Deportes

Ter Stegen, Messi y las lágrimas del Madrid

Barcelona vence en el último minuto en el Bernabéu, el templo donde regularmente se ve lo contrario. La expulsión de Sergio Ramos rompió un partido que tuvo de todo, hasta la leve ilusión de que James puede ser otra vez importante para Zinedine Zidane.

Publicidad
FOTOGRAFÍA: KIKO HUESCA | EFE

Se agotaron las páginas de la libreta por anotar la cantidad de ocasiones que tuvieron unos y otros. Sobre todo el local en el primer tiempo. Si el Real Madrid quiere sacar alguna conclusión positiva de este partido es que tácticamente fue superior a su gran enemigo. Al menos mientras hubo igualdad de condiciones.

Algo tendrá que hacer, eso sí, con Casemiro. El brasileño es hasta ahora como la Estrella de La Muerte que protegía a Darth Vader. En apariencia impenetrable, pero cuando recibe una amarilla se abre un boquete en el mediocampo por el que La Alianza Rebelde puede penetrar.

Más si en esa Alianza milita Messi.

El argentino dinamitó la base espacial con un gol en el último segundo del último minuto. Ese arrebato que normalmente está destinado a Sergio Ramos fue hoy el sello de una Pulga que arrancó un poco apagada, tal vez por la ausencia en cancha de su compañero de lucha, Iniesta, abandonado por las ganas y el físico.

Sistemas engañosos 

El clásico español abría muchas inquietudes. La ausencia de Neymar y la lesión de Bale presagiaban algunos movimientos en el tablero. Luis Enrique optó por Alcácer, un jugador demasiado tímido para estos sancochos bailables. Zidane insistió con el galés y pasó lo que todo el universo intuía: el correcaminos no pudo terminar el primer tiempo.

Ese detalle no es insignificante.

Alcácer intentó frenar las llegadas de Carvajal y fracasó. Sin embargo, la presencia de Bale no fungió como catalizador de esa ventaja. Queda disperso su esfuerzo, lo que, paradójicamente, aclara el futuro de Asensio. El canterano lo relevó y entonces el Madrid demostró cuan peligroso puede ser con este mediocampista que igual asiste o finaliza. Eso sí, hoy le faltó personalidad para culminar una jugada al ceder a Cristiano y le sobró cuando disparó, mientras otros compañeros estaban mejor ubicados.

Estos movimientos minaron a dos esquemas que iniciaron fuera de los muy de moda 4-3-3. Barcelona se mantuvo en pelea con un 4-4-2 muy clásico y el Madrid, por la insistencia de Zidane con Bale, en un constante acordeón que variaba entre el 4-1-3-2, el 4-2-3-1 y el 4-4-2.

En el minuto 12, tras un inicio apasionante en el que Cristiano reclamó un penal inexistente y pecaría de individual en otra jugada, Casemiro recibió la amarilla. Desde entonces, Messi empezó a fraguar su plan.

Eso sí, como todo aguafiestas, necesitó un ayudante para armar el complot contra la casa blanca. Y ese fue Ter Stegen.

El portero alemán, según dicen los apuntes, estuvo involucrado en jugadas clave durante los siguientes minutos: 18, 20 y 22. En el 28 sufrió un revés cuando Casemiro aprovechó un rebote para el 1-0, pero volvió a ser protagonista en el ’36, ’48, ’53 y ’71. Algunas de sus atajadas fueron de videojuego y les recomiendo ver el resumen.

Demasiada emoción, poco cerebro

El gol de Casemiro fue una recompensa a un Madrid que juega muy bien. Ya no se trata de una inspiración individual. El equipo genera mucho peligro. No obstante, por misterios que aún están por descubrirse, sus delanteros tienen graves problemas de definición cuando llegan con la pelota en movimiento. Eso les impidió sentenciar la eliminatoria en Alemania ante el Bayern y obligó a la prórroga en España.

No es casual que al equipo blanco le solucionen partidos jugadores fuera de posición como Pepe, Sergio Ramos o el propio Casemiro y que sean las las pelotas paradas las que le permitan establecer diferencias.

