Deportes

Los futbolistas que derrotaron la censura

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Fotografía: @Carabobo_FC

El futbolista venezolano parece no tener idea de su poder. Acostumbrados a la clandestinidad que caracteriza a esta actividad, no son conscientes de la fuerza de sus actos. Pero el regreso al torneo local de jugadores que han desarrollado su actividad en otras latitudes, así como las inquietudes culturales de otros, han recordado a estos deportistas su influencia en la sociedad. Pongamos al lector en contexto. Antes del partido entre Deportivo Lara y el Deportivo Anzoátegui, por la jornada13 de la primera división, los jugadores de ambos planteles pidieron guardar un minuto de silencio en nombre de los venezolanos que perdieron su vida en las manifestaciones populares de estos días. La propuesta, como podía esperarse, no contó con la aprobación de las autoridades del duelo -el gobierno nacional forma parte de la directiva de la Federación Venezolana de Fútbol y, al mismo tiempo es socio comercial de muchos dueños de equipos. Un gesto en honor a venezolanos no podía llevarse a cabo. Así se actúa en un deporte cada vez más desconectado del público, como lo demuestra el silencio de la FVF y la Asociación de Clubes ante estas muertes. Ante este panorama, los futbolistas nos recordaron que sin ellos no hay espectáculo y actuaron en consecuencia: tras el silbato que daba inicio al partido, los jugadores de ambos equipos se quedaron en sus puestos, en silencio, llevando a cabo su homenaje a los caídos. La TV no estaba prevenida y nada pudo hacer, por lo que el valiente acto fue retransmitido a todo el país y a todas aquellas naciones en las que llega la señal de GolTV. 

El homenaje fue corto, pero su valor jamás podrá valorarse en su justa medida. La valentía de estos deportistas debe quedar en aquello que denominan «el inconsciente colectivo» para no olvidarlo jamás. Porque el deporte, más que espectáculo, es promotor y guardián de los grandes valores humanos, entre los que están la solidaridad, el cooperativismo, el respeto por el adversario y la ley, y como no, el trabajo en equipo. Tras el partido, Gabriel Cichero, uno de esos futbolistas que conoce a la perfección la importancia de las actos de los deportistas, explicaba en su cuenta de twitter las motivaciones del gesto: Como se puede leer, el futbolista, a diferencia de algunos funcionarios cuyos salarios pagamos todos los venezolanos, no hace diferencias sobre la militancia política de unos u otros. Cichero habla de venezolanos, porque, aunque algunos discursos se empeñen en hacer creer lo contrario, la nacionalidad no se define por las ideologías políticas, religiosas o deportivas. Los venezolanos somos, en el territorio nacional, todos iguales ante la ley. Claro que amparados en el poder hay unos que son más iguales que otros. La protesta se repitió en el partido siguiente, entre Carabobo y Caracas, pero en esta ocasión, no se mostraron las imágenes que confirmaban ese minuto de silencio, sino que se enfocó al público asistente o a los bancos de suplentes. Es imposible determinar de quién partió la orden de omitir un acto que buscaba homenajear a las víctimas, pero sin duda alguna este episodio, el que se vivió en Valencia, se suma a la larga lista de escenas vergonzosas de nuestro balompié. Duélale a quien le duela, silenciar un acto en honor a los caídos es de una bajeza insoportable. Este país llamado Venezuela es de los venezolanos, y cuando, producto del enfrentamiento entre venezolanos, hay muertos y heridos, el resto de los venezolanos no podemos callar ni dejar que la indiferencia gane la partida. No hay negocio ni militancia política que esté por encima de la vida humana, por ello insisto, la manifestación de los futbolistas no era partidista; era un acto que enaltecía a los caídos y que honra, sin lugar a dudas, a los jugadores que se atrevieron a desafiar a los recién llegados al fútbol venezolano, esos que un día reprueban una memoria y cuenta federativa, y al año siguiente, votan a favor de darle continuidad a esa gestión que antes reprobaron. Coherencia pura. Por todo esto hay que rescatar aquello de que el fútbol es de los futbolistas. Y son ellos los que deciden qué sucede en un campo, como ayer, en el Metropolitano de Cabudare cuando dijeron «aquí se juega cuando nosotros queremos». Menuda lección le dieron a todos los que creen que política y militancia partidista son lo mismo. Sépase, estúdiese y entiéndase que el ser humano, como explicó Aristóteles, es político desde que hace vida en comunidad. Su definición Zoom politikón (animal político) recuerda que el ser humano «posee la capacidad de relacionarse políticamente, es decir, crear sociedades y organizar la vida en ciudades».  Rebelarse ante la injusticia ha sido una característica de los grandes deportistas. Ahí están los ejemplos de Muhammed Alí, Jackie Robinson, Tommie Smith -John Carlos, Roberto Clemente, Colin Kaepernick y muchos otros tantos que tomaron conciencia de su fuerza y no tuvieron temor de expresar sus ideas. Sin hacer política partidista, cada uno de ellos hizo sentir su voz, acompañando a muchos en su dolor. El silencio cómplice de ayer no pudo con la fuerza de las redes sociales. El silencio cómplice volvió a perder ante la indignación de quienes no desean ver otros venezolanos caer. El silencio cómplice no hizo sino recordarnos que hay muchas ganas de pervertir los valores esenciales del ser humano. Pero el silencio cómplice volvió a caer derrotado, porque la indomable dinámica de la evolución de nuestra especie es mucho mayor que las intenciones personalistas. Los futbolistas ayer dejaron constancia de ello, y sin importarles futuras represalias, hicieron escuchar su voz en medio del más insoportable silencio que jamás haya conocido el deporte criollo. Bravo, mil veces bravo. ]]>

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