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La derrota como escuela en el éxito de Novak Djokovic

Novak Djokovic sabía que el tenis no estaba en deuda con él. Así como ocurre con el universo de jugadores, el físico eventualmente pondría freno, algo que sucedió en Wimbledon 2017 cuando sufrió una lesión en el codo derecho que lo marginó por el resto de la temporada. No fue una historia diferente en su génesis, pero sí en su culminación, dando paso a otro episodio en su formidable carrera.

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Fotografía: AP

El serbio sabe lo que es descender a la oscuridad. Así se crió, de hecho, mientras mostraba los destellos de su juego, pero cuya recta final, en altas instancias de los torneos, lo veía despedirse. Luego de ser diagnosticado como celíaco, cambió su régimen alimenticio, viendo resultados rápidamente con un desempeño lo suficientemente duradero para extenderse en la pista las horas necesarias.
La evolución tuvo su impacto principal en un aspecto conocido, con el suizo Roger Federer y el español Rafael Nadal como partícipes a distancia de su éxito, pues, aunque no formaron parte de su equipo, cada derrota que le propinaron lo alimentó hasta ser el campeón de hoy.
La influencia no necesariamente debe ser vista como una acción en la cual el nuevo hombre se vuelve una figura hecha a imagen y semejanza de lo que es el patrón. En el caso del nativo de Belgrado, como tal vez ocurra con otros dentro del tour, lo que recogió de los dos mencionados anteriormente es, más que formas, metodología. Con la disciplina de los referentes y su manera de hacer las cosas, creó una leyenda que no dista mucho de sus maestros.
No obstante, la clave que lo llevó a retomar lo que alguna vez le perteneció estuvo del lado de Marian Vajda, su entrenador. Nadie, absolutamente nadie lo conoce mejor que él al momento de hablar de tenis. Puede que Boris Becker haya estado ahí para potenciarlo hace un par de años, pero la mano del eslovaco es símbolo inequívoco de lo alcanzado juntos. Uno es sinónimo del otro.
Otro de quien logró nutrirse Djokovic fue Juan Martín Del Potro. El caso del argentino va más allá, rozando el retiro por sus maltrechas muñecas, problemática que superó hasta escalar al cuarto lugar de la ATP este año. El tandilense es, tal vez, la mayor historia de superación por inconvenientes físicos en los últimos años en el deporte blanco y su amistad con Nole no ha sido poca cosa.
En el juego, lo del balcánico sigue siendo inalterable: un revés sólido y punzante cuando tira por la paralela, una devolución colocada entre las mejores de la historia, el desplazamiento de quien soporta cualquier ataque y la capacidad de mejorar cuando se está en aprietos.
El tenis celebra el regreso de un monarca que había perdido el norte porque su cuerpo acusó desgaste, pero que, más que por recuperación física, fue su miedo al fracaso, al regreso a la oscuridad y ser olvidado ahí, con viejos campeones que no entendieron cuándo dar el paso al costado y se desvanecieron, su mayor motivación.
El verdadero éxito de la leyenda no pasa por las veces que ha superado a sus rivales sino a sí mismo. Djokovic, más que su historial y récord ante Federer, Nadal o cualquier otro referente de la época, se hizo grande cuando expandió sus límites para volver a impulsarse hasta el trono.]]>

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