Economía

Precio del dólar Simadi se cuadruplicó en dos años de vida

Este 10 de febrero se cumplen dos años del anuncio del entonces presidente del Banco Central de Venezuela, Nelson Merentes, y de quien se desempeñaba como ministro de Finanzas, Rodolfo Marco Torres, de la creación del Sistema Marginal de Divisas, un mecanismo que buscaba tumbar el precio del dólar paralelo, marcador de los bienes y servicios de la economía. 

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Dólares
Foto: AP / Mark Lennihan

El desplome de los precios del petróleo, preocupantes niveles de escasez de bienes de la cesta básica y una inflación que cerró 2014 en 68,5% y amenazaba con avanzar aún más, llevaron al Ejecutivo a modificar el sistema cambiario y crear para esa fecha el Simadi, que acompañaría a la tasa Cencoex fijada en Bs 6,30 desde febrero de 2013 y al Sicad con un tipo de cambio de Bs 52.

El 12 de febrero el BCV dio a conocer el primer precio de Simadi: Bs 170,03, una tasa no muy distante de los Bs 190 en los que cotizaba la divisa en el mercado paralelo y que de acuerdo con lo expuesto por los funcionarios podría ser alcanzada por el nuevo tipo de cambio.

El Simadi debía comportarse con base en la libre oferta y demanda de dólares.

“Si los precios del sistema marginal y el mercado negro son muy parecidos, no tiene sentido irse a un mercado ilegal habiendo un mercado legal”, dijo Merentes hace dos años en entrevista con Venevisión.

Pero en la práctica ocurrió todo lo contrario. Veinticuatro meses después la brecha entre ambas tasas no solo no se acortó sino que se amplió hasta niveles insospechados en ese momento. Y de una diferencia de 11,7% o 1,1 veces más, hoy es de 306,3% o 4 veces más hasta ubicarse en Bs 690.

El gobierno ha fracasado en su política cambiaria, pero no lo admite y endosa los resultados a una supuesta conspiración de los movimientos opositores del país que contarían con apoyo internacional para desestabilizar la gestión de Nicolás Maduro a través de la economía.

El Simadi se vendió como un mecanismo -que ante la caída de los ingresos petroleros- permitiría al país generar divisas distintas de las exportaciones de crudo y sus derivados.

«Permitirá que entren mayores flujos de divisas que no necesariamente vienen del petróleo, como remesas, el turismo, inversiones. Las empresas que están establecidas en Venezuela van a poder actuar en ese mercado”, prometía Merentes el 10 de febrero de 2015. Pero no fue sino hasta mediados de 2016 cuando ello comenzó a ocurrir aunque en un espectro muy limitado.

En el nuevo Simadi participarían personas naturales y empresas públicas y privadas para realizar transacciones en divisas a través de bonos de deuda, transferencias bancarias y operaciones en efectivo. No funcionó como libre mercado y el gobierno restringió mucho más el acceso a dólares oficiales a la economía privada.

La inflación es 11 veces más que la del cierre de 2014, según cifras preliminares del BCV que dan cuenta de una variación de precios de 799,9% en 2016 y el gobierno entrega menos billetes verdes que entonces.

Incluso obtener divisas a través de una casa de cambio -donde se permite un máximo diario de $300 hasta $10.000 al año- es cada vez más difícil. Las transacciones dependen de que haya una oferta de dólares, pero las personas no acuden a cambiar sus papeles verdes a bolívares en un mercado con una tasa cercana a Bs 700 si pueden obtener mucho más en el mercado paralelo.

Tal como ha ocurrido con los mecanismos anteriores del Sitme, el Sicad I y el Sicad II, el Simadi -de acuerdo con algunos economistas- terminó siendo un fracaso porque se fijó el precio, la oferta fue muy limitada y no se tomaron medidas adicionales que dieran confianza entre los agentes económicos.

La publicación del Convenio Cambiario Nº35 en marzo de 2016, le daría otro estatus a Simadi: pasaría a llamarse Dicom (Sistema de Divisas Complementarias) y finalmente su precio se movería de acuerdo con la oferta y la demanda. Pero una vez más, ello no ocurrió.

Igual que sus predecesores es un sistema muy opaco. A través del Simadi solo se liquida poco más de 8% al del total de divisas que reparte el gobierno.

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