La presidenta de la Cámara Inmobiliaria del estado, Carolina Flores, afirmó que en términos generales hay una contracción y una caída en las expectativas de cada uno de los grupos que conforman el sector.
Al hablar sobre los promotores inmobiliarios que abarcan la parte primaria de la construcción y viviendas nuevas, dijo que está prácticamente estancada.
Esa paralización es de al menos 90%, según estimaciones de la Cámara de la Construcción regional. Las pocas que hay no se están vendiendo a través de la Ley de Pre-venta Inmobiliaria, porque “eso sería una muerte anunciada para un inversionista, al enfrentar el comportamiento inflacionario que tiene Venezuela en este momento”.
El grupo de asesores inmobiliarios está igualmente afectado por los índices inflacionarios, lo que hace que mantener la estabilidad del mercado, regularizando la oferta y la demanda, sea casi imposible.
Flores informó que las operaciones registradas experimentaron una caída de 30% en 2017, al comparar los 1.820 inmuebles vendidos en 2016 contra los 1.285 del año siguiente.
Los precios de las propiedades, en medio de todo este panorama de depresión, se desplomaron tanto en bolívares como en dólares y cayeron a un nivel que se aleja cada vez más de su valor real.
Los corredores inmobiliarios aseguraron que por una vivienda que antes se vendía fácilmente en 100.000 dólares ahora los clientes (que son quienes terminan fijando los precios) no pagan ni 30.000 dólares.
Por ejemplo, en 2013 un apartamento en el sector Genovés costaba 500.000 bolívares (20.000 dólares), esos 20.000 dólares al precio de hoy se traducirían en 4.000.000.000 de bolívares. Un precio impagable para la mayoría de los venezolanos, que ha obligado a fijar nuevas y depreciadas tarifas.
La representante gremial precisó que la caída en los precios ronda 50%, sin embargo, aclaró que hay casos en los que han bajado mucho más. “Esos son precios de oportunidad. Es un muy buen momento para comprar, para quienes quieren invertir”, afirma.
Al ritmo catastrófico de la devaluación, explican los agentes, se suman variables como el aumento sostenido de la oferta, por la cantidad de personas que han decidido vender sus inmuebles e irse del país y las que se han visto obligadas a dejar sus propiedades para vivir en lugares más pequeños, con menos gastos.
“Aumenta la oferta, pero cae la demanda porque quienes se fueron no adquirirán otra casa y los que se quedan de ninguna manera pueden acceder a los precios actuales de los inmuebles aunque estén muy por debajo de lo que deberían estar. La gente ahorita invierte su dinero en comida», señala un corredor de la isla.
Además, está el hecho de que las personas que están desesperadas por irse casi cambian su casa por un pasaje, se quieren ir del país y terminan regalando sus propiedades vendiéndolas a un precio muy bajo. Todo eso influye en la caída de los precios. «El sector está destrozado”, indicó.
Flores indica que aunque hay personas que solicitan y venden inmuebles, mayor es la oferta que la demanda, pero con el problema de que los clientes piden cosas que no están disponibles en el mercado, a pesar de que hay un ajuste en los precios.
– Techos inaccesibles –
A todas estas variables se suma la falta de financiamiento que impide que los venezolanos accedan a una vivienda. La banca prácticamente ya no da préstamos y la gente no puede comprar, frenando aún más las ventas.
“¿Cómo te presta el banco y cómo le pagas si los préstamos se otorgan en base a los ingresos de la persona y el salario mínimo integral no llega ni a los 800.000 bolívares? Una casa prefabricada, a la que debes sumarle terreno y todo su acondicionamiento te cuesta 500 millones de bolívares. Es imposible”, comenta otro agente insular.
Y los pocos que tienen la suerte de acceder a los créditos se encuentran con que lo que les dan no es suficiente para cubrir ninguna propiedad que haya en el mercado. Además, están los términos que no son convenientes para ninguna de las partes. “Los plazos no son atractivos para el vendedor, 90 días es demasiado. ¿Quién se atreve a firmar así con el alza de precios que hay en el país casi a diario?”.
