La compañía, que fabrica desde alimentos a cosméticos, con marcas tan conocidas como Dove o Ben & Jerry’s, tenía desde hace casi un siglo presencia jurídica a la vez en Reino Unido y Holanda.
Pero este jueves el grupo anunció su intención de centralizar su sede en Róterdam, donde pagará sus impuestos, una decisión sin grandes consecuencias en puestos de trabajo pero muy simbólica.
Unilever no cita explícitamente la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, prevista en principio en marzo de 2019, y asegura que se trata de reforzar y simplificar su estructura.
«El Brexit no convierte a Inglaterra en un mal país para investir. Esta decisión es para los próximos treinta a cincuenta años y no depende de la política de hoy», dijo el director ejecutivo de Unilever, Paul Polman, en declaraciones a la televisión pública NOS.
Sin embargo se trata de un revés para el gobierno conservador de Theresa May, que intenta convencer a las empresas que se queden en el país a pesar de las incertidumbres del Brexit.
Según Lee Wild, un analista de Interactive Investor, «convertir Róterdam en sede central del grupo llega en mal momento para Theresa May, que está en un momento clave de las negociaciones sobre el Brexit».
El gobierno de Londres está intentando lograr un acuerdo con la UE para un periodo de transición tras el Brexit, al tiempo que ha puesto en marcha negociaciones sobre la futura relación comercial entre ambos.
La salida de Unilever representa «un enorme golpe para el gobierno británico y demuestra lo que realmente piensa el mundo de los negocios de la decisión del Reino Unido de dejar la UE», dijo la organización británica proeuropea Best for Britain.
Para algunos observadores, la decisión es una consecuencia directa del Brexit.
«Creo que optaron por una entidad [jurídica] holandesa por el Brexit porque es preferible estar dentro de la UE», dijo Jos Versteeg, un analista en Amsterdam de la banca privada InsingerGilissen.
Al contrario, el gobierno de Londres asegura que no tiene nada que ver.
«Como explicó el grupo, su decisión de trasladar un número limitado de puestos de trabajo a su sede en Holanda forma parte de una restructuración a largo plazo y no está relacionada con la salida del Reino Unido de la UE», dijo un portavoz del gobierno.
El ejecutivo se enfrenta a «una de las últimas iniciativas empresariales que ponen en duda el impacto del Brexit sobre la economía», apunta Carmen Stoian, especialista en comercio internacional en la universidad de Kent, por lo que no hay que subestimar «los factores políticos».
La restructuración significa que Unilever tendrá a partir de ahora tres divisiones: la de productos domésticos y de belleza, ambas con sede en Londres, y la de alimentos, con sede en Róterdam.
Las 7.300 personas empleadas en Reino Unido, así como otras 3.100 de Holanda, no se verán afectadas por el cambio. Unilever también seguirá cotizando a la vez en las bolsas de Londres, Ámsterdam y Nueva York, como hasta ahora.
La multinacional emplea a 169.000 personas en todo el mundo y comercializa marcas como las sopas Knorr, el aceite de oliva Bertolli o el desodorante Rexona.
Por su parte el primer ministro holandés Mark Rutte dijo que la decisión «significa mucho» para su país.
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