«La decisión gubernamental de no actuar debida y oportunamente para lograr una disciplina fiscal y liberar a la economía de restricciones y controles influidos por razones estrictamente ideológicas, coloca a Venezuela en la antesala de la hiperinflación y al borde de una reacción social de proporciones inestimables», refiere una nota de prensa.
Para Consecomercio, el hecho de que el Poder Ejecutivo y el Banco Central de Venezuela hayan decidido no actuar debida y oportunamente para lograr una oportuna disciplina fiscal y liberar a la economía de restricciones y controles influidos por razones estrictamente ideológicas, han colocado al país en la antesala de la hiperinflación y al borde de una reacción social de proporciones inestimables.
«Y es por eso por lo que ante lo que ha estado sucediendo con el bolívar en su relación con la multiplicidad cambiaria que se insiste en mantener, a pesar de sus repercusiones adversas en la economía nacional, en la capacidad de compra de la población trabajadora o pensionada y el intercambio comercial de Venezuela con el resto del mundo, corresponde al gobierno dar los pasos imprescindibles que contengan el desbordamiento propio de economías en desorden extremo», agrega el texto.
En el boletín de prensa, Consecomercio sostiene que se trata de acelerar decisiones relacionadas con la implementación de un programa de ajustes que comience por poner en marcha una política monetaria verdadera, no casuística ni efectista. «La inflación es el efecto de un problema monetario nacional y no de supuestas confabulaciones internacionales en contra del bolívar y de la economía venezolana».
«De lo que se trata, es de evitar la inminencia de un verdadero crack económico, detener lo que ha venido sucediendo en las últimas horas con la repercusión de la más reciente devaluación que tiende a prolongarse por las restricciones cambiarias. Y cuya peor consecuencia, se insiste, está asociada a sus repercusiones en los estratos sociales con menor capacidad de pago para acceder a bienes y servicios imprescindibles, es decir, al 80% de la población», subraya.
Para el máximo organismo empresarial del sector terciario, urgen la unificación cambiaria y plena libertad cambiaria, así como comenzar a instrumentar un programa de ajustes que contengan la “fiebre”, mientras se crean las condiciones para desmontar progresivamente los ya infuncionales controles de cambio y precios.
Pero, además, entrar en un proceso de modernización de la economía y no seguir literalmente secuestrados por las implicaciones de un rentismo petrolero, como por el comportamiento de los precios del crudo en un mercado volátil y en donde el liderazgo y comportamiento, definitivamente, ya no depende de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
Consecomercio, por otra parte, considera que la situación económica y social que se está creando no puede desvincularse de la multiplicidad de observaciones que han venido haciendo durante los últimos días, los diferentes organismos empresariales que representan al sector de la producción. «Todos han dicho que la oferta nacional de bienes y servicios se ha reducido sensiblemente, y que el abastecimiento, entonces, va a verse afectado, inclusive durante el primer trimestre de 2017».
Por otra parte, el otrora apuntalado y perseguido objetivo político de la producción endógena revolucionaria ha terminado convirtiéndose en un desafortunado caso de contradicciones extremas. Mientras desaparece la producción nacional por la negación gubernamental a estimularla, promoverla y respetarla con el desmontaje de sus controles restrictivos, gobiernos regionales reciben financiamiento central para que importen alimentos a valores internacionales, desconozcan la Ley de Ilícitos Cambiarios y abarroten anaqueles con bienes a precios dolarizados.
«Si no hay capacidad para mejorar la producción nacional y el gobierno carece de recursos para honrar obligaciones pendientes a nivel internacional, y le niega al sector privado la posibilidad de importar insumos, materias primas, repuestos o bienes terminados en condiciones cambiarias apropiadas para un mercado deprimido como el venezolano, con precios dolarizados y salarios destruidos por la inflación, ¿a qué deben atenerse 30 millones de consumidores?», se cuestiona Consecomercio.
Para el ente gremial, las aduanas y los puertos del país describen fielmente lo que está sucediendo con el intercambio comercial venezolano y la imposibilidad de que los venezolanos puedan adquirir los bienes y servicios esenciales:
Y es por eso por lo que Consecomercio, en nombre y en representación de sus organismos afiliados en todo el país, llama a las autoridades a escuchar y actuar ante la gravedad de lo que está planteado y se está provocando.
Es un llamado extensivo, inclusive, a las demás expresiones políticas e institucionales de la nación, en razón de la multiplicidad de situaciones que exigen reacción y respuestas capaces de reactivar la confianza en el devenir del país.
En fin, como lo expuso durante la reciente celebración del Día Nacional del Comercio y los Servicios, es una acción institucional responsable con la que se “exhorta al liderazgo político, sindical y empresarial a trabajar unidos en favor de un país al que nos debemos todos». También «a favor de la puesta en marcha de una economía signada por objetivos hacia la modernidad con la participación activa de la empresa privada nacional e internacional. No por el primitivismo que hoy exhibe, y cuya referencia más apreciable es su sometimiento a una rectoría estatizadora y estatizante de las decisiones en materia de políticas económicas, y que se traduce en un diario y mayor empobrecimiento poblacional y del país en general.