Conscientes de la grave crisis por la que transita el país y que de acuerdo con algunos analistas económicos y la mayoría opositora en el parlamento, es más profunda de lo que el Ejecutivo nacional reconoce, los venezolanos continuarán padeciendo los errores que en materia económica cometen los dirigentes políticos siguiendo un modelo fracasado: el socialismo.
Para el gobierno resulta más fácil acusar a la Asamblea Nacional de no apoyar al presidente Nicolás Maduro en su decisión de decretar una emergencia económica, que actuar de manera expedita y adoptar las medidas que demanda el país, algunas de ellas propuestas por el equipo parlamentario que evaluó el decreto presentado por el Ejecutivo.
Mientras el gobierno insiste en responsabilizar de sus desaciertos a una supuesta «guerra económica» y ahora apelar a “pañitos calientes” como los que anunció el mismo Maduro tras un mesa de trabajo con los exportadores, la realidad le explota a los venezolanos en los anaqueles de los establecimientos comerciales y en los mercados informales con altos precios y escasez de bienes y servicios.
1.- Inflación: El BCV admitió una inflación de 108,7% en los primeros 9 meses de 2015, récord en la historia económica del país, y período en el cual la variación de precios de alimentos y bebidas no alcohólicas escaló a 191,8%. Pero anualizada a septiembre el aumento en los precios sumaba 141,5% y en la categoría de alimentos y bebidas no alcohólicas de 254,3%.
De acuerdo con informaciones que se han filtrado a la opinión pública, la inflación para todo 2015 fue de 270%, aunque no existe confirmación oficial. Alejandro Werner, director del Departamento Occidental del FMI, en un artículo sobre nuevas proyecciones para algunos países de América Latina, prevé que la inflación este año escale hasta 720%.
2.- Producto Interno Bruto: En el período enero-septiembre de 2015 la contracción fue de 4,1%, pero solo en el tercer trimestre el retroceso fue de 7,1%, de acuerdo con el BCV, lo que coloca al país con 8 trimestres consecutivos de achicamiento de la economía. Según la institución, la actividad petrolera se contrajo 1,9% mientras que la no petrolera cayó 7%.
El FMI pronostica una caída del PIB de 18% entre 2015 y 2016.
3.- Reservas internacionales: Estos activos terminaron 2015 en $16.631 millones, una pérdida de $5.719 millones o de 26% en el año. Pero en las tres primeras semanas de enero, ya se han restado $1.045 millones y ubicarse el $15.586 millones el jueves 21.
Los ingresos en divisas de Venezuela se han reducido 70%, producto del derrumbe de los precios del petróleo.
Del total de reservas, apenas una exigua parte están líquidas o disponibles y 70% está conformada por oro monetario.
4.- Precio del petróleo: La cesta venezolana de exportación alcanzó el 22 de enero su promedio semanal más bajo en 14 años con $21,63 el barril. Ests resultado refleja una pérdida de $23 en comparación con los $44,65 que promedió en 2015.
Bancas de inversión han calculado por cada dólar que pierda el barril de petróleo, dejan de ingresar unos $700 millones.
En junio de 2014 los precios del hidrocarburo abandonaron el techo de los $100 para caer de manera acelerada por una abundante oferta, a la que suman desde enero 500 mil barriles de Irán tras el levantamiento de las sanciones y señales de desaceleración de las principales economías europeas y asiáticas.
5.- Riesgo país: La percepción de los inversionistas sobre la eventualidad de una cesación de pagos se ha mantenido sobre los 3.000 puntos base en enero, repitiendo el comportamiento de los meses de enero, agosto y septiembre de 2015.
El EMBI por su siglas en inglés o Índice de Bonos de Mercados Emergentes, medido por el banco JP Morgan, se ubicó el 22 de enero 3.518 o 2,2 veces el índice de Ecuador (1.570) que padece los efectos del desplome petrolero y la apreciación del dólar.
Venezuela y Ecuador se apuntan como los únicos países emergentes evaluados por JPMorgan que superan los 1.000 de riesgo financiero.
6.- Tasa de cambio: La política del control cambiario que mantiene tres tasas preferenciales con amplias brechas entre sí y el casi nulo acceso a cualquiera de estas, mantiene distorsiones de precios que en nada se asemejan a la realidad. Tasas de Bs 6,30 y Bs 13,50 por dólar hacen muy baratos los productos que subsidian al punto de que el precio total del bien no cubre el costo del insumo más económico en la mayoría de los casos. El tipo de cambio de Bs 199 (Simadi) fija muy poco o nada en la economía, en tanto que la tasa del mercado negro (de poca profundidad) y que es más de 140 veces el tipo de cambio más bajo, es el marcador por excelencia ante la incertidumbre política y económica generada por un gobierno que radicaliza cada vez más el fracasado modelo socialista.
Si bien los primeros dos tipos de cambio hacen muy baratos los escasos rubros que se benefician del subsidio, el paralelo termina haciendo muy oneroso los productos que no resultan favorecidos, en un contexto de deterioro real de la economía y del poder adquisitivo.
En el aparente afán de que empresas privadas generen sus propias divisas, en medio del derrumbe de los precios del petróleo, el presidente Maduro autorizó a los exportadores a vender 40% de sus dólares al BCV a tasa Simadi. Sin embargo, por tratarse de una medida aislada, distintos economistas creen que la medida no funcionará.
7.- Escasez: Consecuencia de los desequilibrios cambiarios y de la reducción en la asignación de divisas a los privados. muchos productos se han dejado de producir por falta de materias primas e insumos, las plantas se han paralizado temporal o definitivamente y algunas marcas ya no se encuentran en el mercado. Otros, que se elaboran con tasas preferenciales o el gobierno importa directamente, tienen una demanda infinita de parte de quienes desconocen si mañana podrán conseguirlos o de quienes aprovechándose de los bajos precios de productos de la canasta básica o regulados, han hecho de la reventa (bachaqueo) un modo de vida.
El informe del BCV publicado el 15 de enero reconoce una escasez de 87% para los primeros 9 meses de 2015, aunque en esta ocasión le da otro nombre: «existencia de acaparamiento».