de fútbol, de las películas de ficción y de los videojuegos.

Y sin embargo, ha habido casos similares en los torneos de primera categoría. Algo de eso tenía la Argentina en los Mundiales de México 1986 e Italia 1990: Maradona contra el mundo. Le acompañaban diez échale-pichón. Algo de eso tuvo el Portugal campeón de la reciente Eurocopa con Cristiano Ronaldo, si bien la superestrella del Real Madrid estaba algo disminuida.

Se ha repetido en los países en los que ha nacido, por algún capricho de la cigüeña, un crack demasiado fuera de lote con respecto a su propia tierra. Un mechurrio que se prendió, se apagó y después nada quedó. No recuerdo haber visto a la selección de Liberia con George Weah (mejor jugador del mundo FIFA de 1995), pero debe haber sido algo parecido. También Gheorghe Hagi con Rumania o Hristo Stoichkov con Bulgaria en los años noventa.

¿Qué pasará con el balompié femenino venezolano después de Deyna? El fútbol cuesta. Casi siempre da pérdidas, aquí y en todas partes. Armar una liga no profesional implica numerosos gastos de transporte, equipamiento, viáticos, mantenimiento de instalaciones y etcétera. Para que el fútbol femenino se desarrolle en Venezuela como en Estados Unidos, necesitaría apoyo masivo de instituciones educativas (hoy en la pelazón), padres, representantes, público, medios y etcétera.

Por ahora es utópico. Las chicas siempre parten en desventaja frente a los hombres, a menos que poco a poco se vayan superando ciertos prejuicios sociales, e igual siempre empezarán con un punto en contra porque la genética convirtió al sexo masculino en una especie colonizadora, más fuerte físicamente, que por los siglos ha impuesto su ideología dominante. Es mentira que Deyna se va a poner a jugar con los varones y hará mejor papel que la Vinotinto absoluta que suma dos puntos en 10 partidos en la eliminatoria de Rusia 2018. Pero vamos a disfrutarla mientras la tengamos. Es una noticia buena entre muchas malas. Ella no friega ni lava, pero bailando es la brava. Como Jenny From the Block, nunca te olvides de que viene del Bronx. Le pega desde todos lados, estrena en cines en junio de 2017 y vuela en el avión invisible.

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