Día de la Mujer

Mariella Acosta, la mujer de los grandes retos en la industria de los embutidos

Solo tenía 22 años cuando se acercó a la multinacional Oscar Mayer con un proyecto de investigación bajo el brazo. En ese momento comenzó una larga y vertiginosa carrera de liderazgo e importantes éxitos en la industria de los embutidos. En el Día de la Mujer cuenta su historia y ofrece mensajes claros a las mujeres

Publicidad
Alejandro Cremades / @doncremades

Mariella Acosta tiene algo claro: las únicas barreras que tienen las mujeres son las que ellas mismas se imponen. Ese empuje fue la llevó a lograr una hazaña que parecía imposible, que una empresa familiar de embutidos pasara de producir y vender 80 toneladas de productos a 1.000 toneladas en solo un año.

Bióloga de profesión, Mariella está en la industria de los embutidos desde los 22 años, cuando comenzó como tesista en Oscar Mayer. Quince años años después era vicepresidente de la empresa. Más tarde ejerció un par de años en la alta gerencia de Plumrose hasta que la familia Giacomello la llamó para que se hiciera cargo de su empresa, Industrias Alimenticias Corralito que, con sus dos marcas F.Giacomello y Corralito, solo producía 80 toneladas de productos al año y necesitaba consolidarse.

La carrera de Mariella en la industria venezolana de embutidos es un hito pues es un sector tradicionalmente manejado por hombres. Durante muchos años fue la única mujer sentada alrededor de las mesas directivas en las empresas y de negociaciones gremiales. Ella siempre en tacones y talleres o faldas, impuso sus ideas, e incluso llegó a ser vicepresidente de la Cámara de Industriales de la Carne y es actualmente parte de la Junta Consultiva de la Cámara Venezolana de la Industria de Alimentos.

«Yo no me paro por nada», asegura. Y agrega: «No hay ninguna barrera para la mujer, solo las que construye ella misma».

Mariella Acosta, en su oficina en Caracas. Foto Alejandro Cremades

Referencias desde niña

Cuando Mariella Acosta era pequeña, todas las madres de sus amiguitas estaban dedicadas totalmente a su hogar. La de ella no. Su mamá, Dora Bruzual de Acosta, era jueza de primera instancia en lo penal. Y, de alguna manera, Mariella sabía que al crecer también sería una mujer que trabajaría y sería líder dentro de su campo.

«Tuve referencias desde pequeña de mujeres profesionales y con éxito. Consciente de eso, desde niña he trabajado mucho en mi construcción personal», asegura.

Con ese ímpetu se apareció a los 22 años en la empresa Oscar Mayer, con un proyecto de tesis en la mano y sin conocer a nadie. Y algo vio en ella Tomás Brandel, presidente de la transnacional en ese entonces, que no solo le dio la oportunidad solicitada, sino que la formó y al terminar el proyecto de investigación le ofreció un puesto fijo. Así comenzó su carrera en el sector de los embutidos.

«Fui la única de mi promoción de biólogos que no hizo su tesis en un laboratorio. Me resistí a ello porque tenía claro que me gustaba el sector empresarial. Si me metía en un laboratorio, difícilmente iba a poder salir», comenta.

¿Qué diferencia a una mujer líder en el sector empresarial? Mariella asegura que la inteligencia emocional y la manera como maneja el liderazgo.

«La mujer tiende a desarrollar un estilo de liderazgo transformador. Se da cuenta de lo que necesitan sus colaboradores, y se empeña en conseguir aquello que les dé mejor calidad de vida», dice. Pero alerta que todo ello debe venir acompañado de una sólida formación técnica.

Cuando ya era vicepresidenta de Relaciones Institucionales, Oscar Mayer vendió sus activos en Venezuela a Plumrose y Mariella decidió marcharse. «Tenía que  hacerlo, y se lo dije al presidente de Plumrose que quería que me quedara, porque una de mis diversiones cuando estaba en Oscar Mayer era hablar mal de Plumrose, así que…», ríe. Igual, al cabo de un par de años, la llamaron para que ejerciera puestos de alta gerencia y aceptó. Hasta que en 2005 la llamó la familia Giacomello.

El salto a Giacomello

Aunque traía un equipaje de experiencia y conocimiento, es realmente en Giacomello donde Mariella desarrolla todas sus dotes gerenciales, al asumir el reto de convertir una empresa familiar en una corporación cárnica.

«La gente pensaba que estaba loca al dejar una transnacional como Plumrose para ir a una empresa pequeña. Pero yo vi un tremendo potencial», cuenta.

Fue entonces cuando trasladó ese reto a sus colaboradores y les planteó la meta, que al principio parecía imposible, de subir la producción de 80 a 1000 toneladas anuales en tan solo doce meses. «Les prometí una gran fiesta y una recompensa, y lo logramos», recuerda.

