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Vinotinto sub 17: Victoria con muestras de identidad

La selección venció 1-0 a Argentina y mantiene la línea de resultados positivos que dejó la sub 20. El equipo de José Hernández cumplió en un debut que parecía muy complicado. 

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Ellos se sienten cómodos así y se hacen fuertes. Nosotros lo que hacemos es organizarlos», le decía José Hernández a Humberto Turinese al finalizar el partido en la transmisión televisiva. Esa sencillez en la explicación de la idea de juego que él inculca es la misma con la que los muchachos derrotaron a Argentina. Un equipo trabajado, comprometido, en el que la didáctica de la enseñanza de su instructor se nota en cada movimiento. Dejad que ellos jueguen. Un técnico que se ajusta a lo que tiene y no a lo contrario. Algo muy sencillo.

El equipo fue de menos a más. Algunas desatenciones de entrada y la densidad de juego mostraban a una Venezuela tímida, pero organizada. Decíamos que el equilibrio es la marca de fábrica de los equipos de José y fue eso lo que les pidió a sus muchachos en el entretiempo, sobre todo a los centrales y a los volantes de recuperación que no andaban coordinados en sus tareas y permitían que una fallona Argentina generara enorme peligro.

La timidez de verse inmerso en la competencia se superó rápidamente. Solo 45 minutos duró la adaptación y al regreso del descanso se destapó el tarro del desparpajo de un grupo que demostró rápidamente a qué juega y qué quiere. Lo saben muy bien, los muchachos lo tienen todo claro.

Sin presiones, sin obligaciones y con muchas ganas de mostrarse, la camada Sub 17 puso en el tapete que el proceso de selecciones nacionales están tomando forma en cuanto a plasmar una idea (identidad) común. Funcionó muy parecido a lo que mostró la Sub 20 mundialista en el sudamericano de Ecuador, pero con algo más de mordiente. Lo mismo: laterales que se alternan en facetas ofensivas, volantes centrales de amplio radio de acción, volantes ofensivos con mucho sacrificio en el repliegue y un “centro delantero” que pivotea y lucha para que los demás se acerquen al área. Mucho oficio y superioridad física ante el rival. Una marca que baja desde Dudamel y que encaja perfectamente a la idea de José Hernández.

Venezuela mostró individualidades con picos altos: el extremo Danny Pérez y el lateral izquierdo Adrián Zambrano deshuesaron por su banda cualquier intento de ataque argentino. Jan Hurtado demuestra que es un tipo curtido y que el haber jugado ya una Copa Libertadores no es por mera casualidad. Echeverría y Chalbaud explotaron una y otra vez la banda y el centro del ataque venezolano con mucha picardía y dando sensación de que lo hacían con una facilidad más propia de una caimanera entre panas que ante una selección cuyo país ostenta dos títulos mundiales en su haber.

Christian Makoun y Carlos Rodríguez son dos perros de presa que comenzaron el partido bajo los efectos nerviosos propios del debut, pero a medida que fueron pasando los minutos, su arresto físico y su voluntad ganadora los empujaron a desplegarse con criterio y sumarse en labores de ataque, tan bien como aguantar el avance de los medios creativos argentinos.

Me gustó mucho el trabajo del central guayanés Diego Luna y la brega del lateral derecho Ferreira. Como todo el grupo, crecieron en su juego conjuntamente con el colectivo y abrieron a todos sus nombres para que los apuntemos como valores de nuevo cuño, que puedan destacar en otras esferas más pronto que tarde.

A usted le pueden gustar o no las formas, pero no puede negar que es positivo que los resultados comiencen a llegar, los futbolistas comiencen a hacerse notar y los objetivos comiencen a cumplirse, partiendo de una idea de juego cuya efectividad se relacione proporcionalmente con el resultado. El camino comienza a tornarse menos escabroso y los futbolistas van entendiendo que existe una esencia que servirá para patentar un modo, un estilo.

Venezuela arrancó ganando a Argentina, pero el mejor resultado fue que la semilla germinó. El fútbol y sus futbolistas, en la cancha, crecen certeramente. Esto es innegable.

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