“La incapacidad para comprar ha hecho que aumente la demanda de alquileres y ese es un gran problema nacional porque no ha habido reforma a la Ley de Arrendamiento de Residencias, aunque lo hemos pedido muchas veces y lastimosamente a juicio de los arrendadores no existen garantías ni equidad con respecto al tratamiento de la ley, por lo tanto son pocas las opciones. No podemos satisfacer la necesidad de techo como lo esperamos», dijo la presidenta de la Cámara.
Los precios están regulados y desde hace seis años están alejados de la realidad del país. Aun así, el gremio siempre tiene la mejor disposición para buscar puntos de encuentro.
Esta realidad ha llevado por un lado a que la gente no tenga opciones de vivienda, por otro a que los que invirtieron en una propiedad para resguardar su dinero hoy estén perdiendo al venderla muy por debajo del precio que pagaron y finalmente, a que quienes se dedican a la actividad de la compra y venta de inmuebles estén paralizados o buscando otras alternativas para subsistir.
Aunque el panorama no es alentador, los expertos aseguran que toda esta crisis representa una oportunidad para aquellos que tengan capital para invertir y los que quieran conseguir mejores ubicaciones por un costo mínimo que en otro contexto no conseguirían. Es un mejor momento para comprar que para vender.
Se está vendiendo y comprando lo más barato, dicen los agentes, quienes también indican que los precios de los inmuebles venezolanos son irrisorios en comparación con los del mercado internacional.
A pesar de que las leyes lo prohíben, el sector inmobiliario tiene años dolarizado. Esa ha sido la única vía de escape para quienes alquilan o venden sus propiedades en vista de la recesión económica que viene afectando al país y la pérdida progresiva del poder adquisitivo que dificulta cada día más el acceso a los productos y servicios básicos.
Los alimentos, medicamentos, ropa, calzado y casi todos los productos son importados, así se pagan en bolívares a precios de dólares. Por esto, la mayoría de los propietarios y corredores calculan y fijan sus tarifas en dólares.
Flores insiste en que el cobro de esta forma no es legal y no lo recomienda como cámara, no obstante, reconoce que muchas personas toman el dólar como referencia porque generalmente buscan tener un estimado “en moneda dura”.
– Precios vacacionales –
Los precios de los alquileres, aunque no parezca, también han caído. Un apartamento vacacional que antes se alquilaba al equivalente de 40 dólares diarios, hoy se ofrece entre 8 y 15 dólares, dependiendo de su ubicación, estado y servicios, “porque nadie puede pagar en bolívares la referencia en dólares”.
“La gente siempre trata de negociar. Te dicen que 1 millón de bolívares diario es mucho, pero si calculas que 4 personas comiendo en cualquier establecimiento de una feria en un centro comercial gastan más que eso en una sola sentada, te das cuenta de que no es justo pagar menos por un apartamento que tiene todos los servicios, agua, luz, televisión, aire, lencería, cocina, piscina, y hay que hacerle mantenimiento. Hay que concientizar a la gente y hacerla ver la realidad”, afirma un corredor inmobiliario de Nueva Esparta.
Los pocos que arriendan sus viviendas de forma mensual, por temor a que se queden los inquilinos cuando tienen niños y personas mayores, piden entre 30 y 150 dólares para que no se les devalúe el dinero firmando un contrato en bolívares.
“Aun cuando hay quejas, la gente siempre sigue viniendo a Margarita por trabajo, por vacaciones, por no poder viajar afuera. Los precios son altos, si evalúas lo que cuesta la comida y priorizas, pero si quieres viajar y ves que es imposible salir del país porque no tienes forma de pagar en dólares lo que cuesta el pasaje, la estadía, la comida, te quedas en Margarita. Inviertes menos y disfrutas de muchas más cosas de las que podrías pagar afuera. Eso hay que saberlo aprovechar”.
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