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Ríndanse ante su majestad, el Real Madrid

Los que odian a Cristiano, los que detestan esa camiseta blanca, los que se desahogan gritando "así, así gana el Madrid" deberán bajar la cabeza y aceptar que Zinedine Zidane ha impuesto un nuevo modelo de juego apoyándose en una sola cosa: la calidad de sus jugadores.

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Fue la Juventus un digno rival. Jugó un primer tiempo para enmarcar, anulando a Carvajal y Marcelo; privando a Isco de su mejor juguete, el balón; y explotando al mayor nivel las capacidades de pivote de Higuaín, el imán de las faltas de Dybala y la entrega de Mandzukic. Sin embargo, como en los viejos tiempos, el campeón demostró que en las finales hace falta mucho más que eso para vencerle. La vida es así, no la he inventado yo, decía el salsero.
¿Y por qué es así? Porque el Real Madrid tiene a Cristiano Ronaldo, que es tan killer como Christian Bale en American Psycho. Y a Carvajal, que ha hecho de sus proyecciones y centros al espacio un arte y a Kroos que recorre kilómetros como si fueran centímetros. Así se armó el primer gol, algo que nadie esperaba dado el dominio italiano.
A ese tanto respondió la Juve con un gol de Nintendo. Hasta su autor se llama Mario. Mandzukic realizó una chilena tras tres toques que impidieron que la pelota tocara el suelo. Era Gravity pero en Cardiff.
El 1-1 con el que terminó el primer tiempo de la final de la Liga de Campeones ya rompía un paradigma. Este encuentro no se iba a jugar a la mínima de goles. Y el segundo tiempo lo confirmó.
Le bastó al Real Madrid hacer lo que ha hecho en el último tercio de Liga para conseguir el mismo resultado: presionar en salida, imponer la calidad en la mitad del campo, apoyados en ese estupendo trío de cantantes Casemiro-Kroos-Modric, y permitirle a Isco que volviera a dialogar con Marcelo, Benzemá y Cristiano. Suena sencillo pero obviamente no lo es.
Así empezó el desfile de sentencias. Una segunda jugada alentó a Casemiro a disparar desde casi 30 metros. Ya lo había intentado en el primer tiempo pero esta vez lo ayudó la pierna de Khedira en el desvío. Y luego Cristiano que aprovecharía otra recuperación en salida de la Juve para sentenciar ajustado al palo.
El 3-1 fue lapidario. Aquel equipo que solo había recibido tres goles en todo el torneo había sido profanado por Indiana Jones. Porque a CR7 se le buscan todos los defectos y sus mayores haters le siguen comparando con Messi para rebajarle su importancia en la historia. Una tontería, porque los libros dirán que es responsable de un hito: el Real Madrid es el primer bicampeón de la historia de la Liga de Campeones.
Habría un último detalle. El cuarto gol le da una estrella especial a la chaqueta de Zidane. Apostó por tener a Asensio y Bale en banca y no a James ni a Lucas Vázquez. Arriesgada la apuesta, como poner todo al doble cero en la ruleta, hoy puede presumir de ella.
Para el recuerdo quedará la mirada elevada de Buffon. Alguien dijo una vez que «nadie fracasa si tiene muchos amigos». El portero italiano puede jactarse de ello, porque es lo que sentimos todos los que nunca vamos a conocerle, que es de los nuestros.]]>

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