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Las dos Alemanias igualan en Pueblo Nuevo

El partido se juega entre enormes medidas de seguridad. El país del Oeste tiene un sueño mundialista. El país del Este no aspira a nada, pero los duelos entre ambos, no sé sabe porqué, suelen ser muy parejos. Entre vecinos se conocen los secretos. Quede como quede el resultado, lo más probable es que al final del día unos cuantos hayan cruzado la frontera buscando una vida mejor.

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No, no fue el legendariamente lúgubre duelo entre Alemania Federal y Alemania Democrática en el Mundial de 1974 que terminó con una sorprendente victoria 1-0 de la selección del país comunista sobre el que dos semanas después sería el equipo campeón. Fue un Venezuela-Colombia que quedó 0-0 en quizás el único lugar donde hay verdadero ambiente de fútbol en una nación donde se desarrolla un escalofriante experimento político-social.
Colombia está con un piececito en el Mundial de Rusia. Venezuela confía en la ayuda de Rusia en caso de un bloqueo de Estados Unidos, pero futbolísticamente sólo piensa en Qatar. Lo que en realidad es un decir. Nadie sabe qué puede pasar de aquí a que empiece la próxima eliminatoria.
En un par de años pasan muchísimas cosas, no hablemos ni siquiera de la Constituyente. A lo mejor el arquero Wuilker Faríñez se mete a sacerdote. A lo mejor un inmigrante hoy desconocido que jamás pisó las canchas de Socopó o Trujillanos se convierte en la estrella.
Alemania Democrática (“Alemania la Mala”, le decíamos en mi casa de niños), perdón, la Vinotinto, pareció más cerca de la victoria. Colombia aplicó un plan de esperar, desgastar y después golpear. Los mejores fueron los porteros: Faríñez y Ospina.
Durante unos 25 minutos coincidieron dos jugadores parecidos, aves raras en el gimnástico fútbol contemporáneo: el venezolano Rómulo Otero y el colombiano Yimmi Chará. Son pura calidad y nada de tamaño, por lo que parten en desventaja.
Otero salió del banquillo con la pierna descalibrada. Chará generó dos de las ocasiones más claras del equipo que dirige el argentino Pekerman.
Yo prefiero al Chancellor Jhon que al Canciller Jorge (Arreaza). Funcionó la dupla de centrales en la Vinotinto que lideró Mikel Villanueva. El lateral derecho García estuvo tenso: ¡muchacho, relájate, es un juego! Esperaba más de Herrera. Machís fue un trozo de hielo en la escarcha que casi de inmediato se derritió. Sergio Córdova, uno de los más inteligentes en el campo. Quizás los mejores minutos llegaron con Murillo y Otero en el campo.
Venezuela no se jugaba nada y dejó una imagen digna. Lo malo es con dignidad no se va al mercado, y mucho menos a Rusia. Está bien alegrarse, porque la selección de Dudamel anda mucho mejor que como la dejamos hace cinco meses. Pero la otra cara de la moneda es que se desperdició una oportunidad histórica para derrotar a Colombia y comprometerle sus aspiraciones mundialistas.
Jugaron dos países hermanos, parece que no hubo ningún incidente extradeportivo que lamentar y unas cuantas camisetas de color terracota le deben haber preguntado a otras de color amarillo en las gradas: qué se siente tener democracia. Qué se siente tener libre mercado. Qué se siente soñar con un Mundial mientras nosotros nos preguntamos cómo es el mundo que está allá afuera]]>

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