Economía

El milagro económico de Corea del Sur: así se convierte un país pobre en una potencia mundial

Si se toma el dato del PIB per cápita, vemos cómo Corea del Sur superó los $10 mil en 1994, y los $30 mil en 2017. Un ascenso de récord para un país que hace poco más de 35 años se situaba en la extrema pobreza

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El PIB per cápita en Corea del Sur supera los 31.000 dólares, un nivel que confirma que es una economía plenamente desarrollada. No ha sido fácil para el país asiático alcanzar ese hito, pero en unas pocas décadas ha pasado de ser uno de los países más pobres del mundo a ser parte de las economías más avanzadas. En ese proceso ha llegado no solo a superar a España, sino que incluso nos deja cada vez más atrás.

Es uno de los grandes éxitos económicos de las últimas décadas. En 1957, Corea del Sur y Ghana tenían ingresos per cápita similares. Hoy, 65 años después, la diferencia entre ambas naciones es abismal, tanto en términos de renta como en estándar de vida.

En los 60, Corea era un país corrupto, inestable, y que dependía de las ayudas de Occidente. Era un país que venía de vivir una guerra civil en la década anterior, agravada por la intervención de potencias extranjeras. Era un país precario, con una economía rural, arrasada por la ocupación japonesa primero, y por dicha guerra después. Con un fuerte control de los precios agrarios, y una política industrial proteccionista. Pero en los siguiente 20 años llevó a cabo una transformación industrial que al resto del mundo le llevó más de 100 años.

Protección de las industrias clave, aperturismo y educación

Detrás del crecimiento coreano hay una serie de decisiones políticas imprescindibles para el fuerte desarrollo experimentado por este país. Por ejemplo, la protección de las industrias clave, el fuerte aperturismo al comercio internacional y la mejora educativa. Todas estas medidas, impulsadas por el General Park Chung-Hee y sus hombres de confianza, tenían como objetivo convertir a Corea del Sur en una economía exportadora.

Las políticas de protección a la naciente industria química y a la industria pesada durantes algo más de un lustro fueron fundamentales. Una estrategia que Corea copió directamente de Japón, y que incluso hoy en día otros países, como Taiwán, tratan de imitar.

Park y las entidades financieras del país, controladas por el régimen, concedieron grandes cantidades de crédito a las industrias del acero, los petroquímicos, los automóviles, las máquinas pesadas, la electrónica y la construcción naval. Y, por otro lado, redujeron drásticamente las barreras a la importación de los bienes necesarios para que estos sectores pudieran fabricar sus productos.

Una de las medidas más destacadas fue la eliminación de aranceles para bienes intermedios de producción, pero solo para las importaciones que se fuesen a utilizar para producir bienes que se fueran a exportar. En algunos casos, incluso se subvencionó la importación de insumos necesarios para la producción de estas industrias clave.

El auge de los ‘chaebol’

Con estas políticas ya en marcha, comienzan a crecer con fuerza los chaebol, que es como se conoce a los grandes conglomerados empresariales de Corea del Sur. Algunos de ellos se han convertido en potencias mundiales que han llegado hasta nuestros días, como Samsung, LG o Hyundai. Estas compañías se convirtieron en las grandes dominadoras de la economía coreana, siendo así las más capacitadas para realizar inversiones masivas en capital y, sobre todo, innovar.

En el otro lado, las industrias que no fueron consideradas como clave para el régimen sufrieron un fuerte aumento de la competencia exterior, por el fomento de las importaciones de algunos bienes, y por la asignación de gran parte de los recursos financieros en los sectores más importantes.

Una empresa grande, eficiente y que invierte en capital, que invierte en maquinaria, en tecnología, en factorías… cuenta con los ingredientes perfectos para ser productiva y ganar cuota de mercado. Así, las exportaciones de Corea del Sur pasaron de representar un 2% del PIB en el 62 a un 30% en 1980.

Corea pasó en un abrir y cerrar de ojos de la agricultura de subsistencia a un modelo completamente industrial. En los 60 el 35% de las mercancías que se exportaban eran bienes manufacturados. En 1995, esa cifra ya era del 96,9%. El General Park sabía que Corea tenía que comenzar su carrera exportando, y supo reconocer que el país tenía pocos recursos naturales. Como consecuencia, la política comercial cambió para centrarse en la expansión de las exportaciones.

A todo esto, se suman las reducciones arancelarias a nivel mundial fijadas en la Ronda Kennedy, en 1967, y en la Ronda de Tokio, en 1973. Estas medidas permitieron que los bienes producidos en Corea tuviesen una mayor penetración en los países desarrollados.

De la extrema pobreza al éxito en tiempo récord

Con todas estas medidas en marcha, es cuando vemos claramente la evolución. Volviendo al dato del PIB per cápita, vemos cómo Corea del Sur superó los 10.000 dólares en 1994, y los 30.000 en 2017. Un ascenso de récord para un país que hace poco más de 35 años se situaba en la extrema pobreza.

Para ponerlo en contexto, si lo comparamos con España, fijándonos en el PIB a valores de paridad de poder adquisitivo, vemos cómo en 1970 en Corea era de 2.496 dólares, mientras que aquí estaba por encima de los 13.000. Hoy, en el gigante asiático supera los 43.000 dólares, mientras que aquí está en los 42.000.

La carrera de Corea del Sur empezó hace más de 60 años, y ni la crisis asiática del 97, que los llevó a ser rescatados por el FMI; ni la crisis mundial de 2008, de la que salieron rápidamente; ni la pandemia, han logrado ponerle freno.

Información de El Economista

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