Elecciones 2024

Ruptura, reacomodo o represión: tres escenarios posibles si la oposición se impone en Venezuela

Pese a la campaña para crear confusión en torno a las encuestas, los sondeos confiables apuntan a una diferencia importante a favor del cambio en Venezuela este 28 de julio, junto con una alta participación en las urnas. La pregunta ahora es cuál respuesta darán quienes ocupan hoy el poder

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La diferencia en las urnas a favor de Edmundo González Urrutia este 28 de julio podría ser de 25% o incluso algo superior, según sea el volumen de personas que vayan a votar. Si el 75% o más de quienes están en Venezuela sufragan se ampliaría la ventaja a favor del candidato de la alternativa democrática.

Tal proyección podría tener como respuesta algunas acciones para desanimar a los votantes opositores en los pocos días que nos separan del #28J. Sin embargo, lo central parece ser la decisión del chavismo de que las elecciones sí se realicen. Varios think tank internacionales auguraban escenarios de que los comicios en Venezuela podrían suspenderse. Pero a la fecha, dada la cercanía del evento, no parece factible.

En medio de lecturas cruzadas sobre qué puede ocurrir o no el 28 de julio, en este caso partiremos de prever que el entusiasmo y la emocionalidad reinante en las calles de ciudades y pueblos de Venezuela se traducirán en una votación masiva a favor del cambio. ¿Cómo encajará el chavismo una derrota amplia? Aquí se apuntan tres escenarios posibles.

Ruptura

La victoria opositora es amplia y la movilización ciudadana a favor del voto logra articular una efectiva estrategia de defensa del voto. Con resultados incontrovertibles a favor de Edmundo González Urrutia se genera una ruptura en la coalición gobernante. Esto podría ocurrir porque las fuerzas armadas decidan retirarle su apoyo a Nicolás Maduro y opten por negociar condiciones de permanencia con el nuevo polo de poder político.

Una ruptura allanaría el camino a un proceso de transición democrática no libre de controversias y dificultades, pero ocurriría sobre la base de que en el país hay una nueva mayoría y esa realidad política marcaría la pauta desde el propio 29 de julio. La ruptura abriría un papel protagónico de la cooperación internacional, política y financiera.

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Una victoria amplia, aceleraría la ruptura

Reacomodo

Este escenario, del cual hay señales, está basado en la narrativa de que habrá un resultado estrecho en las elecciones. Un esquema de fraude y coerción logra “rebanar” un número alto de votos, entre los que se incluyen aquellos que a última hora deciden no votar porque hay un clima de conflictividad en las calles. La ausencia de activistas sociales y políticos del cambio en diversos centros de votación facilita que se generen situaciones que favorezcan la opción electoral de Nicolás Maduro. Esto, sumado a sus votos duros, le da fortaleza al chavismo para reconocer una victoria, con resultado estrecho, “una victoria de mierda” (Chávez dixit), pero victoria al fin. La cúpula en el poder no se quiebra, pero debe ceder un espacio.

Desde la derrota pese a un fraude tipo pulpo (con varios tentáculos), pero sin ser barridos electoralmente, el poder se abre a una negociación de tú a tú con los factores democráticos. Entrega la presidencia y comenzaría un semestre de conflictividad institucional, de presentar recursos legales ante el Consejo Nacional Electoral o el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), persecución selectiva y campaña propagandística y de desinformación. La comunidad internacional paulatinamente se aleja de Venezuela cansada de una conflictividad que no parece tener solución.

Una represión como las de 2014 y 2017 parece porco probable

Represión

El escenario de una represión masiva como la que tuvo lugar en 2014 y 2017 parece menos probable en el actual contexto. En primer término, si se consolidara un fraude el #28J y la respuesta de la alternativa democrática sea llamar a protestas para que se respete la voluntad popular, esto en sí le daría una connotación diferente a lo que fueron las protestas masivas de años anteriores, que giraban en torno a la salida de Maduro o a su renuncia.

Al estar vinculadas a un hecho específico, un fraude, precedidas de una campaña electoral que ha tenido alto impacto en los gobiernos de otros países, eso les otorga un objetivo claro y cónsono con la Constitución y leyes de Venezuela, y habría sin duda un rechazo muy alto incluso de gobiernos aliados como los de Colombia y Brasil.

Otro factor que hace ver como improbable una represión masiva, es justamente las consecuencias que trajeron las acciones represivas de 2014 y 2017 que desencadenaron los documentados y voluminosos informes de la Misión de Determinación de los Hechos de la ONU y la propia investigación que adelanta la Corte Penal Internacional.

Tales acciones de la justicia internacional son de conocimiento y discusión sottovoce dentro de los cuarteles venezolanos, y esto haría cuesta arriba que los uniformados participen en acciones masivas de represión. No puede obviarse, sin embargo, otra cosa que ocurre y que posiblemente siga ocurriendo mientras Maduro esté en el poder: la represión selectiva, para lo cual existen ya efectivos altamente comprometidos con violaciones a derechos humanos previas y a quienes les esperan sanciones judiciales una vez ocurra un cambio en el poder.

Hacer un fraude masivo, declararse ganador absoluto y dar un portazo a lo que diga la comunidad internacional le funcionó a Nicolás Maduro en 2018, pero luce improbable que sea el camino a seguir en 2024.

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