Espectáculos

Justin Bieber: Propósito prefabricado

Justin Bieber ganó. La notable intención de "reposicionarse" en el mundo de la música con su nuevo disco Purpose, hasta ahora, le ha salido bien. El canadiense de 21 años lleva varios en el centro de la polémica, encabezando titulares por escándalos y no por canciones, y ahora hizo un álbum que pudo haber titulado Mea Culpa.

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A Justin Bieber nadie le está pidiendo contrición. Al contrario. Las «beliebers» están dispuestas a olvidar las indiscreciones -o a llenar de envidia que las fortalece a quienes revelan revolcones con el cantante. Por eso este parece un trabajo para terceros, para públicos nuevos, para no asimilados. Campaña electoral para ninis.

Con el álbum Believe (2012), se pretendió sacar a Justin Bieber de la exclusiva pero limitada escena adolescente. En Journals (2013) se asomó una intención de autor R&B que no tuvo segundo día -ni mayor impacto público. Ahora con Purpose se intenta mostrar la evolución de Justin Bieber a la adultez, su figura como ficha de la industria y no la del malcriado niño rico, con su mejor disco hasta el momento, como coincide la crítica global. Lo es, con sus ritmos narcóticos, melodías trepidantes y hasta el uso preciso de instrumentos como el piano. Pero no es suficiente. Purpose es una suerte de disculpa prefabricada, o al menos no tan personalizadas: 25 productores están listados en las 18 piezas que en total suman poco más de 43 minutos, y con el sencillo «Sorry», que básicamente dice que asumirá sus culpas, «si tú quieres».

Bien es cierto que este álbum, largamente influenciado por el trabajo de Diplo, Skrillex y Poo Bear, induce a mover cuerpos. Pensado para las pistas de baile, emociona al más frío como demuestran no solo los números de venta sino su uso cada vez más común para encender fiestas y hasta tardes aburridas de oficina. Sus canciones «What Do You Mean?» y «Sorry» son sus mejores interpretaciones a la fecha, que consigue con un cuidado trabajo vocal sobre pistas tremendamente logradas, pero sin un añadido fundamental: sentimiento.

Justin Bieber Purpose

Es allí donde a Purpose le falta fuerza: la emoción. O al menos capacidad de convencer. Por ejemplo en la canción “I’ll Show You” en la que el cantante intenta mostrarse humilde y humano («La vida no es fácil/No estoy hecho de hierro/No olvides que soy humano/No olvides que soy real») pero que termina por desnudar al privilegiado descarriado. En «Love Yourself» quien triunfa es un imponente Ed Sheeran; y con “What Do You Mean?” Bieber agrupa un nuevo tipo de Belieber masculino, el que lo acompaña en echarle la culpa de las fallas de una pareja a las mujeres. Sí eres tú, no soy yo. Lo mismo que en «Sorry»: me perdonas si quieres y si no, me sabe a… Cosas de millenials.

Entre las mejores piezas se cuenta «The Feeling» con un genial coro ideado por Skrillex que logra juntar al canadiense con Halsey -la responsable de uno de los peores sencillos del año, «New Americana»- y lograr una canción sólida, que ilustra la intensidad de un enamoramiento. Es el tema en el que Bieber se escucha más cómodo.

La peor es, por lejos, “Children”, un intento por mostrar al post adolescente con algo de conciencia social pero con un resultado penoso y forzado basado con líricas cantadas como si estuviera leyendo cualquier folleto. A Justin le hace falta entender el «cómo se hace» de “Man In The Mirror” de Michael Jackson, por ejemplo.

Con Purpose, Justin Bieber arma la fiesta al tiempo que se muestra humilde, arrepentido y más maduro, según la crítica publicada en Billboard. En realidad, le añade otra capa a su personalidad de superestrella. Se la pueden creer o no.

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