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¡No Zulia, esto no es una hazaña!

Cada golpe que recibe el fútbol de clubes venezolano en las competencias continentales, lejos de acostumbrarse uno a lo reiterativa de la situación, es un puñetazo en el mentón. Es un intento reiterado de que tu diablo interno te convenza de que no hay forma ni manera de salir de esta realidad llamada “poco competitivos”

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FOTOGRAFÍA: CORTESÍA

Sin embargo, aparecen esos bálsamos que te convencen a seguir poniéndole al menos algo de fe a lo que siempre te ha encantado. Es esporádico, sí. Me ha tocado vivir pocas alegrías, porque quienes vivieron en blanco y negro nuestro fútbol celebraron algo más con las gestas de Portuguesa, Italia o ULA. Yo disfruté lo que hizo Estudiantes en el 99, lo de Táchira en 2004, lo de Caracas en 2007 y 2009. Esas clasificaciones tan raras a octavos de Libertadores han sido celebradas por este mortal como un título mundial. Ahora le toca al Zulia, decirme con firmeza: “Cree”.

Y me dice que crea no porque eliminar a Sporting Cristal, Nacional Potosí y Palestino fue algo sencillo. No. Es que más allá de todo lo que está pasando el pueblo zuliano en esta detestable realidad nacional, una motivación extra para darle a los suyos una alegría entre tanto oscurantismo, lo de Zulia es realmente admirable porque cada gol, cada jugada, cada clasificación, cada celebración, parte de algo planificado, de algo estructurado, de algo trabajado, de algo diseñado para que se dé. No es nada producto del azar, es el resultado de la planificación, de lo que se debe hacer bien.

Lo que se logra en el campo, siempre tiene su origen en la oficina. En Zulia hay que dar ese crédito incontestablemente a César y Luis Farías, Domingo Cirigliano y Manuel De Oliveira, las cabezas pensantes y decisoras. Han sabido contratar, construir y hacer. Sin tantos aspavientos, Zulia celebra esta clasificación internacional como resultado de haber comenzado desde las bases y no desde el techo. Dos Copa Venezuela y un Torneo Clausura son el soporte para lo que hoy alcanza el petrolero en el Continente.

Paciencia. Zulia no ha sido noticia por despidos controversiales de sus técnicos. El que no siguió es porque se fue. Se decidieron apostar por Francesco Stifano, un comprobado ganador que no encontró la fórmula del triunfo en el imposible Táchira para desatar de nuevo sus conocimientos en el Zulia y dispararlo hasta lo alto del fútbol continental. Números sobrios en un certamen donde ha tenido que escalar a la altura y visitar escenarios con rica historia sin que esto le incomode.

Salieron de jugadores importantes como Perozo, Savarino, Palmezano, Cure, Martín Rodríguez y ficharon a Moya, Feltscher, Benítez. Es un equipo que sabe vender e invertir, sin perder la cabeza y hoy sabe sacar provecho en medio de la inevitable crisis que puede generar hacer vida en una ciudad que se ha convertido en un poblado fantasma.

En la cancha, los jugadores han logrado encontrar un fútbol de a ratos pragmático pero con eficiencia de altos registros. No se desordenan, juegan al límite. Stifano es precavido y en suele pasar el Zulia más angustias de las esperadas, pero saca los partidos, saca los resultados y, por si acaso, Leo Morales lo saca todo, absolutamente todo.

Hoy, Zulia está a 180 minutos de lograr algo extraordinario: una semifinal de un torneo Conmebol de clubes, algo jamás alcanzado en un formato como este en competencia internacional para un equipo venezolano. Colón de Santa Fe será el rival en Cuartos de Final pero parece que en el buque no se preocupan mucho por quién está en frente sino en cómo resolver cada prueba. No, no es hazaña. Todo esto fue planificado.

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