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Vinotinto Sub 17: Recuperando la esencia

Venezuela recuperó el espíritu de juego que se había ausentado en el último encuentro contra Brasil. Volvieron las ocasiones, volvió la capacidad de reaccionar y las ganas de salir adelante. Salvo el resultado, que obliga ahora a los de José Hernández a ganar los dos partidos que le quedan para mantenerse con vida, los chicos de la Sub 17 reivindicaron su esencia.

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Fotografía: Conmebol

El DT nacional tomó decisiones importantes para encarar el partido. Por emergencia, tuvo que darle la titularidad a Junior Moreno en el eje de la zaga y, nuevamente, retrasar a Christian Makoun a formar pareja con el trujillano. Esa variante devolvía a Venezuela el eje central del mediocampo a los dos habituales (Cásseres y Rodríguez), pero también la necesidad del resultado obligó a sumar dos delanteros (Hurtado y Barragán) y la batuta de la creación recayó en Palmezano. Echeverría volvía a la titularidad en un intento por darle más mordiente a la zona creativa, donde Danny Pérez y Chalbaud habían bajado su desempeño. También se ajustó en el lateral izquierdo, ingresando el debutante Fernández en detrimento de un poco seguro Adrián Zambrano.

Partiendo de esa figura táctica renovada, Venezuela arrancó el partido sin encontrar la tenencia como su mayor valor para generar el buen fútbol mostrado en la fase de grupos. Una llegada temprana de Cásseres que desvió la figura del partido, el arquero colombiano Kevin Mier, avizoraba una posible victoria criolla, pero los del vecino país generaron su juego tradicional que parte desde la posesión. Venezuela era incisivo ganándoles las espaldas a los centrales, sin embargo los cafeteros andaban a sus anchas con la bola en sus pies. La virtud de Venezuela durante una hora del choque fue no permitir llegadas contrarias con peligro.

La ansiedad del comienzo fue dando paso al juego y a la actuación pensada. José Hernández también intervino para que la reacción llegara: Palmezano al medio de los volantes ofensivos. Ese pequeño movimiento soltó más a la selección y apoyados en la labor infatigable de dos perros de presa como Fereira y Cásseres (de manera coincidente, ambos terminaron con un esparadrapo en su cabeza), empujó a un equipo que encontró en Chalbaud y Páez los revulsivos necesarios para explotar las virtudes de la Sub 17 venezolana.

Barragán y Hurtado las tuvieron claras para definir, sin embargo la ineficacia y quizá con mayor peso, el buen actuar del desquiciante arquero colombiano, anularon las intentonas de los puntas criollos. Palmezano los guió con extraordinarias pelotas entre líneas y hasta el mismo pequeñín zuliano tuvo el gol de la victoria y Mier intervino para impedirlo. El mismo mal: falta de gol.

Los últimos 30 minutos de partido volvieron a mostrar a la Venezuela de la fase de grupos. La velocidad de ideas y toma de decisiones, algo que llaman intensidad, elevó el fútbol de los vinotintos. Se mostró carácter, ganas, y capacidad de recuperación. Se zafó el dominio colombiano y los veloces atacantes causaron estragos en el contrario. Venezuela volvió a ser Venezuela.

Distinción especial para Christian Cásseres. No creo que sea bueno depender tanto de un jugador, pero el hijo del “Torito” tiene una labor encomiable e infatigable. Recupera balones en su zona con el mismo protagonismo que genera con sus remates al arco, balones colgados o pases precisos. En tiempos en que el fútbol es tan táctico y formado, ver a este chamo hacer de todo y bien a lo largo de toda la extensión del terreno de juego nos abre las puertas a la posibilidad de tener ante nuestros ojos a uno de los futbolistas más completos del país, de la propia estirpe de Yangel Herrera.

También el lateral Pronswell Fernández rayó a gran nivel. Tuvo el valor de debutar cuando cuecen las papas y, aunque pasó apuros por su banda con Peñaloza, pudo mantenerlo a raya para que no fuera capaz de culminar las jugadas por ese sector.

Hay que recomponer de cara al partido del jueves ante Paraguay. Con un punto apenas en el saco, producto de este empate, y -5 en el diferencial de goles, no queda de otra que derrotar a Paraguay y Ecuador si aún hay esperanzas puestas en un objetivo competitivo de acudir al Mundial de India. Para ello, Venezuela no contará seguro con dos centrales (Ibarra y Moreno) y deberá apurar a Luna para que vuelva a hacer dupla con Makoun. Seguramente habrá alguna variante en la zona de gestación, donde Palmezano tiene un lugar fijo.

Hay que rescatar lo bueno: ante la exigencia, los muchachos fueron capaces de levantar y empujar para meter al contrario en su arco. Hay madera, hay potencial, hay ganas. Ahora, con siete partidos encima, es hora de hacer una conversión: que la necesidad del resultado no sea presión, sino motivación.

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