Consumo

Consumo de carne de res se desplomó 70% en apenas cuatro años

De acuerdo con la data de la Federación Nacional de Ganaderos, de los 23 kilos per cápita que se consumían en Venezuela en 2012, el año pasado bajó a siete kilos, casi un tercio de lo que se ingiere en Colombia y una sexta parte que en Paraguay, nación cuya población no alcanza los 7 millones de habitantes.

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Texto: A. Matute / Foto: Ministerio de Agricultura y Tierras

“El consumo se ha venido reduciendo y eso tiene que ver con la situación que vive el país. La gente no tiene para comprar carne, y eso que tenemos el menor costo de toda Suramérica”, afirma Carlos Odoardo Albornoz, presidente de Fedenaga, quien asegura que no se trata de un problema de disponibilidad del producto sino de la crisis económica.

La caída ha sido vertiginosa y rápida. Según las estadísticas que maneja Fedenaga, el consumo per cápita se redujo de poco más de 23 kilos en 2012 a cerca de 14 kilos en 2015 y a solo 7 kilos al cierre de 2016, un retroceso de 16 kilos (69,6%) en apenas cuatro años.

“Desde el año pasado veníamos advirtiendo que había una caída muy fuerte y terminamos el año con el menor consumo registrado en mucho tiempo”, acota Albornoz.

Los datos de Fedenaga se reflejan de alguna manera en las últimas estadísticas oficiales dadas a conocer. La Encuesta Nacional de Consumo de Alimentos (Enca) publicada por el Instituto Nacional de Estadística en 2014, señalaba que para el segundo semestre de 2012 la ingesta diaria por habitante era de 51,64 gramos (unos 18,8 kilos anuales, porcentaje menor al estimado por los ganaderos), cantidad que pasó a 44,92 gramos (16,39 kilos al año) en el primer semestre de 2014, último dato disponible.

Estas cifras oficiales revelan que la ingesta de carne vacuna se redujo 13% entre finales de 2012 y la primera mitad de 2014, año para el cual apenas se esbozaban los primeros indicios de la fuerte crisis de escasez e inflación que padecen los venezolanos desde el año pasado.

Otro dato que permite corroborar la caída lo ofrece el último estudio que sobre el consumo de alimentos elaboró el Observatorio Venezolano de la Salud a finales de 2015, según el cual 75% de la dieta de los venezolanos está compuesta por carbohidratos y apenas entre 15% y 20% por proteína de origen animal, lo que trae graves deficiencias nutricionales, especialmente entre los más pequeños.

– El más bajo de la región – 

En comparación con otros países de América Latina, Venezuela tiene el consumo más bajo de carne vacuna. En Colombia, por ejemplo, la ingesta es de más de 18 kilos al año, mientras que los argentinos consumen 3,5 veces más carne que los venezolanos y los paraguayos casi seis veces más (42 kilos per cápita).

Y esto pese a que el precio que reciben los ganaderos –y en teoría el que se cobra por el producto final- es el más bajo del sub continente, medido en dólares. Según Fedenaga, el kilo de animal en pie se paga en cerca de 0,52 dólares (tasa libre), mientras que en la vecina Colombia se paga en 1,65 dólares y en Paraguay 3,35 dólares.

“Aún así en esos países se consume mucha más carne que en Venezuela, lo que significa que el consumo no está atado al precio”, comenta Albornoz, quien no duda en señalar que hay mucho de inducción en la contracción del consumo. “Se usa el alimento como estrategia política, porque así el gobierno puede controlar a la población, hace que dependa de una caja (de los CLAP) para sobrevivir”, afirma.

Tras recordar que para principios de los 80 el consumo de proteína vacuna por persona sumaba unos 22 kilos anuales, Carlos Albornoz señala que aun en medio de difíciles situaciones como el Viernes Negro, la ingesta se mantuvo sin alteraciones.

Reconoce que para finales de los 90 el promedio había descendido a cerca de 16 kilos/persona/año.

El alza del precio del petróleo hizo posible que el indicador volviera a escalar y hasta alcanzar los 18 kilos per cápita, comenzando el nuevo siglo.

Sin embargo, no fue hasta 2012 cuando se alcanzó el récord  de los 23 kilos por habitante al año. “A partir de allí el consumo fue cayendo”, dice el presidente de Fedenaga. Dos razones esgrime para explicar esta contracción. Por una parte, la inyección de dinero para la reelección de Hugo Chávez en la presidencia ese año, y el alza indiscriminada de las importaciones, lo que no solo afectó al rebaño nacional sino que permitió un crecimiento del consumo que no estaba sustentado con las capacidades del país para sostenerla.

La otra causa fue el declive de los precios del petróleo a partir de 2014, lo que provocó una fuerte disminución del ritmo de las importaciones, al punto que el año pasado el arribo de carne desde Brasil, el principal mercado de este insumo, se precipitó 75,5% frente a los datos del año anterior, según el Ministerio de Comercio Exterior brasileño.

– Mengua productiva –

De acuerdo con las estimaciones de los ganaderos nacionales, para la década de los 80 se producían en el país cerca de 380.000 toneladas de carne vacuna, cantidad que cubría la demanda que, recordemos, era de unos 22 kilos per cápita. Pero los tiempos cambiaron y la realidad también.

El aumento indiscriminado de las importaciones desde 2007 fue mermando la capacidad de los ganaderos locales de satisfacer las necesidades de la población, al punto que para 2013 Fedenaga estima que apenas 35% de la demanda era satisfecha con producción local.

“Hoy apenas estamos produciendo poco más de 164.000 toneladas, pero como el consumo ha caído tanto, alcanza para cubrir la demanda. Es decir, estamos produciendo 32% de las necesidades reales según el tamaño de la población, pero como se consume un tercio de lo que se debería podemos satisfacer las necesidades”, dice el presidente de Fedenaga.

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