Mariella Acosta, CEO de Industrias Giacomello, en el evento de los 72 años de la empresa

Pero nadie puede crecer tanto sin un plan de inversiones y sin salir de lo que no funciona para sustituirlo por lo eficiente. «Yo sabía que tenía que sacar a mucha gente en el cuerpo de ventas, por ejemplo. Porque ellos no vendían, solo se limitaban a cumplir los contratos que los mismos clientes traían». Cambió también gerentes, negoció directamente con los sindicatos y, poco a poco, fue ampliando la red de comercialización. Salió de Gran Caracas y comenzó a llegar primero al Centro, y luego al Oriente y al Occidente del país, formando gerencias regionales y creando un centro de distribución en Barquisimeto, estado Lara.

Uno de los retos fue que, para poder cambiar las máquinas y hacer otras inversiones, tenía que «hacer caja», es decir, conseguir dinero rápido que financiara el crecimiento.

«En ese tiempo había varios vuelos diarios a Bogotá. Un día, tomé el primero de ellos y fui a reunirme con un fabricante de quesos colombianos para convencerlo que me dejara importar sus lácteos y venderlos en Venezuela al lado de mis productos. Yo me encargaba de todo, incluso de buscar las licencias de importación que, para aquel entonces, estaban limitadas. Los convencí y durante ocho años vendí quesos, colombianos y uruguayos, para hacer caja», cuenta.

Los equipos de la empresa de embutidos se cambiaron por unos más grandes, se creó la llamada «sala blanca» con un ambiente absolutamente impoluto para cumplir con las exigencias de las franquicias internacionales de comida que se convirtieron en importantes clientes. Además, «los vendedores comenzaron a vender de verdad» y el portafolio comenzó a crecer. De 38 tipos de productos pasaron a 78. Eso disminuyó luego con la crisis económica y la pandemia, «porque también hay que saber gerenciar en tiempos difíciles», dice Mariella. Pero desde 2021 están, otra vez, impulsando el crecimiento.

Parte de la nueva línea Gala de Giacomello, incluida la mortadela, hecha con pistacho iraní y, cumpliendo las normas italianas, con pulpa fina de cerdo

La mayor prueba

Acostumbrada a enfrentarse a titanes empresariales, a Mariella la sorprendió un reto inimaginable para ella, y mucho más íntimo. Le diagnosticaron cáncer de garganta, que la obligó a estar prácticamente postrada durante ocho meses.

En esa difícil época, en que requirió asistencia hasta para las necesidades más básicas, contó con la ayuda de su único hijo que, por azares de la vida, había hecho un alto en su formación en el exterior y se encontraba en Venezuela.

Aunque Mariella estuvo, en teoría, ocho meses de reposo, al par de meses ya estaba despachando y mandando desde su casa. El crecimiento de la empresa no se podía estancar.

Esa experiencia de vida le dejó una voz algo ronca y mayor fuerza interior. Ahora Mariella no solo gerencia, sino que se involucra en todas las áreas de Giacomello. Aunque es SEO de esta empresa con 300 trabajadores, es capaz de diseñar la mesa de delicateses que presentará a sus potenciales clientes o que montará en los eventos. Sigue de cerca a sus empleados y percibe lo que necesitan.

«Por ejemplo, una semana me dediqué a ver cómo llegaban a la sede, que está en Corralito, en Altos Mirandinos. Y me di cuenta que les costaba mucho. Unos lo hacían en el camión de la basura. Otros colgados en camiones o caminando largos trayectos. Así que decidí agruparlos según las zonas donde vivían y ponerles autobuses con aire acondicionado que los trajeran hasta la planta. Otros gerentes se me opusieron, porque era costoso y no era un beneficio del contrato colectivo, pero igual lo hice». Ese beneficio sigue vigente.

Uno de sus nuevos proyectos une sus productos gastronómicos con la cultura.

Giacomello: 74 años elaborando jamones curados en Venezuela
El parma es uno de los productos emblemáticos de la marca

«Yo sentía que me faltaba una pata. Buscaba cómo vincular el alma de las personas con lo que hace Giacomello. Así que, con asesoría de un librero venezolano que está en Medellín y que tiene un proyecto llamado Itaca, con el que también colaboramos, hemos ideado tres eventos que unen librería itinerante, música y gastronomía en Espacio Galipán. Uno por mes. Empezaremos con Victoria Di Stefano, el 16 de marzo», cuenta.

Mientras tanto, las máquinas de la empresa embutidora siguen trabajando para fabricar más y ofrecer mayor cantidad de embutidos distintos al mercado. «En 2021 logramos recuperarnos. Y este año vamos por más. Ya verás», dice Mariella, muy decidida.

Publicidad
Publicidad