Energía y Petróleo

Ni el mejor negocio del mundo salva hoy a Venezuela

John D. Rockefeller dijo alguna vez: “El mejor negocio del mundo es el petróleo. Y el segundo mejor negocio del mundo es el petróleo mal administrado”. Si Rockefeller caminara por estos días en Caracas, tendría que masticarse sus palabras.

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Pdvsa
Por: Oscar Morales (economista) Foto: Miguel Gutiérrez | EFE

A la principal industria del país le cuesta mantener sus actividades básicas de explotación y refinación, en consecuencia, se decidió cerrar 3 refinerías y solamente está operativa un poco más del 20% de su capacidad de refinación total. Con respecto a la producción petrolera, las últimas cifras señalan que está por debajo de los 1,5 millones de barriles diarios, lo que nos coloca a niveles productivos de la década de los 40. Todavía más, sólo en dos años la producción petrolera ha caído casi 1 millón de barriles diarios. ¡Qué desgarrador!
Repetir las causas de la quiebra de Pdvsa repugna. Comentar que la incapacidad gerencial, el desconocimiento del negocio petrolero y el gusano de la corrupción se comió por pedacitos a la empresa estatal, nos aburre a todos. Explicar que esto es lo que ocurre cuando intentas mantener un Estado delincuente con decenas de negocios sucios y mafias por doquier, también agota.
Menos mal que aún las empresas Repsol, Chevron, Rosneft y China National Petroleum Corporation (CNPC) continúan operando en nuestros suelos, porque son las únicas que están manteniendo el bombeo de crudo. Aunque no harán las cuantiosas inversiones requeridas para desarrollar y aumentar la productividad en la Faja Petrolífera del Orinoco, al menos -y por lo pronto- resisten a todas las incertidumbres nacionales.
Por otra parte, Pdvsa no tiene el músculo financiero para saldar los vencimientos de deuda de los próximos meses. Muchos activos internacionales que pudieron haber servido para encarar los compromisos de pago próximamente, ya fueron liquidados o ya están hipotecados. Por lo tanto, considerando los problemas financieros de Pdvsa, tendremos que empezar a esconder nuestros activos porque los embargos judiciales vendrán pronto y los acreedores, pensándolo bien, se van a llevar hasta las sillas de Miraflores.
Les aseguro que si no cambiamos la gestión petrolera, probablemente a mediados de abril de 2019 Pdvsa sufrirá un mayor hundimiento. Y pensar que en 6 años más con la misma directiva quizás no encontremos información disponible de nuestra compañía ni en Google.
Es verdad que el petróleo seguirá estando en nuestro territorio; sin embargo, la gerencia, los aparatos tecnológicos, la infraestructura, los recursos financieros y la capacitación del personal estarán ausentes, y estas condiciones son lo que hace posible la reactivación productiva.
Y aquí quiero dejarle el siguiente escenario para la reflexión: los especialistas petroleros afirman que ejecutando una política petrolera competente -buen financiamiento internacional, reformas energéticas, gerencia profesional, tecnología eficaz y una apta infraestructura-, podríamos incrementar unos 150.000 barriles por año. Ahora bien, tomemos en cuenta que producimos 1,5 millones de barriles diarios.
Si decidimos restablecer una producción de 3 millones de barriles diarios, resulta que necesitaríamos unos 10 años para alcanzar esa cifra. Y si nos ponemos un poco más ambicioso y concluimos que debemos recobrar el nivel de producción alcanzado en 1998 (que fue de 3,3 millones de barriles diarios) el panorama es más mortificante. De cualquier modo, pregunto: ¿Para ese momento el petróleo será protagonista todavía? Pitonisos no somos, pero todo apunta que la matriz energética mundial cambiará hacia las energías renovables.
Pdvsa arde, y no es precisamente por explotación o refinación de crudo. No hay imán que atraiga capitales. El reloj avanza, se persevera en el error y seguimos con la ilusión. Aquí no cayó alguna plaga de Egipto. Aquí lo que ocurrió fue un ataque masivo de todas las larvas de la corrupción y de nada nos servirá gritar hasta Neptuno que vivimos sobre las mayores reservas de petróleo del mundo. Ya se ve cómo ni el mejor negocio del mundo nos salva.]]>

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