Todo eso cambia cuando Cristiano Ronaldo ejerce de «9», pero ya sea porque el jugador no quiere, o porque Zidane sigue empecinado en la BBC, esta fórmula solo aparece cuando las cartas están echadas. ¿No hubiera sido mejor arrancar con Asensio o Isco en lugar de Bale, Benzemá de «7» y Cristiano en el área?

La pregunta queda rebotando mientras volvemos al plan de Messi.

Con Casemiro en el borde del precipicio, se dedicó a jugar con él, como los gatos que se pasean entre los jarrones mal colocados en las mesas.

Como el brasileño acumulaba faltas, sumando puntos para la expulsión, se vio obligado a soltarle la rienda al argentino y así llegó el gol del empate. Libre de marca, Messi se columpió ante la mirada de los centrales merengues. El 1-1 convirtió el césped en un cuadrilátero.

Estos son los nombres de los jugadores que intercambiaron golpes frente a cada arco: Modric, Jordi Alba, Asensio, Kroos, Benzemá, Alcácer, Piqué, Cristiano Ronaldo, Suárez, y de nuevo Asensio.

La táctica se fue al diablo, como en los rounds finales de las peleas de pesos pesados.

Y si en una esquina está Messi, puedes intuir quién dará los mejores golpes. Sobre todo si Sergio Ramos abandona la pelea. La roja, por una falta que se ve peor en cámara lenta que en la vida real, partió en dos el mar para el Barcelona.

Tampoco estaba Casemiro. Su sustituto, Kovacic, asumió el rol de general en jefe y hay grandes diferencias entre ambos. Con apenas dos minutos en cancha, vio como el Barcelona se iba arriba.

Rakitic empalmó de zurda un balón que durmió el calor de las masas. En la definición pasa de largo Kroos y el resto solo le observó patear. La jugada define muy bien a Iván, un jugador extraño, tal vez por haber nacido en Suiza y jugar para la combativa Croacia. Puede que no encante al ojo, pero su sacrificio es de vikingo.

Keylor también tiene lo suyo

El 2-1 bien pudo deprimir al Madrid. Pero no fue así. En eso mucho tuvo que ver Keylor Navas, un portero que de haber nacido en Alemania o Italia tal vez tendría mejor prensa.

El costarricense frustró en varias oportunidades a Piqué, que tenía muchas ganas de marcar para tomarse un selfie y tuitearla. La del minuto 80 fue monumental y en el ’83 también le dijo que no a Messi. Eso le permitió al Real Madrid extender su vida, como los honguitos de Mario Bross.

Fue James el que igualó. Apenas si había probado la grama en sus tacos cuando se zafó de Jordi Alba. Fue un movimiento de baloncesto. Faltó que alguien le hiciera una cortina porque hasta su disparo parecía dirigirse a un aro.

El 2-2 fue toda una paradoja. Un punto, dadas la condiciones, parecía un gran botín para el equipo blanco. No obstante, la actitud dice mucho de los jugadores y del espíritu que Zidane ha contagiado. Ante tal histeria colectiva, tras el empate, es normal que se creyeran los protagonistas de Fuga a la Victoria.

En frente, sin embargo, no estaban los alemanes alentados por Karl Von Steiner ni esto era una película de John Houston. El rival era de carne y hueso, aunque su verdadero capitán a veces parece hecho de materia divina.

Lionel Messi culminó una jugada que posiblemente podría haber finalizado cualquier delantero. Pero no. La historia quiere que el Madrid recuerde por los siglos de los siglos al archirrival que más le hiere. No importa que la jugada eleve a Sergi Roberto a otro nivel, la gente recordará a Messi.

El recorrido del lateral debe estudiarse en las escuelas de fútbol. No cede el balón hasta que no ve a un buen destinatario en posición oportuna: André Gomes. Y este continúa con la cadena de la fortuna. Alba es el encargado del último pase para Messi. Ese A-B-C tan del Barcelona fue el final de los finales, uno de los más hermosos en la historia de los clásicos.

¡Ojo!, también puede haber una escena post créditos en esta película. El partido es un reflejo de los picos individuales de Messi. La liga, por el contrario, se gana con regularidad colectiva. En eso el equipo blanco tiene ventaja. Habrá que esperar a ver cómo encaja el golpe. Aún puede darse el lujo de no derramar muchas lágrimas.

Además, todavía tiene un comodín: el juego pendiente.

Publicidad
Publicidad