Economía

El lenguaje fallido del nuevo cono monetario

En cualquier quiosco, mototaxi o en las calles del hambre, la simplificación de las transacciones tenía meses quitándole tres ceros a la moneda. Así, un refresco de 180 mil bolívares, lo encuentras “a 180, papá”. O cuando tienes que vender dólares para completar la quincena o comprar el aceite del carro, te lo cambian “a 220 en efectivo”.

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Billete de Bs 100
Texto: Amado Fuguet V. @AmadoFuguet | Foto: Twitter BCV

El lenguaje cotidiano, auspiciado subterráneamente tal vez desde el poder, trataba de disimular la rápida acumulación de ceros para cualquier compra-venta en bolívares. Lo que hace un año pudo haber costado 90.000 bolívares, hoy lo encuentras a un 2.000.000. Diga entonces 2.000 y no pega tanto.
Como la hiperinflación sigue sumando ceros a las transacciones a una velocidad lacerante, quien debería asumir el cambio de políticas y modelos para frenar esta tendencia, irreversible si no hay ese giro; lo que hace es acudir al lenguaje que denomina las monedas y billetes, quitando tres ceros a la llamada familia del cono monetario.
Además, lo hace con el uso del adjetivo “soberano”, no se sabe si en su acepción de independencia o en la otra: muy grande, elevado o extraordinario. Al bolívar soberano le costará un mundo mantener firme ese calificativo. Ya los economistas han dicho que cuando entre en vigencia en junio, en apenas dos meses y medio, habrá perdido buena parte de su valor porque la hiperinflación seguirá sumando ceros a las transacciones.
Los adjetivos monetarios no significan nada si no van acompañados de un programa de medidas monetarias, fiscales o cambiarias sostenibles en el tiempo, que representen una perspectiva económica de cambio.
Basta recordar la suerte del bolívar “fuerte”, que fue el calificativo al que se apeló en 2007 cuando se hizo el primer borrón de tres ceros a la moneda nacional de este siglo. La locución “bolívar fuerte” fue cada vez más débil, tanto frente a las monedas internacionales, como ante la inflación que año tras año se fue acumulando desde entonces.
Con ese antecedente y con un entorno hiperinflacionario, la velocidad con la que el significado de la expresión “bolívar soberano” pierde sentido es mucho mayor. Tan rápido como se desvanece la capacidad adquisitiva del venezolano.
La narrativa de que la introducción de este cono monetario va a resolver la crisis de efectivo tampoco es sostenible. Nuevamente, si se recuerda la reconversión del bolívar fuerte, éste fue aprobado en marzo de 2007 y entró en vigencia en enero de 2008. Ahora el plazo es de apenas dos meses, en un mercado donde ni los bancos cuentan con billetes para cambiar cheques de más de 10 mil bolívares. La incertidumbre sigue, y la probabilidad de que se cuenten con los nuevos billetes del “cono soberano” para el cierre de este semestre son escasas.
Tan es así que en el mismo contexto del anuncio se dijo que la idea es que el 100% de las transacciones se hagan electrónicamente, alimentando la incredulidad sobre la disponibilidad de los nuevos billetes y monedas.
Lo que si habrá es más emisiones inorgánicas de dinero para cualquier tipo de bonos o tickets en un entorno electoral, y que alientan aún más la hiperinflación, que seguirá a millón, sumando ceros y más ceros a las transacciones.
El lenguaje no puede tapar las matemáticas de la economía.]]>

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