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Vinotinto: no es la fe, es el juego

La goleada de Venezuela ante Chile es el resultado de un trabajo que pasa por comprender las debilidades y fortalezas. Se debe revisar lo que se hizo mal, pero sobre todo trabajar en las buenas decisiones que explican el resultado

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AFP

Todo bien con tener fe. No uso la frase, pero comprendo su trascendencia en el país. «Mano, tengo fe», pasó del chiste a una manera de apoyar, ser y esta (sobre todo para los migrantes). Sin embargo, a lo que quiero apuntar con el título es que el 3-0 de Venezuela sobre Chile no es casual ni producto de una fuerza sobrenatural; tampoco un tema de rezar 10 Avesmarías o encomendarse a José Gregorio Hernández. Ojalá fuera tan sencillo.

La Vinotinto se impuso en un precioso estadio de Maturín, con el valioso apoyo del público, porque supo responder cuando el combate con Chile lo pedía. No se trata de «saber sufrir», una frase hecha y vacía. Simplemente sacó respuestas ante las necesidades que el propio juego le exigía. Vaya un ejemplo: antes del primer gol, ya se había identificado un error no forzado en salida en la primera línea de volantes de los australes. Yangel Herrera no supo aprovecharlo. En la segunda, la lectura fue mejor y terminó con gol de Yeferson Soteldo.

Pocas veces un partido te da jugadas tan parecidas para corregir lo que no pudiste aprovechar al inicio. Después, con el partido controlado, Venezuela pudo hacerse con la posesión y anotó un gol con una secuencia de pases interminables (más de 30). Para un equipo que sigue teniendo como marca el juego directo, comprender en qué momento se puede defender con la pelota o no, no es poca cosa. Y ese momento llegó después de la expulsión de Marcelino Núñez (apenas en el minuto 59).

Al principio de la eliminatoria, escribía que el mayor trabajo que tendría el sustituto de José Pékerman era encontrar la fórmula para que los jugadores de Venezuela escogieran la mejor opción en cancha: rematar, pasar, trasladar y un largo etcétera. No es que no supieran hacerlo en teoría. El enredo es que no sabían hacerlo en momentos cruciales, lo que incidía en los resultados negativos. Hablamos de un pase de más o menos, un traslado de más o menos, un remate cuando la jugada pedía un centro y así… Si Fernando Batista conseguía que esto cambiara, los resultados empezarían a darse. Afortunadamente ya vemos los primeros.

Y es probable que así sigamos, aunque tal vez no será uniforme. Pero a la Venezuela bisoña, ahora le representa una nómina que en los primeros compases sabe exponer su experiencia. Debemos internalizar que no siempre va a salir así. Que la Selección bajará de escaño. Lo natural es que pelee el sexto lugar. No obstante, por ahora vale la pena celebrar esos 7 puntos que la igualan con Uruguay y Brasil. Ya el próximo mes podremos discutir si todo lo bueno se sostiene, pero lo importante es que se está compitiendo a tope.

Un último apunte: desde el juego, Chile fue mejor los primeros 30 minutos en el Monumental. Nunca sabremos qué hubiera pasado si esas dos grandes oportunidades, incluido un poste, hubieran terminado de otra manera. La celebración de hoy borrará eso, pero ante equipos que tratan mejor el balón o que son más efectivos, es imprescindible tomar nota. Solo comprendiendo lo perfectible es que se puede mantener los puestos de clasificación directa.

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